Capítulo 23

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Eric

—¿¡Tú, qué!?

No quise gritarle, no a ella. Joder, quería gritar, la furia estaba más allá de mi control. Joder, joder, y joder. Mi día no había ido muy bien y solo creí que verla sería suficiente para calmarme, pero era obvio, ahora, que no sería así.

El vuelo se había retrasado, haciendo que las cinco horas de viaje se transformaran en más de doce. Casi habría hecho un espectáculo para que todos los jodidos empleados involucrados fueran despedidos pero lo único que quería hacer era llegar junto a Aspen pronto. Así que me tomé un taxi y en cuanto llegué a casa y vi que todo estaba oscuro, supuse que Aspen se había cansado de esperar. Entonces, supe que era mi oportunidad para sorprenderla en la cama.

Dejé mi maleta junto a la puerta, las cajas de chocolate que le traje en la mesa de junto y luego de cerrar con llave, me quité la chaqueta mientras subía las escaleras. El reloj despertador de la mesita de noche me indicaba que eran casi la una treinta de la mañana, y Aspen estaba allí, tal y como la recordaba.

Su cabello había crecido un poco más, las bolsas bajo sus ojos eran oscuras. No quería ser descortez pero, joder, mi Sexy estaba un poco más rellenita. No lo pensé demasiado, me puse a mil. La había extrañado tanto. Me sentí con tanta calma cuando finalmente pude poseerla, hacerla mía luego de tanto tiempo. Ella se sentía tan ajustada y húmeda y caliente, solo para mí. Creía que ella no había tenido sexo mientras yo estuve afuera.

Me equivoqué, notablemente.

Sus labios se apretaron en una linea recta, obviamente molesta por mi grito.— Oiste bien, ¿Verdad?

—¿¡Si oí bien!?— repetí como un loro, pero la furia en verdad estaba por controlarme, ¿Cómo se atrevía?

—¡Sí! ¿Qué demonios está mal contigo? ¿No entiendes lo que estoy diciéndote?— preguntó, viéndome levantarme. Tomó las mantas y las apretó contra sus enormes senos, cubriéndolos. Oh, ahora lo entendía.

—¿Qué no lo entiendo? ¡Sí! ¡Joder, lo entiendo! ¡Te operaste por ese tipo, ¿Verdad?! ¿Quién es él?— realmente no quería saberlo. Si lo sabía, yo lo mataría.

—¿É-él?— preguntó, confundida. Oh, joder, ella solo está actuando.

—¡Demonios, Aspen! ¡Deja de fingir! Lo entiendo, ¿De acuerdo? Entiendo todo.— bajé mi mirada, apretando mis puños, aún desnudo. Joder, no enloquezcas, no enloquezcas.— Dime, ¿Quién es el jodido idiota que te embarazó?

Su rostro se contrajo con confusión (fingida, de seguro) y movió su cabeza de un lado a otro. Su ceño se frunció, y había extrañado esa expresión, sí, pero no podía disfrutarla, no podía superar el enojo en mi interior. Una cosa era que ella se acostara con otro tipo, pero otra muy distinta era que se hubiera embarazado y quisiera que yo me hiciera cargo.

—¿E-el que me embarazó?— su labio inferior tembló pero pronto se endureció.— ¡Fuiste tú!

Me reí, sin una pisca de humor en mi ser.— ¿Yo, en serio, Aspen? Estuve tres jodidos meses fuera del país, y cuando me fui, tú no estabas embarazada.— mi vista se tornó rojo, pero no me moví de mi sitio.— ¿Quién es el padre, Aspen? ¿O fuiste tan zorra que ni siquiera sabes quién es el padre de ese bastardo?

No sé que ocurrió realmente después de eso. Solo recuerdo que un jodido florero estalló cerca mío y Aspen gritó,— ¡Sal de mi maldita habitación! ¡Te odio! ¡No vuelvas a estar cerca de mí, nunca! ¡Te odio! ¡Te odio, Eric!

—Como sea.— gruñí, tomando mi ropa interior y vistiéndome mientras otros objetos volaban cerca de mí. ¿Qué había pasado? Todo había estado bastante bien. Claro, porque yo no había sabido acerca de su jodido bastardo.

Sonríe, y dí que me amas (Sonríe y dí que me amas #1) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora