Capitulo 11 - Todo se resume en una balanza.

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Capítulo 11 – Una balanza.

Como le había prometido, Alexander estaba en la salida. Hoy estaba muy guapo, sólo llevaba unos vaqueros rotos, con una camiseta blanca, al parecer no quería ajustarse a la temática de la fiesta de hoy.

–Sube – le ordenó abriendo la puerta de ese cochazo.

Cristal se iba a echar a reír. Sólo le miró y moviendo la cabeza a ambos lados, se fue hacia la parada de su bus. 

–¡Espera! ¿Dónde vas?

–A mi casa.

–Puedo llevarte. Sube – volvió a ordenar –. No tengo todo el tiempo.

–No – replicó Cristal. 

–¡Sí!

–¡Que no! Entiéndelo – gruñó, siguiendo su camino.

–Te despido.

Cristal se volteó mirándolo con rencor. Recuperando aquello llamado vergüenza subió con su cabeza en alto. El coche era una pasada. Nunca se había subido a algo así. 

–¿Cómo estás? – Alexander rompió el silencio. En sus labios había una pequeña sonrisa de burla y ojos  triunfador. Utilizar el chantaje de “Te despido”, al parecer funcionaba.

–Que le importa – contestó Cristal alejándose lo más lejos posible que le permitía el coche, pero él volvió a invadir su espacio personal.

–Eres muy mala hablada. Si te pregunto algo con respecto deberías de responder de igual forma.

Poniendo los ojos en blanco Cristal musitó un inaudible:

–Lo siento.

–Eso esta bien. Hoy estabas muy guapa.

–Gracias.

–¿Por qué no me miras a los ojos?

Cristal dejó de ver por la ventanilla y le miró. Esos ojos azules estaban llenos de burla. 

–¿Sabe por donde vivo? – preguntó, mirando al chofer.

–Sí.

Unos minutos más tarde Cristal se desespero. Empezó a sentir calor, Alexander no apartaba la vista de ella. 

–¿Por qué me mira tanto?

–Es que quiero saber... Él porque tus ojos no me miran – continuó Alex acercándose –. Él porque hoy te vi coqueteando con varios chicos – ahora ya estaba más que cerca. Sus respiraciones chocaban –. Él porque tus labios – dijo mirando directamente su cometido –, eran besados por Andrés – su entrecejo se arrugo por un leve momento al recordar aquello.

–Por que... Me pones nerviosa – logró decir Cristal, con los ojos fijos en lo de Alex. Ya estaba perdida. Se había sumergido en el matiz azul de sus ojos y más cuando al pasar por farolas podía admirarlo con detenimiento.

–¿Qué? – Alex, estaba confuso –. No comprendo.

–Tus ojos, me penen nerviosa – habló Cristal muy bajito. Con sus propias manos empezó a jugar, a entrelazarlas, sin saber que hacer.

–Deberías... Siempre – ahora Alex cortó la distancia. Se apodero de sus la labio inferior y superior con mucha delicadeza profundizó un  apasionado beso –. Ponerte nerviosa – susurró dejándola respirar.

–¿Por qué lo haces? – Cristal, estaba nerviosa. Las mejillas le ardían y le daba vergüenza mirarlo a la cara.

–¿Hacer que?

Sólo... ¿Bailas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora