XIX

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Una dosis familiar.

Dando vueltas en la superficie acolchonada que parecía ser una cama, Cyrine sintió un agudo dolor cruzar por su cabeza y pintas blancas brillaron detrás de sus párpados mientras el bullicio a su alrededor comenzaba a desvanecerse. Leves hormigueos recorrieron sus brazos y movió los dedos para ver si aún estaban  ahí.

Esperó lo que parecieron ser unos diez minutos y soltó un suspiro antes de abrir los ojos, visualizando el alejado techo  de la oscura enfermería y reparar en la aún borrosa figura de quien lucía como la señora Pomfrey.

—Oh, buenas noches, señorita Grey—musitó en tono desenfadado, esbozando una pequeña sonrisa mientras vertía un líquido de tono rojizo en un vaso sobre la mesita de noche—. Me estaba preguntando a qué hora despertaría.

Un poco aturdida, Cyrine pestañeó rápidamente, acomodándose en la cama en una posición sentada y recostándose contra las almohadas. Le echó un vistazo a su alrededor, notando que estaba rodeada por tres largas cortinas que evitaba a alguien verla desde afuera… o que ella pudiera ver el resto del salón. Tan solo pudo deducir que ya era muy tarde.

Confundida, observó a la señora Pomfrey con duda.

— ¿Qué ha sucedido?—cuestionó tocando su cabeza y grande fue su sorpresa cuando notó una venda rodear sus sienes.

— ¿No lo recuerdas?—preguntó en su lugar, frunciendo el ceño antes e que su expresión e aflojara en una suave mirada comprensiva—. No debería sorprenderme, tu caída fue una de las cosas más horribles que he presenciado en mi vida, cariño.

— ¿Caída?

—Así es—respondió con una leve sonrisa a lo que le extendía el vaso de extraño líquido rojo—. Ten, bebe esto. Lo necesitas más que nada.

Sin poder evitar sentirse confusa y extrañada, Cyrine acarició su cabeza en el lugar donde zumbaba aún molestosamente. Grande fue su sorpresa cuando al sacar la mano, brillantes mechones blancos se enredaron en sus dedos y ahogó una exclamación, tirando el vaso al suelo de la impresión.

—Por Merlín, ¿qué sucede, cariño?—dijo la señora Pomfrey luego de pegar un brinco y frunciendo levemente la frente, sentándose a su lado en la camilla.

Cyrine alzó los brillantes ojos ahora plateados y la expresión asustada mientras preguntaba:

— ¿Por… cómo me pasó esto?

—Te atravesaste cuando una bludger intentó derribar a Harry, cielo—respondió comprensivamente, quitándole el pelo de la cara en un suave gesto—. Comenzaste a cambiar mientras descendías. Por suerte no estabas muy lejos del suelo y el barro amortiguó la caída.

— ¿V-vieron… me vieron? ¿El colegio en-entero s-sabe?

Soltando un suspiro, la señora Pomfrey tomó las manos de Cyrine entre las suyas y les dio un suave apretón, haciendo un mohín poco convencido con los labios.

—No deberías preocuparte por eso ahora. Tienes que dormir y descansar, esto no será fácil de disuadir y ya que tiraste la poción—agregó con evidente regañó y Cyrine se encogió—, pero no te preocupes; el profesor Snape ha preparado un caldero entero… oh, y por cierto, no recibirás visitas a menos de que Dumbledore lo autorice, ¿entendido?—Cyrine sintió ahogando un suspiro mientras bajaba la mirada a sus manos entrelazadas entre sí—. Bien, ya he dicho todo entonces…

— ¿Cómo está Harry?, ¿él se encuentra bien, verdad?

Conmovida por la preocupación expresada en su pálido rostro, la señora Pomfrey no pudo evitar sonreír, poniéndose de pie.

「Loyalty」 HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora