Capitulo 23 - Este feo y hermoso mundo.

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Capítulo 23 – Este feo y hermoso mundo.

Desde mí ventana le  veo llegar. Mis tripas resuenan con furia. Estoy demasiado nerviosa y no sé que hacer. Agitada con un sudor frío que recorre cada parte de mí ser, camino por la habitación sujetando el tubo de mí suero. Está semana he estado muy bien, realmente demasiado bien. Mí nariz no ha sangrando ni tan poco he tenido nauseas y justamente hoy, el día de mis análisis matutinos ciento unas ganas de desmayarme para poder dejar de sentir éste nudo en mí estómago. Si todo sale bien podré irme a casa. Lo deseo con todo mí corazón, saber que ya estoy bien. Que podré ir a clases, hacer amigas, estudiar una carrera, conocer chicos, irme de fiesta. Resoplo, mirando el techo pensando que un milagro caerá. Yo sólo quiero hacer las cosas que hacen las adolescentes de mí edad.

<<Vivir antes de morir>> Es lo que realmente quiero.

–Todo saldrá bien – dice papá mientras arrastra la silla de rueda. Sus palabras están cargadas de entusiasmo que  me da miedo. Sé que mí cuerpo es débil y no sé si pueda soportar el hecho de no sanarme y que mí padre se sienta triste.

El doctor hace una pequeña broma antes de sacarme sangre. Yo  sonreí sin ganas. Papá está nervioso y con disimulo se quita las gafas para limpiarlas con un pañuelito. Sé que está llorando. Me hago la loca y miro para otra parte. Esto es doloroso. Si todo sale mal no sé si pueda soportarlo. El médico me dice que me veo muy bien que pronto podré irme a casa. No lo puedo creer aun no tiene mis análisis y ya da por sentado que quizás pueda irme a casa. Esto sí es un milagro. Me alegro tanto que sin darme cuenta dos gotas corren por mis mejillas. Papá abraza al doctor, luego viene hacia mí y llora conmigo. 

–Papá ¿Crees que sea cierto? – pregunto, cuando ya estamos en la habitación –. ¿Y sí aun no he mejorado?

–¡Claro que sí, cielo! Has escuchado al doctor. Tu presión está bien y tienes un buen color. Sólo faltan los análisis que de seguro saldrán perfecto, cariño.

No me atrevo a contradecirle se ve demasiado emocionado. Me hago a un lado para que se acueste conmigo. Me empieza hablar del mar y de una vieja historia respecto a un banco. No sé si sea cierto, pero me gusta escucharle.

Cuando abro los ojos puedo ver que ya es media tarde. En mí regazo hay una nota, en ella dice que vendrá luego. Dudo que eso sea posible, sea ha pasado el día aquí y no creo que hoy le dejen dormir en está habitación. Me levanto tambaleándome me siento algo mareada. Me sostengo  de las paredes para llegar al baño. Miro mí cara en el espejo, estoy muy pálida con unas profundas medias lunas alrededor de mis pómulos. Y entonces sucede, unas terribles nauseas de devolverlo todo se apoderan de mí, los ojos se me van cerrando. Estoy mareada. Trato de sostenerme del lavamanos, pero no puedo y caigo. El suelo esta frío, mi respiración es irregular, quiero que se vaya el dolor, me duele el estómago, no me puedo levantar, soy débil, soy débil, grito, grito con rabia, le ordenó mentalmente a mis pies que se levanten, pero no escuchan, me sale baba por la boca. ¡Dios! ¿Por qué no me muero y que se vaya este dolor?

No sé cuanto tiempo estoy así. El dolor se va pasando, se va, hasta que puedo levantarme. Estoy muriendo. Arrastra llego a la cama. Al momento de lanzarme en ella escucho la puerta abrirse. Cierro los ojos.

La enfermera me despierta. Tengo que cenar. No me gusta lo que tengo que comer. En mí plato todo los condimentos son verdes. Ni dulces ni colores. A la fuerza me comí cuatros cucharadas de cada cosa. No pensaba comer nada más, me importaba poco lo que dijera la enfermera.

**

Estoy recostada en la camilla con ambas manos cubro mi rostro. Hoy él llega tarde. Le rogué al doctor que me dijera a mí los resultados de los análisis, pero no ha querido, entonces eso quiere decir que no son como esperaba.

Sólo... ¿Bailas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora