" Los mejores besos son los robados..."
Una vez fuera de casa, Charlotte se dirigió al templete. Su sorpresa fue mayúscula al encontrarse allí al simpático Lord Saatfield quien, humildemente imploró no considerase una ofensa su pasada propuesta de matrimonio, porque para él su amistad valía mucho. Leto, sabiendo valorar la sinceridad de sus palabras y siendo lo bastante honesta y poco presumida reconoció que la acción del vizconde, obedeció más a un impulso que a un incontrolable arrebato de pasión y locura, por lo tanto su amor propio en modo alguno sufrió mella. Realizadas las correspondientes disculpas y con la confianza retomada, se dio maña de mandar a paseo a Thorne Hamilton, argumentando que deseaba estar sola en su santuario personal. Saatfield, caballero al fin y al cabo, se fue dejándola sumida en sus pensamientos, soñando despierta con un Par* de singular y peligrosa belleza.
En esas se encontraba cuando se quedó dormida, ¡y vaya que reales eran los besos compartidos con su rubio Adonis! No es que la hubieran besado así antes, aunque claro está, ya había recibido alguno que otro beso robado por sus más osados ( y tontos) pretendientes, pero esa sensación babosa y desagradablemente inexperta, no se parecía en nada a la cálida y dulce sensación que sentía al ser besada ( aunque fuera en sueños) por Rossdale. El aroma a hierbabuena y limón característico del tunante se sentía tan real, lo mismo que su apasionado abrazo y sus manos recorriendo la corva de su esbelta espalda. " ¡Dios mío!- pensó Leto- ¡ No quiero despertar!" Pero la repentina y dura presión de algo recio contra su cuerpo la hizo abrir los ojos. Horrorizada ante el espectáculo que estaba dando y más aún, ante la divertida mirada de Saatfield, quien se había devuelto al templete en busca de su bastón, detuvo el apasionado abrazo y, con toda la fuerza que la desesperación le daba , empujó al duque contra una de las columnas, diciendo:
- Ciertamente vos mi Lord, desconocéis absolutamente la palabra respeto.- respondió Leto, tan envarada como una de las momias de Almack's, actitud que resultaba jocosa debido al aspecto descolocado de su ropa y al lamentable estado de su cabello, luego del arrebatador momento de pasión vivido con Lord Sonrisa Perfecta.
- No veo que Ud se opusiera a mi beso, Lady Charlie- rebatió divertido el duque, no desviando un ápice la mirada de la deliciosa figura que en estos momentos se avalanzaba hacia él hecha una furia.
- De todos los canallas del mundo...¡ Usted es el rey!- manifestó indignada la bella muchacha.- Ha mancillado mi honor y el buen nombre de mi familia.
- En eso debo estar de acuerdo con la dama, Rossdale. Debes cumplirle, y ya sabes como.- exclamó, disimulando una risita divertida, el canalla de Thorne, quien se alejó parsimoniosamente hacia la casa.
Agradecido por la inesperada ayuda prestada por su ex rival de amores y nuevamente mejor amigo Thorne Hamilton, vizconde Saatfield, Alex exclamó:
- Lo siento Charlie, pero el cabeza hueca de Hamilton tiene mucha razón: Debemos casarnos, ya que luego de haber probado el delicioso sabor de tu boca y estrechar tu apasionado cuerpo entre mis brazos, veo difícil mantener mis manos alejadas de ti.
Leto, aún perpleja por la situación y por la propuesta de matrimonio que tanto buscó, se encaminó hacia el caserón. MIentras avanzaba no pudo evitar sentir cierta decepción al obtener lo que siempre quiso, pero no de la forma que había soñado hasta hace solo un par de minutos.
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Mientras tomaba el té en aparente calma junto a una meditabunda Heather, Leto se vio interrumpida por la emocionada voz de Lady Sherbrooke. Haciéndose la desentendida, aún cuando sabía de qué se trataba, levantó su rostro y con su más dulce expresión respondió:
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Buenas Intenciones© #1 Serie Magníficos COMPLETA
Ficción históricaEL GRANUJA Alexander Domeric Ross, cínico y calavera duque de Rossdale nunca imaginó perder la cabeza por un par de inocentes y luminosos ojos castaños, menos si la dueña de aquellos luceros de perdición es la hermana menor de uno de sus mejores am...