EL GRANUJA
Alexander Domeric Ross, cínico y calavera duque de Rossdale nunca imaginó perder la cabeza por un par de inocentes y luminosos ojos castaños, menos si la dueña de aquellos luceros de perdición es la hermana menor de uno de sus mejores am...
" ...Se requiere ser sincero para conservar el amor..."
Tras dar cuenta de la merienda en " El Cardo y el Brezo", Rossdale y Laughton se dirigieron a Inverness.
Durante el camino, Laughton le contó su propia historia familiar, la cual no era desconocida para su círculo debido a la escandalosa conducta que exhibieron sus padres una vez asegurada la descendencia para el marquesado. Pero las peripecias de los progenitores de su amigo no fueron lo relevante de la charla; lo que caló profundo en el corazón de Alex fueron las últimas palabras que dijo Raymond antes de entrar a la ciudad:
- Es preferible entregar tu vida por completo al ser amado, sin temor a demostrar cuan profundo es lo que sientes, a decirlo cuando ya no queda nada por vivir.- Laughton sonrió- Mi madre se arrepiente hasta hoy de haber claudicado tan pronto. Mi padre sólo en su lecho de muerte se atrevió a confesarle su amor. Por eso querido amigo, no me niego al sentimiento. Tal vez disfruto alegremente de los placeres que una o varias noches de pasión me otorgan; no soy un fraile. Pero se con certeza que cuando llegue el momento en que la mujer adecuada aparezca, no dudaré un segundo en tratar de conseguir su corazón.
Aquella convicción impresa en las palabras de su amigo hicieron mella en el duque, por eso una vez arrivados a Glendake House, lo despidió con cajas destempladas.
Tenía un asunto que arreglar con su duquesa.
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La penumbra de la habitación pronto cobró vida gracias al tinte rojizo que desprendían los leños al fuego. Leto aspiró el tenue aroma a nueces que desprendía la madera consumida por las llamas. Aroma suave y a la vez robusto, como Alexander. Sonrió al recordar la forma desesperada y primitiva en la que hicieron el amor esa mañana, sin mediar palabra, sólo besos y caricias que comunicaban la necesidad mutua que surgía de estrechar sus cuerpos y volverlos materialmente uno solo. La despedida se limitó a un delicado beso y un sencillo: " Cuídate. El camino es peligroso", respondido con un leve asentimiento por parte del duque.
- Un penique por sus pensamientos, Su Gracia.- interrumpió Alexander, sacando a Charlotte de su ensimismamiento.
- No creo que le gustara oírlos, mi Lord. Harían sonrojar hasta a una actriz del Drury Lane- sonrió con femineidad, no desprovista de picardía, la interpelada.
- En tal caso querida Charlie, será mejor ponerlos en práctica. ¿ No lo crees?- los verdes ojos del duque
- Mmmmmm... no puedo negar que la idea es tentadora Su Gracia, pero sugiero arreglar ciertas diferencias surgidas entre nosotros. Luego de eso, puedes hacer conmigo lo que te plazca.-terminó Leto, dejando de lado los formalismos.
- Está bien- dijo Rossdale, quitándose la chaqueta y el pañuelo del cuello, y al ver la mirada interrogante de su mujer, respondió-No estoy yendo contra tus deseos, Charlie querida, sólo me pongo cómodo.
