VII

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Navidad y el espejo de Oesed.

En la víspera de Navidad, Cyrine se fue a la cama, deseosa de que llegara el día siguiente, pensando en toda la diversión y comida que lo aguardaban, pero sin esperar una nota de sus padres. Ya se había acostumbrado a las desilusiones. Sin embargo, cuando al día siguiente se despertó temprano, lo primero que vio fue unos cuantos paquetes a los pies de su cama.

Entusiasmada, saltó a la cama de Harry luego de ir a la de Ron que dormía como una roca. Lo movió pero no pasaba nada, así que teniendo en cuenta cercanía, apretó ambas mejillas e Harry y comenzó a jugar con su rostro, no paró hasta que abrió los ojos y la miró molesto.

—Harry, hasta que despiertas—dijo Cyrine, aún no se apartaba y se encontraba más cerca con las narices chocando. Harry se ruborizó pero Cyrine no parecía darse cuenta—Vamos, ¡arriba! ¡arriba! ¡Hay que abrir los regalos!

Y súbitamente se apartó para correr a la cama usurpada de Neville. A ver sus propios obsequios y Harry pudo respirar normal otra vez.

—¡Feliz Navidad! —lo saludó medio dormido Ron, mientras Harry saltaba de la cama y se ponía la bata.

—Para ti también —contestó Harry—. ¡Mira esto! ¡Me han enviado regalos!

—¿Qué esperabas, nabos? —dijo Ron, volviéndose hacia sus propios paquetes, que eran más numerosos que los de Harry.

Cyrine rió cantarina, vistiendo su típica pijama constando de una camiseta larga, medias arriba de la rodilla de rayas y un suéter. Ninguno de los dos se atrevía a preguntarle si tenía una pijama normal como las otras chicas, pero viendo su alegre rostro pálido observando los regalos que igual eran numerosos... no pudieron.

Desenvolvió uno a uno sin despegar la sonrisa de su cara. Todos tenían la misma remitente; tía Narcissa. A ella no pareció importarle en absoluto que sea una Gryffindor y que sea la amiga del que Draco considera su enemigo número uno.

Cada regalo que abría era diferente al anterior; iban desde libros, hasta frascos con materiales de pociones a los que les veía raros usos. Habían también dulces de todo tipo y de sus chocolates favoritos, cortesía de su única mejor amiga chica Hermione. También había ropa, pantalones y muchos suéteres que quiso ponerse todos de inmediato. Uno resaltaba más que los otros, era de color crema con el celeste haciéndose presente como si estuviera diluyéndose, se veía cosido a mano y Cyrine realmente dudaba que su tía Narcissa sea capaz de tejer un simple suéter.

Sin embargo, fue otro paquete que le llamó la atención; era cuadrado y sin remitente, tan solo una carta que en fina y curvada letra se leía:

Esto era de tu madre, me lo confió antes de irse. Sé que le darás buen uso, eres su hija después de todo.

Sabiendo esto, sé que habrás de usarlo con la persona correcta. Te deseo una feliz navidad.

Pero nada más, dándoles la espalda a los chicos abrió el paquete. Era una simple caja que al destaparla mostraba dos medallones de como dos centímetros y medio de color dorado y con gargantilla cada uno del mismo color, tenía peculiares detalles en los bordes entrelazados. Cyrine tomó uno y apretó un curioso botón, para su sorpresa éste se abrió como una tapa mostrando las agujas de un reloj apuntando la hora del día en números romanos.

Cogió el otro y siguió el mismo procedimiento, sin embargo, las diferencias se notaban en las iniciales del reverso de la tapa. Una de ellas ponía en linda letra Cursiva las iniciales E.G. y en la otra... bueno, diferían bastante. Intuyó que se trataban de las iniciales de las personas a quienes le pertenecían, pero si era de su madre, ¿por qué una E en vez de una D? ¿Servirían para otra cosa más que para ver la hora?

「Loyalty」 HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora