Epílogo.

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Empujó un poco la maquinita que se negaba a darle su resfresco aún cuando su dinero ya había sido depositado en la ranura, haciendo que empiece a arrepentirse de no haber caminado un poco más hasta llegar a la cafetería y pedir ahí un refrescó, pero él qué iba a saber que aquella máquina era una estafadora tan sólo ese era su tercera semana en el instituto y como quiera conocía de su habitación a su salón y a la cafetería, porque en las tardes pasaba gran parte leyendo, diciéndose que ya encontraría otro momento para recorrer el instituto, que no tenía que tomar todo a la ligera.

El sonido de la lata recorrer la máquina hasta caer le hizo sonreír porque después de todo no iba a ser estafado por aquella máquina, introdujo su mano hasta que sus dedos tocaron la lata y su sonrisa se borró haciendo que un mohín aparezca en sus labios porque no era el refresco de durazno que él había querido, sino que éste contenía gas y era de naranja, ya podía sentir el sabor artificial de tan sólo mirarlo, resopló y volvió a empujar la máquina para ver si tal vez caía el refresco que él quería, porque estaba seguro que él que obtuvo fue el de alguien más que también había sido estafado por aquella máquina. La lata se deslizó de sus dedos cayendo y rodando un poco más allá, haciendo que se detenga para ir a recogerla, ya no volvería a intentar con aquella máquina porque ya había empujado más que la vez anterior y no caía su refresco.

Tomó su mochila que estaba al lado de la máquina y empezó a caminar de regreso a su habitación, al menos tenía algo que beber, alejó un poco la lata al abrirla y escuchar el sonido carácterístico del gas, ejerció un poco de fuerza para abrirla y lo único que obtuvo fue que por un pequeño agujero empezara a salir el refresco, haciendo que retroceda un poco para no mojarse pero no había visto al chico que estaba pasando en ese momento y terminó mojándolo.

Lo siento, no fue mi intención, fue un accidente, por favor discúlpame —dijo todo rápido y desesperado por aquel accidente que acababa de sucederlo, porque su suerte no podía ser peor, primero la máquina lo estafaba y ahora mojaba a alguien mientras abría la lata de un refresco que no era precisamente el que él deseaba beber.

O tal vez sí su suerte podía ser peor porque cuando vio al chico enojado y algo estupefacto por lo sucedido, él hubiera preferido ser quien fue mojado por aquel refresco, porque lo había visto antes, de hecho había sido quien más llamó su atención el primer día que pisó el instituto, aún cuando ni siquiera era alumno de ahí, cuando acompañó a su mamá para ver el lugar en el que pronto estudiaría, él estaba junto a otro chico un poco más bajo que él, jugando en una de las canchas de baloncesto cuando él quiso recorrer un poco el lugar porque se había aburrido de esperar junto a su mamá a que el director la pueda atender, y cuando finalmente él inició las clases siempre lo observaba detrás de alguno de los libros que leía cuando lo veía entrar en la cafetería junto a sus dos amigos, y ahora estaba ahí, frente a él y mojado por un refresco el cual era suyo.

—¿Fue un accidente? —inquirió el chico, los murmullos y risas eran un fondo mudo ante el enojo que veía en el chico.

—No, no fue mi intención yo...

—¡Sólo apártate! —dijo empujándolo un poco, y pasando a su lado, dejando más que claro lo molesto que estaba, y es que a quién no le iba a enojarr que estando caminado por un pasillo tranquilamente alguien te "bañe" con un refresco.

Él sólo pudo quedarse viendo la espalda de aquel chico, considerando que tal vez la suerte ese día en verdad no estuvo de su lado.

"Min Ho, Choi Min Ho puedo jurarte que todas las formas en que por primera vez quería que me miraras esta era la que menos pensé, lo siento".

We meet again.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora