XVI

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Un día memorable.

Durante los días siguientes, Cyrine se pasó el tiempo esquivando cualquier camino que la llevara hacia Draco, no queriendo que la hiriera nuevamente. Sin embargo, hubo un día en el que su primo se cansó de los correteos y la envió a secuestrar por Crabbe, Goyle y Nott que estaba de camino.

Nadie logró hacer nada para detenerlos, dado a que ninguno se atrevía a enfrentarse a un trío de Slytherins y más si se trataban de los enormes gorilas. Y Ron y Harry no estaban ni remotamente cerca como para intervenir y comenzar una pelea.

Por lo que ahora, allí se encontraba, sentada en el medio del sofá de la sala común se Slytherin, con Crabbe y Goyle a sus costados, a la distancia de un brazo cada uno y Draco de pie frente a ella con las manos en los bolsillos y mirada amenazante. Basto un corto movimiento de cabeza y Crabbe y Goyle desaparecieron de la vista.

No supo cómo, o porqué, pero la sala común estaba completamente vacía. Debía ser porque todos estaban en clases y ella debería estar con el profesor Lockhart para ver una de las actuaciones de Harry. Pero ahí estaba, enfurruñada y esperando a que Draco reaccione, haciendo otra cosa más que simplemente mirarla de esa manera tan acojonante.

—¿Qué?—espetó.

Draco soltó un suspiro y frotó su cara.

—Lo siento, ¿sí? Sabes perfectamente que no soy capaz de ver a Potter, Weasley y Granger sin sentir unas ganas inmensas de insultarlos cuanto pueda.

—Sí, es obvio que no controlas las ganas de degradar a todo el mundo—murmuró arrugando la nariz y, dándose por vencido, Draco se dejó caer a un lado de Cyrine en el sofá.

—Cyrine, por favor, no sigas molesta—dijo irritado y con una mueca, apoyando un brazo en el respaldo del sofá—. Me conoces mejor que nadie. Eres mi prima más querida…

—Ya has rogado dos veces—murmuró en voz baja, y Draco puso los ojos en blanco—. Pero eso no te da derecho a insultarme de la forma en la que lo hiciste—dijo Cyrine, masajeando sus sienes y subiendo los pies al sofá—. Me dolió lo que dijiste; soy sensible, aunque lo deteste, pero me afectó.

Mirándola con el rostro más suave, Draco soltó un suspiro y la atrajo hacia él para darle un abrazo mientras le acariciaba el cabello. Parece, que después de tantos años, Draco al fin comprendió la manera para calmarla.

Y después de eso, los humos lograron calmarse hasta el término de la semana, con Draco juntándose con ella de vez en cuando entre clases para simplemente pasar el rato como los inseparables primos que eran, y con los chicos intentando llevar las clases del segundo curso. Además, claro, de no olvidar lo que le prometió el profesor Dumbledore respecto a sus clases privadas.

Fue una verdadera sorpresa cuando el sábado por la mañana, mientras iba como un zombie a las prácticas de quidditch con su nueva adquisición de una Nimbus 2.001 (a la cual elogiaron mucho más que a la mismísima dueña), Fawkes, el fénix del director se apareció en vuelto en llamas frente a ella antes de que siquiera tuviera oportunidad de llegar al estadio. No pudo evitar refunfuñar mientras le iba a dar la noticia a Wood de que ese día no asistiría a la práctica. Aunque la manera en la que la miró fue horrible, ella sólo se encogió de hombros mientras se iba, dejándole el pergamino con la nota y de vuelta a los dormitorios para cambiarse el uniforme de quidditch.

Se puso un pantalón de chándal gris sobre las caderas y un buzo en la parte superior antes de calzarse unas lonas que encontró al final de su baúl. No encontró a Hermione y supuso que ya estaría en el campo alentando el entrenamiento de Gryffindor. Se encogió de hombros y dando vueltas un pedazo de papel en la mano, caminó a pasos tranquilos por el corredor hasta la enorme gárgola que le daba la entrada al despacho de Dumbledore.

「Loyalty」 HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora