El muchacho canadiense, Robin Blare, se encontraba perdido en las frías calles de Canadá. Se había alejado de casa demasiado, y todo por encontrar el último boleto Wonka...
Solo le quedaban 5 dolares, lo que le alcanzaba para una última barra de chocolate.
Se acercó a una tienda que aún estaba abierta, y meditó cuál chocolate tomar. Optó por uno básico de chocolate con leche, y se acercó a la caja para pagar por él.
Decidió abrirlo antes de salir, y al desgarrar el envoltorio lo vio. ¡Allí estaba el boleto negro que tanto deseaba!
Volvió a cerrar el dulce y lo guardó en su chaqueta, para luego correr hacia donde creía que estaba su casa.
Y afortunadamente, no se equivocó. Su hogar estaba a unos 15 minutos caminando en aquella dirección.
- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Lo encontré! ¡Es mio! - gritaba el chico al entrar a la gran casa.
- ¿Encontraste qué, Rob? - le preguntó su madre con una sonrisa.
- ¡El boleto negro! ¡Lo encontré! - respondió, buscando en el bolsillo interno de su chaqueta el chocolate semi-derretido con él papel adentro para mostrárselo a su madre.
- ¡Dios! - se sorprendió ésta. Sus ojos abiertos cual platos, sin dejar de observar aquel boleto que indicaba que su hijo era un "elegido".
- ¡Conoceré a Willy Wonka! - saltaba de alegría Robin.
La señora Blare seguía anonadada, pero en cuanto se recuperó de shock, compró dos pasajes de avión hacia Inglaterra lo antes posible.
El joven, de tan solo 15 años, se sentía muy afortunado. Estaba realmente feliz por su hallazgo.Por otro lado, cruzando el océano atlántico, se encontraban los otros ganadores. Todos hospedados en el mismo hotel barato por un par de noches.
- Soy Lucas, 16 años. Un gusto. - saludó el argentino, aunque nadie respondió - Oigan, sé que tenemos mala fama, ¡pero no todos somos mala gente! - se quejó. Los extranjeros siempre hablaban mal de su país, y aunque sí se encontraban con algunos problemas, no significaba que todos los argentinos fuesen iguales. Que la gente creyera eso le fastidiaba sobremanera.
- Buenas, soy Lucia. Tengo 17. - se atrevió a hablar la española, con su distintivo acento. Su cabello rubio recogido en una trenza de lado y sus profundos ojos celestes fueron lo que cautivó a Lucas desde el principio. La joven era preciosa.
- Y yo me llamo Jacob, 18 años. ¡Ahora todos seamos amigos! - se burló el australiano. Su mal humor no lo abandonaba nunca. Creía que todos a su alrededor eran unos idiotas retrasados. Él creía ser superior a los demás, y así se comportaba.
- Luiggi. 15. - le tendió la mano el italiano al morocho argentino. Éste la aceptó amablemente.
- Bien, bien, si insisten en presentarse... Mi nombre es Gunter Sbrizza. Y no, no soy descendiente de Hitler. Mi apellido es ruso, como habrán notado. Y tengo 16 años de edad. - hablaba el alemán. El típico rubio gordito que habla mucho cuando está nervioso.Los cinco adolescentes charlaban animadamente de cosas completamente triviales mientras esperaban la llegada del último chico.
Robin estaba en el avión, a unas cuatro horas de su destino. No veía el momento de llegar...
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Chocolate Love (Yaoi)
FanfictionYa pasaron 7 años desde aquella visita a la fabrica Wonka. 7 años de que Willy y Charlie se conocen. 7 años en los que su amor por el otro creció con cada día juntos. ¿Pero qué pasará si llega alguien más a dar vuelta su mundo de golosinas? **** Wo...