Capítulo 13

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Eric

Aspen era todo una ingenua, y una coqueta. Y una cosita sexy.

Apretada en un vestido azul oscuro (su color favorito, que además le sentaba tan bien contra su piel), abierto al frente con cordones manteniendo unidos la parte delantera, su espalda con un escote bajo (su estilo favorito, que me encantaba demasiado), y unos tacones a juego con brillos, mientras que su cabello lucía un hermoso peinado. Ella estaba perfecta.

Perfecta para mí.

Pasé tres días intentando localizarla y consiguiendo que nos dejaran tocar en su hotel. Luego conseguí una jodida reserva de cortesía, para que la entregaran con una estúpida tarjeta para invitarlos. Sí, a ambos.

Aspen no sospecharía que yo estaba en Las Vegas, y sospecharía aún menos el hecho de que yo iba a cortar con ese jodido noviecito suyo. Iba a humillarla tanto que, a pesar de que le doliera, ella debería refugiarse bajo mi ala.

—Eric.— levanté mi mirada del teléfono, de la imagen de Aspen haciendo piquito hacia el espejo mientras se maquillaba. Me reí de nuevo, ella se veía tonta. Y adorable.— ¡Eric!

—Te estoy oyendo.— dije, guardando mi teléfono en el bolsillo de mi camiseta. Aaron arqueó una ceja hacia mí.

—¿Qué estabas haciendo?— su expresión se aflojó y una expresión atrevida se dibujó en su rostro.— Oh, ya sé qué estabas viendo.

—Eh, no, no, no. No seas pervertido. Yo solo veía... Olvídalo, ¿Qué quieres?— pregunté, frunciendo profundamente el ceño.

—Vi a unas muñecas subiéndose al elevador, te apuesto a que irán abajo a beber y a las máquinas de monedas. Tenemos que abordarlas.— añadió esto último con un movimiento de su mano y un sonido de chillido que los barcos hacían.— Esas bebés deben montar condenadamente bien.

—No, gracias. Y te estaría muy agradecido si no lo haces esta noche, y no frente a todos.— murmuré, regresando mi mirada a mi teléfono para ver la nueva foto que acababa de llegar.

Sexy: Mis zapatos "fóllame" están bien puestos, ¿No crees?

La foto era de Aspen, inclinada hacia adelante frente a su espejo, su escote dándome un delicioso vistazo de sus senos y su rostro sin poder verse por el flash de la cámara. Si su intención en verdad era mostrarme los zapatos, había que admitir que fue lo último que vi.

Yo: Creo que funcionan, yo ya quiero follarte.

—Disculpa un segundo, ¿Oí bien?— preguntó Aaron, haciendo un cono con su mano alrededor de su oído. Estúpido.

—Sí, oíste bien. Si llegas a hacer un espectáculo a tu manera esta noche, voy a cortarte las bolas, Brooklyn.

Su rostro se ensombreció y me levanté de mi sitio en el suelo junto al final de la cama. Si quería una demostración de que hablaba en serio, se lo demostraría, justo ahí, justo ahora. Brooklyn en lugar de atacarme, comenzó a reírse, extremadamente fuerte, doblándose a la mitad.

Fue tan fuerte que Elias, dormido en la cama, levantó la cabeza con curiosidad.— ¿Por qué tantas risas?— preguntó, con cansancio. Aaron continuó riéndose.

—¡Él...!— me señaló, sin poder dejar de reír.— ¡Él habla exacto como su mujer!

Mis mejillas se sonrojaron. No noté que hablé como Aspen. Más de una vez había dejado a los chicos oír cuando Aspen se burlaba o me amenazaba o regañaba. Y bueno, ella gritaba tanto que siempre se le oía.

Sonríe, y dí que me amas (Sonríe y dí que me amas #1) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora