" Los celos injustificados son la peor ofensa que se puede hacer a quien te quiere."
Charlotte se fue hace algo menos de una hora, Alex- fue la respuesta dada por Lady Moira a su primo, añadiendo- dijo sentirse indispuesta. Felizmente Saatfield estaba para escoltarla a casa.
" Ese granuja!"- dijo para sus adentros." No desaprovecha la oportunidad!"
Lady Moira, al ver la feroz expresión del duque, se escabulló escudándose en su rol de anfitriona de la velada.
Rossdale, un caballero al fin y al cabo, agradeció la invitación de Campbell, quien se veía bastante divertido por la malhumorada y mal disimulada premura con que su primo se marchaba. No en vano la cotilla y metomentodo Sabina, la menor de los hermanos Ross había deslizado el motivo de la tirantez que en su tiempo hubo entre Alex y Hamilton.
- Fue un gusto tenerte aquí Rossdale. Lástima que ya no puedas acompañarnos en las incursiones a las tabernas.- dijo Andrew Campbell, y añadió.- Saatfield, Laughton y Fenwick me acompañarán una vez acaben con ciertos asuntos que vinieron a tratar.
- Querido Drew... el hombre casado tiene más diversiones que el soltero. Cuando encuentres a la horma de tu zapato, sabrás lo que estoy diciendo.- Nos vemos mañana. Tus compañeros de juerga y yo debemos pedirte un gran favor.- y se alejó de su primo.
Drew Campbell, sintió incómodidad ante las palabras de su primo. Pero no se debía al favor al que este se refirió, sino al recuerdo de unos rasgados ojos verdes y una lengua filosa y viperina que lo obsesionaban Despejando pensamientos impuros, se fue a la sala de juegos, un lugar seguro en donde no tenían cabida planes matrimoniales, ni niños llorones.
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Apenas llegó a casa, Leto subió a su habitación y pidió a Gwen le preparara unos de sus viejos y cómodos camisones para dormir. La doncella, aunque renuente, obedeció las instrucciones de su querida ama.
Mientras cepillaba su cabello, Leto interrogaba a Gwen acerca del ayuda de cámara de su marido, con quien su doncella (y apostaba su vida en ello), había hecho más que buenas migas. Pues bien, se valdría de la recién descubierta afinidad entre ellos ara averiguar el pasado oculto de Alex.
-... Morris Reed lleva ocho años al servicio de su Excelencia. Eso sí, cuando Lord Rossdale estuvo destinado en Portugal, Morris tuvo que venir a Inglaterra para enterrar a su madre. Lo que si me contó es que su vuelta desde la Península fue bastante confusa.
- ¿Confusa? No te entiendo Gwen Frissell.
- Ni yo. Al notar que mi interés crecía, Reed cambio de tema. Lo siento mi lady, no pude disimular mi curiosidad. Ya se me ocurrirá algo la próxima vez- dijo con una pícara sonrisa la cobriza doncella.
- Sé de sobra a que te refieres, muchacha.- dijo Leto con un guiño de complicidad.
A solas en su habitación, se dispuso a atar los cabos sueltos en su relación con Alex, pero tantos puntos inconexos terminaron por dejarla en el mismo lugar de confusión y oscuridad. Por lo tanto, decidió cerrar el
libro en ese capítulo, y concentrarse en la búsqueda de Tonya Crane, y en lo que le había contado Saatfield mientras la escoltaba a su carruaje. La dulce Antonia había abandonado su hogar en Lancashire hace dos meses, dejando explícitas instrucciones a su abogado para que liquidará sus bienes. Eso sí, sin dar cuenta de su paradero. Quiso la buena fortuna que el letrado gestor de los bienes de la prófuga fuera Richard y Parker Jenkins, oficina que también regentaba los asuntos de Lord Saatfield, pero el hombrecillo y su hermano justificaban muy bien sus excesivos honorarios, ya que guardaban con sumo celo la secreta ubicación de la joven heredera.
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Buenas Intenciones© #1 Serie Magníficos COMPLETA
Ficción históricaEL GRANUJA Alexander Domeric Ross, cínico y calavera duque de Rossdale nunca imaginó perder la cabeza por un par de inocentes y luminosos ojos castaños, menos si la dueña de aquellos luceros de perdición es la hermana menor de uno de sus mejores am...