A la mañana siguiente.
El sol hacía su entrada a la habitación real, deslizando su luz entre las cortinas que ensombrecian la alcoba. Felipe, que despertaba debido al rayo de luz que había pegado en sus ojos, se encontraba abrazando a Max mientras este se acurrucaba en su pecho, aún profundamente dormido.
Sus ojos azules y analizadores estaban posados sobre la belleza angelical de Maximiliano, solo podía pensar en cuan necesitaban conocerse y toda la vida que tendrían que vivir juntos, Felipe quería creer que su romance iba a funcionar y para ello tendría que hacer un sin fin de trampas y técnicas en busca de que todo saliera a la perfección. Sus pensamientos, sin embargo, fueron disipados cuando la puerta de la alcoba fue tocada un par de veces, en cuanto escuchó la voz de Zacarías a las afueras, con tranquilidad le dejó entrar a la alcoba sin pena alguna.
—Buenos días, acosador.— Se burló el castaño al fijarse en lo ensimismado que Felipe se encontraba con el doncel entre sus brazos. Zacarías llegó a pensar que ese pobre muchacho no podría salir de los brazos del azabache, porque podía ver que Felipe no tenía ganas de soltarle.
—¡Shhh!— Le siseó el príncipe a su mejor amigo, frunciendo un poco su entrecejo—. No quiero que despierte aún.— Bufó en silencio y su mirada se tornó nostálgica. Sabía que en cuanto el chico despertara, saldría del castillo. Zacarías suspiró, entendiendo la situación, y cruzó sus brazos para volver a tomar su firme postura.
—Felipe, él tendrá que irse, ¿Lo sabes?— Recordó con tranquilidad el castaño y Felipe asintió con un semblante más desanimado—. Por ahora, voy a dar excusas de tu ausencia en la mesa. Luego les traeré el desayuno a ambos. No dejes que se vaya sin comer.
—Has pensado en todo— por un instante, Felipe miró a su mejor amigo para dedicarle un agradecido gesto—. Te lo agradezco mucho.— Y tras su sonrisa ligera, Zacarías asintió tras vacilar y salió de la alcoba.
Zacarías, estando en el pasillo, rascó su nuca en busca de persuadir a todos los del castillo para que no se aproximaran siquiera a la habitación del príncipe, eso estaba difícil pero no imposible. Por otro lado, se sentía participe del primer capricho del azabache, porque Zacarías no terminaba de creer que Felipe se hubiese enamorado de una forma tan inesperada, tampoco se imaginó que un chico fuese su pareja ideal. Sin embargo, una profunda alegría y alivio nació en su pecho por el hecho de que su amigo volvía a sonreír, cosa que se había vuelto muy rara.
Entonces el castaño, mientras caminaba hacia la cocina, imaginó que todo saldría bien y que su amigo tendría su romance. Pero el mayordomo, por mano propia, sabía que la Reina sería el mayor obstáculo de la relación, presentía que no todo sería tan mágico como Felipe imaginaba. Zacarías era realista, sincero y se dedicaba a resolver problemas. Esta vez, en cambio, no veía otra solución que seguir adelante y ver el resultado, descubrir si Felipe estaba tan enamorado como presumía o si era un simple capricho, el primer capricho a decir verdad.
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No Eres Un Simple Doncel
Historia CortaDISPONIBLE EN DREAME Felipe no era un príncipe de cuentos, no era ese que le sonreía a cualquiera, no era ese que dejaba su trabajo a los demás, no era ese chico egocéntrico que presumía de sus genes "azules" y denigraba a los que eran de menor esta...