Capitulo 6 - Si eres menor ¡Fuera!

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Capítulo 6 – Si eres menor ¡Fuera!

–Buenos días, doña Alba.

–Hola cariño ¿Qué tal todo? No te paso nada. ¿Verdad que no? – la señora Alba estaba nerviosa. Tenía miedo de que le hubiera ocurrido algo a su pequeña.

–No, gracias a Dios, de que no. A parte de llevar conmigo al Señor, también llevo esto – dijo, señalando el spray de pimienta.

–¡Ay mi niña! Como me alegro. Toda la noche me la pase rezando por ti, para que llegaras bien a casa.

–Hombre, muchas gracias. Tome – Cristal sacó unos billetes del pantalón –. Mi  jefe es una buena persona, me ha pagado.

–No hace falta – se adelanto la señora –. Lo hago con mucho gusto, sé que necesitas dinero, compra comida con eso. Que estas muy flaca – la reprendió la señora, acordándole lo flaca que estaba.

–No – se negó rotundamente –. Me resultaría una ofensa sino toma el dinero. Todos los necesitamos, estoy trabajando, con gusto le pago, por favor, tómelo – insistió.

–Pequeña, de verdad, lo necesitas, más que yo. Tengo a mis hijas y nietas que trabajan, tú no tienes  a nadie – con pena y melancolía, Alba, le hablaba, recordando como Adela, se montó en un coche negro una noche, y jamás regreso. Dejando a esas dos criaturitas solas.

Y de nuevo la pena. Es que esa mujer no se cansaría de demostrarle la pena que siente por ella. Es cierto que aun es una niña, y que tenga que trabajar a tan temprana edad, estudiar, y cuidar de su hermano, no quiere decir, que por ende, todos le tenga que tener lastima. Cristal cree que en vez de lastima, pena, o lo que se le ocurra a la gente, deberían mejor valorar lo que tienen o admirarla, ella, nunca sé a puesto a pedir en la calle o llorar cuando no tiene que comer. Es tan simple como respirar, tratar de salir adelante, llorando, suplicando o reclamando al cielo, su pobreza no sé ira.

Cristal sabe que doña Alba, es una buena persona, que innumerable de veces la ha ayudado y pedido que viva con ella, pero a Cristal, no le gusta la caridad, ni que la cuiden, como si fuera una carga. Le gusta hacer las cosas por ella misma, así nadie tiene que reclamarle o decir que le han dado algo. 

–Agradecería que lo tomara – determinó, no permitiendo un no como respuesta.

–Eres tan humilde. Dios te lo recompensara, ya veras, Cristal, Él, sabe quienes son las personas buenas... – la anciana, empezó a sacar su cristianismo a flote, y Cristal, vio la mejor manera de huir.

–Adiós, doña Alba – agitó la mano llegando a la entrada de la puerta –. Gracias por cuidar de Leo.

Antes de llegar a casa Cristal decidió a ser la compra. En casa no había mucho que comer así que prefirió pasarse por el mercado. Con algunas bolsas plásticas llegó a su humilde casita. Leo estaba feliz, Cristal había comprado algunos chocolates y no veía la hora de probar unos. Después de la comida, Cristal limpio un poco estornudando varias veces por aquel polvo y quizás un posible resfriado.

–¿Estás enferma? – preguntó Leo, mirando a su hermana con el ceño fruncido.

–Por que dices eso.

–Tu nariz – señaló el niño tratando de alcanzar la frente de su hermana –. Está sangrando, pero no te siento caliente.

Cristal por unos leves segundos se quedó de piedra, luego por inercia su mano llego hasta tocar la punta de su fina nariz y ¡¡Era cierto!! Aquel rojo liquido salía a chorros. Como el niño aun seguía con cara enigmática, Cristal salió de su trance. No era momentos de preocupaciones.

Sólo... ¿Bailas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora