Fantasmas

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Siempre tendremos un fantasma del pasado atormentando nuestro presente, la vida siempre te presentara obstáculos por los cuales debes pasar en algún momento de tu vida y eso es lo que le ocurre al famoso Ema, un chico sufrido oculto detrás de un telon, atormentado, se preguntaran como continuo esto que somos, no sabría muy bien como explicarlo yo simplemente me deje caer sobre sus brazos y el encontró un refugio en mis silenciosas miradas, no eramos nada pero  pero en esa nada había algo, algo extraño, sin mucho sentido, eramos poesía, a veces sin forma, a veces triste, a veces incluso incomprensible pero con todo el sentido del mundo para quién sabe dejarse llevar por la hermosura de sus formas, un pequeño paraíso terrenal para quién sabe leer más allá de los puntos y las comas... eramos poesía, asi de hermoso y simple.

El sabía exactamente en que angulo sus ojos me derretían el corazón y sin mucho esfuerzo me hacía sentir cómoda, obviamente se disculpo conmigo y todo volvió a ser como unas semanas antes, yo lo hacía sentir mejor y él simplemente me hacía bien, su presencia me hacía bien y estoy segura que esto que él me hace sentir hoy, solo pasa una vez.

Me quede en su departamento toda la semana, de alguna manera mi presencia le aliviaba un poco las noches donde los fantasmas del pasado recurrían a su encuentro. En ocasiones gritaba cuando lograba conciliar el sueño y yo acariciaba su pelo hasta que su respiración volvía a la normalidad, él no sabe que lo hago, yo tampoco se lo menciono, simplemente lo hago por el cariño que ha ganado en mi, no creo que lo sepa bien pero el amor a veces se basa en el silencio.

Era un martes algo triste por la noche, un martes donde él vio a su moribundo padre salir del hospital, un martes donde en su rostro no había tanta luz, su silencio emanaba una tristeza profunda y yo simplemente lo entendía e intentaba que ambos estemos a gusto, no cenamos, nos sentamos en el suelo mirando a través del gran ventanal del living con unas tazas de té en las manos y el ronroneo de nuestros felinos amigos sobre nuestros pies.

- que?- pregunte al percatarme que había dejado de mirar la ciudad al otro lado de la ventana para mirarme solo a mi.

- me gusta que estés aquí- no se veía del todo bien, sus ojeras se habían oscurecido un poco más dándole a sus ojos una expresión más triste pero en sus labios había una media sonrisa que me alegraba un poco, me alegraba saber que esa sonrisa era solo para mi.

- me gusta estar aquí... pero debo serte sincera es solo por los hermosos gatitos que tienes-

- oh mierda, pensé que era por mi-

- Raspy y Wilson robaron tu protagonismo-

ambos nos mirabamos, sonreíamos para volver a mirarnos, era algo mágico y pequeño, solo de nosotros en un mundo donde todo es público, eramos un pequeño amor de pocos espectadores, y me sentí feliz por eso.

Recuerdo que esa misma noche desperté tras el espontaneo ruido de un grito sofocado, mi mente atino a mirar al reloj rápidamente, 3:45 am, Ema seguía con sus ojos cerrados, su rostro cubierto por una fina capa de sudor y vi claramente como una lagrima caía sobre su mejilla, estaba temblando, nunca lo había visto tan mal, no sabía que hacer y recordé a mi madre, ella me acariciaba el pelo cuando me ocurría lo mismo y entonces la imite, acaricie su pelo suavemente mientras lo nombraba despacio para que despierte, sus ojos de niño asustado se abrieron y al mirarme la tensión de su cuello pasó y  poco a poco respiro con normalidad.

- estas bien?- pregunté.

- si- dijo aún dudando si realmente se había despertado del mal sueño

- quieres hablar de ello?- muy dentro de mi ser, me carcomían las ganas de que él confiara en mi lo suficiente, de que me revelara sus fantasmas, de que compartiera conmigo sus desgracias y también deseaba en el fondo poder hacer lo mismo aunque de momento no me siento preparada.

Venus y NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora