cap. 2

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El Sr. Wonka y Charlie caminaban de la mano por los grandes pasillos de la enorme fábrica. Se dirigían hacia donde se encontraba la demacrada casa de la familia del muchacho para saludar.
- Buenos días, mamá. - saludó Charlie a su madre, quien se encontraba preparando ensalada para acompañar el pollo del almuerzo.
- ¿Vienen a comer? - les preguntó la mujer a los hombres, desviando levemente su vista hacia sus manos entrelazadas.
Eso no le parecía para nada extraño, ya que ella sabía perfectamente sobre la relación que mantenía el dueño de la fabrica chocolatera con su hijo.
- Sí... ¿Cómo anda el abuelo José? - cuestionó el menor, acercándose a la cama en la que dos de sus abuelos descansaban. Lamentablemente los otros dos faltantes, pasaron a mejor vida a solo 3 años de vivir en la fábrica. Quedaban el abuelo José, quien estaba enfermo, y la abuelita con sordera.
- Igual que antes... No empeora, pero tampoco mejora. - respondió la madre, dejando de lado los vegetales que cortaba.
- Si necesita más medicamentos podría... - comenzó a ofrecer el de sombrero, pero la mujer lo interrumpió.
- Gracias, Willy, pero ya no le hacen efecto alguno. - anunció decaída.
Charlie se acuclilló junto a su inconsciente abuelo que un día lo acompañó a conocer la fábrica que actualmente es su hogar.
- Abuelo... Vamos, tienes que mejorar. No puedes morir ahora, debes esperar un poco más... Solo un poco más. - susurraba para el mayor, mientras una lágrima caía por su mejilla.
- Charlie... - murmuró José, antes de comenzar a toser exageradamente - Todo va a estar bien, niño... - fue lo último que dijo, con el rostro de su nieto entre las manos, antes de volver a quedarse dormido.
- Abuelo... - sollozaba el muchacho.
- Charlie, vamos. - dijo Wonka, con una mano sobre la espalda del nombrado. Éste asintió repetidamente, y se levantó para abandonar la pequeña casa.
- Se va a morir. - lloraba ya afuera de la casa, siendo abrazado por el chocolatero.
- Tranquilo. - intentaba consolarlo éste, pero la tarea era difícil.
- Tú también dijiste que morirías, pero aún después de tantos años sigues igual que cuando comenzamos... ¿por qué él no puede seguir así? - se preguntó Charlie, sin esperar respuesta alguna.
- Charlie, cariño, no podemos hacer nada para que no muera... Pero podemos hacer que disfrute de lo que queda de su vida. - dijo animándolo.
- Tienes razón. - el menor sorbió su nariz.
- ¿Qué tal si vamos a prepararle algo para que coma? Sabes muy bien que el abuelo ama los dulces. - Wonka lo separó un poco para mirarlo a los ojos, rojos por llorar. Utilizó sus pulgares para limpiar las lágrimas de sus mejillas, y le dedicó una gran sonrisa.
- Me parece una gran idea. - le devolvió la sonrisa.
Ambos se alejaron de la choza abrazados, Charlie tomando por la cintura a Wonka, quien pasaba un brazo por sus hombros evitando que se separara.
- Preparemos chocolates... Pero los quiero hacer yo. Sin ayuda. - dijo Charlie cuando arribaron a la cocina personal del Sr. Wonka, que se encontraba en el área que éste habitaba.
En ese sitio había un cuarto (donde Willy dormía), un baño enorme, un gran living con una televisión de 72 pulgadas y un sofá en L, la ya nombrada cocina, y una habitación de invitados (la cual jamás había sido utilizada).
- Como usted ordene. - Wonka hizo una reverencia ante su sucesor, aprendiz y amante.

Chocolate Love (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora