cap. 7

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Robin fue el último en arribar a la fábrica. Los otros cinco chicos ya estaban parados en frente del gran portón negro, preparados para su gran aventura. Sus padres, a sus lados, esperando con ansias recorrer aquel lugar misterioso.
Cuando Robin se posicionó junto a su madre, a la derecha de Lucas, una voz habló por los parlantes de la fábrica.
- Damas y caballeros, les doy la bienvenida a mi fábrica... - se oyó una tos de un desconocido ante el público - Nuestra fábrica, quise decir. - se corrigió - Los afortunados ganadores de los seis tickets negros den un paso al frente. - los chicos obedecieron junto a sus padres - Fueron los chicos los ganadores, los padres se quedan afuera. - otra tos - Quiero decir: "los padres pueden quedarse en el exterior de la fábrica, por favor. Los únicos permitidos a pasar son los que hayan obtenido el boleto. Gracias."
Los padres se miraron preocupados, y se dirigieron a sus hijos. "¿estarás bien?", "¿podrás estar solo?", preguntaban. A lo que sus hijos les respondían con obviedad.
Finalmente los padres cedieron, y fueron los chicos los únicos en frente del portón.
- Adelante. - volvió a hablar Wonka, y la enorme puerta de metal se abrió ante ellos.
Los adolescentes, embobados, se encaminaron hacia la gran construcción blancuzca, con chimeneas que no dejaban de echar humo. Hacían ya siete años que no se detenían, y gracias a ello la fábrica había vuelto a la vida.

Se detuvieron justo frente a unas compuertas que se abrieron en cuanto llegaron. Adentro había marionetas, y una cancioncita comenzó a sonar mientras los muñecos se movían.
Los espectadores observaban todo como si fuese el mejor acto del mundo, hasta que una voz masculina, y levemente chillona,  se alzó entre la música. Entonces fue cuando las marionetas comenzaron a moverse mas lento hasta que se detuvieron junto con la canción.
- ¡Te dije que nada de marionetas! ¿¡Es que acaso no comprendes lo que digo!? ¡¿Necesitas que hable en otro idioma quizá?! - reprendía el menor, al ensombrerado que se encontraba junto a los invitados, sin que estos lo notaran.
- Lo siento, no pude contenerme. - se disculpó Wonka, cabizbajo.
- ¡Ahora voy a tener que limpiar todo esto! ¡Gracias a Dios que lo detuve antes de que se prendiera en llamas! - decía Charlie, caminando de un lado a otro frente al dueño de la chocolatería.
- Ya dije que lo sentía. - repitió como un niño, el mayor.
Hubo un incómodo silencio, el cual ninguno de los chicos planeaba romper.
- ¿Qué harías tú sin mi? - Charlie se acercó a abrazar a Wonka con una sonrisa.
- Nada bien, al menos. - rió éste.
Los adolescentes se encontraban confundidos ante el repentino cambio en el comportamiento de ambos hombres, pero no dijeron nada al respecto.
- ¡Oh! ¡Los invitados! Lo siento, lo siento. - se disculpó Charlie nervioso, separándose de Willy - ¡Bienvenidos a la fábrica Wonka! "Donde los mejores dulces son creados". - saludó. Wonka, mientras tanto, intentaba hacer que leyera las tarjetas que le había preparado - ¡Deja las tarjetas en paz, ¿quieres?!
- Lo siento. - se detuvo.

Charlie invitó a los elegidos a pasar. Los guió por los pasillos hasta llegar a la pequeña puerta que llevaba al paraíso comestible.
- Antes de entrar y comenzar con el recorrido, quisiera presentarme. - se detuvo Charlie - Soy Charlie, el futuro Wonka.

Chocolate Love (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora