Eric
Abrí los ojos y observé alrededor. Nada. Ella no estaba.
Lo supe antes, pero ahora lo había olvidado. Tomé el teléfono de la almohada de junto y vi que la video llamada había acabado. Genial. Ella ni siquiera había tratado de despertarme. Habíamos pasado todas las noches juntos durante dos semanas a través de la video llamada, o al menos el resto de las noches que quedaban luego de los conciertos. La había visto acomodarse en la cama, cubrirse con las mantas y la oí contarme de su día.
Estoy seguro de que fruncí el ceño más de una vez cuando la oí hablar acerca de que David se apareció en su empresa, otra vez y le invitó un café, todo sonriente, como si no lo hubiese humillado meses atrás. Sospechaba que algo planeaba y le dije a Sexy que tuviera cuidado, pero ella solo rodó los ojos y dijo: "¿Cuidado de David? Por favor, Briggs, ¿Qué puede hacerme? ¿Hablar de lo bello que son mis ojos hasta dormirme de aburrimiento?"
Ella no creía que corría riesgo y yo estaba preocupado. Anoté mentalmente el hablar con Justin para que la viera y la cuidara mientras yo no estaba, pero conociéndolo, de seguro le daría la razón a Aspen sin escucharme en lo absoluto. Quizás mejor era hablar con Chad, y a Tamara, para que me avisara en cuanto oyera hablar de David de nuevo.
Me levanté de la cama, dirigiéndome a la ducha y cuando estaba saliendo, mi puerta fue golpeada varias veces, así que solo con una toalla en mis caderas caminé a atender. Dos chicas bastante bien dotadas estaban allí, sosteniéndose entre ellas y me sonrieron mientras me veían.
—Hola, chico malo del rock, mi amiga y yo vinimos a demostrarte lo que en esta ciudad somos capaz de hacer.— dijo una, sus palabras arrastrándose y, aunque yo era un hombre que simplemente se podía llevar por sus impulsos, sus vestidos bastante escotados y cortos no eran lo que mi mente quería en este momento.
—Chicas,— comencé, a punto de detenerlas, cuando una se me lanzó encima, rodeándome los hombros y tomando mi rostro para dirigirlo al suyo. Elevé mi mirada lo mejor que podía para alejarme, mientras la otra jugaba con mi toalla, intentando quitármela.— Chicas, por favor, deténganse. No estoy interesado.
—Oh, pero lo estarás.— murmuró la que jugaba con la toalla, dejándose caer de rodillas frente a mí. Retrocedí lo más rápido que podía y presioné el botón junto a la puerta, añadido especialmente para situaciones como estas.
—Amor, si querías llegar a la cama me lo hubieses dicho.— gimió una, bajándose el vestido y afortunadamente, los sujetos de seguridad entraron en la habitación.
—¿Necesitas ayuda en algo, Eric?— preguntó Maddox y como si no hubiese tenido suficiente, mi teléfono comenzó a sonar.
—Sí, por favor, lleva a las chicas afuera. No quisieron entenderlo a la primera.— gruñí, viendo como las chicas ahora se entregaban a los de seguridad.
Puse los ojos en blanco, pobres chicas, no quería pensar lo que sus padres pensarían al verlas así. Mi hija no sería una idiota que se entregara a una estrella de rock a quien ni siquiera conoce. Lo que me recordaba...
—¿Sexy?— pregunté al teléfono, atendiéndolo mientras iba a la puerta para cerrarla. Oí un gruñido del otro lado.
—¿Estabas tan ocupado para tardar tanto, Briggs? No tengo todo el día y tú solo...— comenzó, pero su tono, solo su tono, me dijo que había algo malo. Estuve a punto de preguntar cuando un grito salió de su garganta.— ¿Sabes qué? Solo... ¡Sólo...!
—¿Qué está pasando?— pregunté en voz baja, dejándome caer sobre la cama. Un sollozo vino de su garganta y fruncí el ceño mientras buscaba mi laptop con mi mano libre, ingeniándome para escribirle a Tamara.— ¿Sexy, qué pasa?
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Sonríe, y dí que me amas (Sonríe y dí que me amas #1) [TERMINADO]
RomanceDos personas. Un trato. Una familia. Y una tonelada de mentiras... Luego de muchas relaciones destinada al fracaso y varias citas que no dejaban ninguna potencial pareja, Aspen Sanders decide que antes de cumplir los treinta necesita casarse y tener...