XII

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Rescatando a Harry.

Cyrine guardó los cubiertos en la alacena, escuchando el crepitar de las brasas donde su padre se encontraba hablando con Charlie Weasley sobre los dragones que se salieron de control en Rumania.

Había pasado lo que quedaba de junio y ya era veinticinco de julio y Cyrine no podía sentirse más desplazada de lo usual. Le había enviado cartas a Ron, Hermione y a Harry durante las últimas semanas, recibiendo respuesta inmediatas de los dos primeros, pero de Harry ni sus luces. No quería apresurarse mucho utilizando su reloj, así que prefirió dejar pasar el tiempo y, quizás, Harry estuviera de vacaciones lejos de Inglaterra… esperaba.

Soltó un suspiro y subió de vuelta a su cuarto, ignorando las furtivas miradas de sus hermanas sobre su nuca y evitando tener conversación con Sebastian que iba bajando las escaleras. No deseaba hablar con nadie sobre lo ocurrido en Hogwarts y el enfrentamiento contra Voldemort donde ella y Harry casi perdieron la vida de no ser porque el profesor Dumbledore apareció a tiempo.

Se sentó en el diván, abriendo un libro de criaturas mágicas frente a la ventana, dejando que la luz del exterior se filtrara por las ventanas iluminando las letras en las hojas, su cabello atado en un moño alto lejos de su rostro pero con mechas fuera de control acariciando sus mejillas y el contorno de su cara.

Pasó la página, leyendo sobre los Bowtruckle y de que se alimentaban cuando tocan su puerta en tres pausados golpes, casi con un minuto de espera cada uno. Sus ojos quedaron pegados en la página, no leyendo nada pero consciente de su entorno; no sabía de quién trataba, aunque se hacía una escaza idea.

—Adelante.

La puerta tardó en abrirse, la figura de su madre haciéndose presente lentamente a medida que adentraba su cuerpo al dormitorio. Su expresión era dudosa mientras cerraba la puerta a sus espaldas y aclaraba su garganta.

—Hola, Cyrine—dijo temblorosa y volvió a aclararse la garganta, logrando que su voz saliera normal y forzada. Cyrine no sabía que pensar—. Ha pasado tiempo desde que tuvimos una charla de chicas…

—Nunca hemos tenido una charla de chicas, madre.—corrigió secamente. Pasó la página en un sonido cortante.

—Sí, bueno, nunca se dio la oportunidad…

—Nunca creaste la oportunidad—atajó nuevamente. Pasó a la siguiente página para mantener sus manos ocupadas y la atención saltando de un lado a otro para evitar muy obviamente a su madre.

—Me dejas terminar—Cyrine no dijo nada y retomó la palabra —. Bien, he estado notando que las, mmm, cosas femeninas de tus hermanas han estado desapareciendo y quizás, no lo sé, te gustaría compartirlo con alguien.

—¿Compartir qué?—Cyrine continuó hojeando su libro.

Su madre dudo y retorció los dedos de su mano, incómoda. Cyrine sabía a lo que iba todo eso, no era estúpida y, solo tal vez, ya se había mensajeado con tía Narcissa sobre eso. Sólo tal vez.

—Que ya eres, uhm, una mujer.

La habitación quedó en silencio, la puerta sonó en un crujido que no pasó inadvertido por Cyrine y su madre esperó a por su reacción. Ella se encogió de hombros y le restó importancia.

「Loyalty」 HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora