Capitulo 27 - La noche que no se duerme.

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Capítulo 27 – La noche que no se duerme.

En el estómago de Cristal un nudo se formaba. Estaba demasiado nerviosa. Sé lo había dicho a Dalia, aquello no era el mejor obsequio que se le pueda regalar a un hombre. Tomó oxígeno en sus pulmones antes de salir del baño. Se había quitado el vestido, tan sólo quedando con el polo sin mangas de Alex, del cual se había adueñado. Miró nuevamente el Babydoll  que había comprado junto con su cuñada, color rosa con encaje y muy provocativo. Le pareció demasiado... Vergonzoso, ella no quería guerra... O ¿Sí?

Se asomó por la puerta, viendo los pies de Alex en la orilla de la cama. Suspirando nuevamente, se atrevió a salir. Su amor, se había quedado dormido esperando su llegada. Con calidez le acarició la mejilla. Le beso los labios. Se levantó tratando de quitarle la ropa. Apenas y pudo quitarle la camiseta. Alex se veía muy tierno durmiendo, pero estaba muy pesado. A la fine sólo le dejó el pantalón desabrochado. Cuando se iba acostar no pudo resistir un pequeño gritito de sus labios.

–¿Qué hacías? – él la miraba desde arriba, con una encantadora y juguetona mirada –. Tratabas de aprovecharte de mí.

–¡Claro que no! – exaltó presa del pánico –. Sólo quería ayudarte a dormir más cómodo.

–Y... Por eso has querido quitarme la ropa. Para utilizarme como un objeto sexual. No lo esconda tu mirada lo dice – aseguró con un tono muy perverso.

–Estás... – Cristal no resistió su mirada. Volteó la cabeza mordiendo su labio –. ¡Estas loco!

–Sólo por ti – y con esto atrapo sus labios junto a los de ella, fundiéndose en un deseado beso. No podía controlar sus sentimientos. Estaba siendo dominado por el deseo. El deseo de tenerla para él todo los días – ¿Qué pasa? – preguntó, cuando ella intentaba salir de sus brazos.

–Quiero darte tu regalo.

–¡Oh vida! – Alex soltó una carcajada –. Si ya me lo estas dando.

–No, un regalo de verdad – quería levantarse, pero él no la dejaba –. Detente – suplicó, sintiendo sus labios por su cuello. Aquello, era inevitable. De tan sólo sentir su humedad lengua rozar su tierna y blandita carne, la volvía loca, perderse, hasta no recordad su nombre.

–No hay mejor regalo en está vida que no sea tenerte aquí conmigo – nuevamente recargo su cuerpo en el de ella, esperando así que le correspondiera. Hubiera vendido su alma, hubiera nacido de nuevo, sólo por estar... Con ella.

Esa noche ambos hicieron el amor por primera, segunda, tercera... Veces que sé repitiera. Cayeron desfallecido en la cama: Ella por un lado y él por otro. Cansado, la tomó por la cintura recargando ese delicado cuerpo bañado en sudor, en el suyo. La recorrió desde la cintura hasta llegar a su vientre. Le dio suaves caricias. Delineo con recelo su lunar. Aquel lunar que le gustaba tanto. Se inclinó para besarlo. Cristal, gimió sin poder ocultar más sus emociones.

–Te amo – fue lo último que escucho antes de cerrar los ojos y entregarse al placer.

**

Como agradecimiento por la fiesta, Cristal había pensado en pasarse el día ayudando a Dalia en lo que pudiera. Junto a un ocupado Alexander pasaron por una floristería comprándole unas flores de jardín para el repertorio de su cuñada. En el trascurso de tiempo que le llevo llegar a casa de su cuñada, Cristal se encontraba algo desilusionada. Era sábado y al parecer Alex tenía muchos problemas en la oficina. No dejaba de hablar por el móvil. En ocasiones gritaba algo alterado por unos informes.

Bajo del coche a toda prisa, regalándole una sonrisa abierta a su ahora familia adoptiva. Como era de esperarse los niños aun no se habían levantado. Raúl la acompañó a la terraza donde estaba Dalia preparando el desayuno. Todo estaba perfectamente limpio, como si nunca se hubiera realizado una fiesta de cumpleaños en ese hermoso y gran jardín, cubierto de flores y pasto verde, con una bella fuente y piscina.

Sólo... ¿Bailas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora