R+18
Le recosté en la cama, hice un espacio entre las almohadas y le acomodé para que no escapara de mis ojos. Maximiliano se dejaba hacer de mis manos, de mis labios sobre los suyos. No había probado nada tan bueno como sus labios, no había tenido jamás el inmenso honor de disfrutar tanto, jamás había experimentado con las yemas de mis manos la suavidad de la piel ajena, del ser ajeno. Era simplemente algo que me emocionaba y que no entendía por qué.
Sin embargo, en medio de mi entusiasmo y adrenalina, logré despegar mis labios de los ya hinchados labios de Max. Detallé su rostro, sequé las lágrimas que se habían desbordado de sus ojos y aproveché para acariciar sus mejillas con el puente de mi mano. Él parecía dispuesto a aceptar mis caricias, así que me deshice de su abrigo elegante mientras delineaba su clavícula, mientras llenaba de besos su cuello, mientras sentía como sus nerviosas manos se aferraban a mis hombros.
—Majestad...— Gimoteó en cuando delineé el espacio entre su cuello y hombro, ese espacio que podía ser uno de sus puntos débiles. Alcé la mirada para verle y él de inmediato desvió su mirada de la mía—. Yo...— Pausó, en lo que aclaraba su garganta—. Yo no quiero ser su juguete, ni quiero que usted se meta en problemas por mi culpa. Por favor.— Murmuró con su voz grave y con su semblante neutral, mirando a un sitio donde yo no estaba.
—Maximiliano— Le nombré con firmeza, y él tembló en cuanto me posicioné mejor frente a su rostro. No quería obligarle a mirarme, pero sabía que no podría evitar escuchar mis palabras—, soy lo suficientemente sensato como para saber que jugar con los sentimientos de alguien, está mal. Sé que ahora has de estar confundido, tal vez asustado, pero quiero que sepas que no estoy dispuesto a lastimarte, ni a ti, ni a tu corazón.— Murmuré calmado, y fue que me dedicó por fin su hermosa mirada soñadora.
Max era quizá la persona que podía derretir mi corazón con una sonrisa, porque eso fue lo que sentí cuando me mostró su gesto amable y amoroso, esa sonrisa que tanto quería que me dedicara. Quise resistirme a atacarle, a morder sus labios, así que mordí el mío en busca de controlarme. Max, que aún tenía sus manos sobre mis hombros, se apoyó de la cama para alzarse lo suficiente como para rozar mi nariz con la suya, cosa que coloró mis mejillas.
Por un momento deseé comenzar un nuevo beso, iniciar la verdadera velada, pero Maximiliano se adelantó y pegó con suavidad sus labios a los míos. Su labio inferior temblaba, su mano se posó en mi mejilla y yo, perdiendo la cabeza, tomé su nuca para intensificar el necesitado beso.
Fue entonces, durante una danza húmeda entre lenguas, que sentí sus manos en mi pecho, intentando desabotonar mi chaleco, fallando en la batalla que pronto me causó gracia. Él bajó su mirada, cortó el beso por un par de segundos y sus mejillas explotaron en color mientras intentaba nuevamente deshacerse de mi chaleco y camisa, sobretodo porque yo ya había desabotonado su elegante traje y estaba a punto de tenerle por completo desnudo. Era adorable verle con las manos temblorosas sobre mi chaleco de pequeños broches.
ESTÁS LEYENDO
No Eres Un Simple Doncel
Короткий рассказDISPONIBLE EN DREAME Felipe no era un príncipe de cuentos, no era ese que le sonreía a cualquiera, no era ese que dejaba su trabajo a los demás, no era ese chico egocéntrico que presumía de sus genes "azules" y denigraba a los que eran de menor esta...