Capítulo 29

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Eric

Bum.

Un disparo estalló en la casa y me importó una mierda lo que los policías habían dicho, que me quedara atrás y salí disparado dentro. Un par de brazos intentaron atraparme y yo golpeé, golpeé soltándome de las manos que me sostuvieron, corriendo escaleras arriba y entrando como un jodido loco dentro de la habitación, pero me sacaron rápidamente.

Observé alrededor desde la puerta, pero no vi a Aspen, ella no gritó, no había ocurrido nada alrededor, más que los policías hablando en la radio junto a la puerta y un montón junto a la cama. Había mucho movimiento, nada dejándome ver algo claro, hasta que finalmente alguien tendió una sábana sobre un jodido cadaver.

La furia pura me llenó, pero entonces el miedo y la tristeza se apoderaron de mí en su lugar, haciéndome caer de rodillas junto a la puerta, llorando... Como una jodida niña, de nuevo. De nuevo perdí al amor de mi vida, pero está vez era peor, porque sabía que Aspen era mi amor verdadero, mi hijo había estado en su interior y yo no pude cuidar de ninguno de los dos.

—Aspen...— gemí, mis ojos se escurrían tanto que yo solo creí que podría morir deshidratado allí mismo, y no me molestaría. Nunca pensé que iba a desear morir, no como estaba deseándolo ahora mismo. También deseaba matar, matar al jodido estúpido que arrancó a mi Aspen de mi lado, quien la alejó de mí.

Pero no ahora, no podía, estaba muriendo. Me dolía, me dolía como nunca pensé que dolería. No quería estar así, pero el dolor me hacía caer literalmente, me hacía sentir como si pesara mil kilos y no pudiera levantarme. Lo único que podía hacer, era llorar, llorar cada vez más fuerte.

—¿Eric?— una voz ronca, femenina y casi rota me hizo levantar la mirada. Y entonces, volví completamente a la vida.

—¡Aspen!— grité, levantándome de un salto y corrí directamente hacia ella. Joder, ella estaba aquí, no se había muerto. La tenía aquí, y por dios santo, juraba que nunca volvería a dejarla lejos.

Tomé su rostro entre mis manos y presioné mi boca contra la suya, con necesidad de tranquilizarme, de calmar a mi alma con su sabor. Una de sus manos se posó sobre las mías, antes de bajar y apretar con fuerza mi camisa entre sus dedos, manteniéndome cerca. No quería separarme, no quería respirar, quería solo estar aquí. El alivio volvió mi cuerpo líquido y si no la besaba, podría simplemente deshacerme en un charco, en el suelo. Sentía sus sollozos en medio del beso, su cuerpo presionándose contra mí, tan cerca como podía, entonces separó su boca de la mía y lloró, con fuerza, apoyando su rostro mi pecho. La sostuve apretadamente, llorando sobre su cabello mientras lo acariciaba, tocando todo lo que podía de ella.

—Tenía miedo, Eric, tenía tanto miedo de no volver a verte, tenía tanto miedo de no decirte lo que siento. Porque demonios, te amo pero tengo tanto miedo, no quiero que me hagas daño emocionalmente, y ahora que estuve a punto de perder mi vida, supe que los daños emocionales no eran nada comparado a que me podía morir y nunca podría decirte que te amo y yo... Pensé que el bebé... Pensé que lastimaría a mi bebé y yo...— tomó una profunda respiración y levantó la mirada, buscando mis labios nuevamente. Ahora fue su mano la que sujetó mi rostro.— Te amo, y por favor, no me importa si rompes mi corazón, no quiero volver a alejarme de tu lado...

El corazón se deshizo en mi pecho, para volver a construirse y entonces agrandarse diez veces su tamaño, y cada parte tenía a Aspen tatuado en su interior, a esa mirada aterrada en esos ojos verdes, a esos labios suaves que finalmente habían dicho las palabras que tanto quería oír, a su mano suave tocando mis mejillas.

—Aspen, nena.— susurré, apartando el cabello que caía sobre su rostro pero la furia ardió en mí cuando logre ver marcas, morados y hinchazón en su rostro, junto con la sábana envuelta alrededor de sus hombros.— ¿Qué demonios...?

Sonríe, y dí que me amas (Sonríe y dí que me amas #1) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora