Como hace unos años.

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Seis meses se habían deslizado. Seguía reuniendo dinero, aunque ya había superado mi meta, sabía que necesitaría más para huir, perderme y encontrarme sin regresar a casa en un buen tiempo, o tal vez nunca más regresar a casa para quedarme. Últimamente mis pensamientos se centraban en Boss, era necesario que lo llevara conmigo pero a veces me parecía imposible, yo apenas sobreviviría y él tendría que ir conmigo a todos lados, aumentaría gastos, necesitaría buscar un lugar donde lo aceptaran... eran varias cosas en las qué pensar y yo ya me sentía lista para la caída libre.

—Mamá, cenaré en casa de papá —Avisé mientras bajaba las escaleras con Boss pisándome los talones —¿Puedes cuidar a Boss? —Pedí mientras me veía al espejo antes de salir.

—Ya lo he cuidado un año Jane —Rodó los ojos.

—Seis meses —La corregí.

Salí de casa y tomé mi bicicleta, mi padre había cedido a mis deseos de tener algo para moverme por la pequeña ciudad y me había regalado una bonita y pequeña bicicleta.

No recordaba perfectamente la última vez que había pasado tiempo con su esposa. Convivía con Tessa porque nos habían criado como hermanas pero la madre de Tess no era mi persona favorita en el mundo, apenas me la presentó mi padre cuando era una pequeña y me di cuenta que jamás podría quererla o simplemente sentir respeto hacia ella, no la odiaba pero podía decir que la toleraba y estaba agradecida de que no me obligaran a convivir mucho con ella; Tampoco era su favorita, Jenna, la madre de Tessa me había formado en su cabeza como la chica que creció sin un padre a lado, que había perdido el camino y necesitaba llamar la atención.

Al estar frente a la puerta solté un profundo suspiro, sacudí mis brazos y toqué el timbre mientras contenía la respiración. Su jardín era grande, al igual que la casa, y lucía cuidado. La última vez que había entrado fue cuando tenía 10 años, era el cumpleaños cinco de Tessa y mi padre le había pedido a mi madre que me dejara ir a la fiesta sorpresa de cumpleaños que le tenía preparada; sin embargo la sorpresa me la llevé yo. Mi padre lucía radiante, con una sonrisa que le adornaba la cara y lo hacía lucir más joven, Jenna sonreía a los amigos de mi hermana y yo sólo estaba sentada en un enorme sillón mirando cómo mi padre lucía tan feliz, nunca lo había visto así, siempre lleno de trabajo y tampoco es como si recordara mucho, él había decidido formar una nueva familia cuando yo tenía cinco años, justo la edad que Tess estaba cumpliendo. Había sido el día más triste de mi vida; en la foto familiar de cumpleaños había salido con los ojos llorosos mientras mi padre, Jenna y Tessa le entregaban una radiante sonrisa a la cámara. Después de la fiesta regresé a casa y lloré en el hombro de mamá...

La puerta se abrió, mi padre me dedicó una amplia sonrisa y me hizo entrar.

—¿Dónde puedo dejar la bicicleta? —Pregunté sintiéndome un tanto incómoda, había sido mala idea recordar esa fiesta de cumpleaños.

—Oh yo la acomodaré, es un lugar seguro no creo que le pase nada si la dejamos fuera —Comentó recargando la bici en el pequeño árbol del jardín.

—Perfecto —Respondí mientras caminábamos dentro de la casa.

Mi padre lucía nervioso y podía jurar que yo lucía exactamente igual. Nada de peleas o comentarios groseros me recordé.

—Siéntate donde gustes Jane, esta es tu casa —Sonrió amablemente mi padre —Tessa baja en un momento, estaba chateando con un muchacho.

"Chateando" —Reí— Esa palabra es casi nula papá —Me senté en el que parecía ser el sofá en el que 15 años antes había observado a la nueva familia de mi padre.

Cuando ella se fue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora