Capitulo 19

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   Los primeros días quizá fueron intimidantes para los Bellamont, pero a medida que los meses avanzaban, todo mejoraba

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   Los primeros días quizá fueron intimidantes para los Bellamont, pero a medida que los meses avanzaban, todo mejoraba. Tras el cumpleaños número 17 de Emely, Maximiliano y Esteban se vieron más a gusto en el castillo, pues era el primer cumpleaños de Emely en un lugar que no era su casa. Esa era la marca de que todo saldría bien.

   Pasados ya dos meses y medio en el castillo, Felipe se acostumbró con alegría al despertar cada mañana con Maximiliano a su lado, acurrucado contra su pecho o de tan solo verle abrazando una almohada en su lugar. El azabache tomaba un momento para apreciar la belleza del doncel, algo que nunca dejaría de impresionarle, y luego se decidía a prepararse para el día de trabajo.

   Sin embargo, un día de tantos, Maximiliano se levantó primero que Felipe para ir al baño; inmensas ganas de vomitar le había despertado. Luego de haber expulsado todo lo que había comido el día anterior, el doncel se apresuró a lavar su rostro con agua fría y a cepillar sus dientes mientras se miraba al espejo.

   En cierta forma, cada vez se veía con la piel más tersa, con los ojos más brillantes, los labios rosados. Aquellas características le hacían ver radiante cada mañana, le hacían ver joven y llamativo, y esa característica era lo que Felipe siempre le adulaba, porque el azabache siempre estaba allí para subir sus ánimos.


—Buenos días, cariño— Felipe, que había despertado solo, se encaminó adormilado hacia el baño para toparse con Max y abrazarlo por la espalda—. ¿Qué tal dormiste anoche?— Preguntó como costumbre y besó con suavidad el cuello del menor.

—Buenos días, Felipe— el doncel rio ligero por las cosquillas causadas, y tras enjuagarse la boca y sonreírle al espejo, se volvió al príncipe para besarle—. Contigo dormí muy bien, ¿Tu?— Felipe, siendo peinado por el menor, asintió como respuesta.

—Debemos ir a desayunar— comentó, aún abrazando a Max y queriendo evitar dormirse sobre el hombro del muchacho—. Hoy estaré fuera hasta tarde. Tengo una reunión con los ministros de otras regiones del país— el mayor se fijo en como el contrario desviaba un poco la mirada—. No quiero que te desveles, ¿De acuerdo?


   Maximiliano apenas asintió y Felipe, sabiendo que su doncel estaba un tanto desanimado, le alzó la mirada con cariño para mirarle. El menor hizo un ligero mohín con sus labios ante la mirada ajena y Felipe dejó escapar una leve risilla, ambos sabían que Max no tenía casi mucho que hacer aparte de leer y estudiar, a veces escribir.

   En cambio, Emely era feliz practicando con Margaret en el piano, o leyendo y cantando, siendo adolescente, se llevaba muy bien con Lady Margaret quien le había tomado mucho aprecio. Esteban, aunque no fuese bueno peleando ni con armas ni cuerpo a cuerpo, se distraía con Zacarías, hablaban y hasta se llevaban mejor. Max amaba a Felipe, pero últimamente los deberes del príncipe habían aumentado.

No Eres Un Simple DoncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora