Keyla
Lauren las invitó a pasar.
Desde mi rincón del salón, las vi entrar.
La última vez que vi a Alice, tenía dos meses. Ahora, tras un año y medio, por fin puedo volver a ver a mi amiga.
- ¿Quieres café?
Nina asiente. En la cocina, charlando, ambas mujeres no parecen lo que son ahora: vuelven a ser Nina D'Angelo y Lauren Parks, amigas de toda la vida.
- ¿Y cómo se lo tomó Bradley?
Mi madre suspira.
- Pues bastante mal.
Nina le toma de la mano y sonríe.
-Tranquila, Lauren. Tarde o temprano todo se arreglará, estoy segura.
Ésta le devuelve la sonrisa, aunque es algo triste. Es entonces cuando reparo en Alice.
Las madres ríen.
-Parecen que se llevan bien aún, pese a las distancias. –dice Lauren, entre risas.
-¡Por supuesto! –dice Nina- Y así seguirá siendo.
Nosotras seguimos jugando en la alfombra de mi salón, sin percatarnos aparentemente de las palabras de nuestras madres.
Nina apura el café de su taza, y observa a su hija, sonriendo.
-Nina, cariño, tengo unas galletas deliciosas que me regaló una compañera del cole el otro día, que era su cumpleaños y trajo regalos, son de chocolate, ¿quieres una?
Nina asiente, con los ojos brillantes.
-Lauren, los dulces son mi debilidad. Sabes que trato de guardar las apariencias en casa de mi madre para no darle un mal ejemplo a Alice, pero, por dios, es que sus bollitos son tan tiernos... anda, dame una galleta de una vez, que se me está haciendo la boca agua.
Lauren ríe, y le tiende a Nina la caja, tras hacerse ella con una.
Mientras las madres siguen con su conversación trivial y superflua, nosotras volvemos a los juguetes. En nuestro idioma, comenzamos a comunicarnos.
-¿Te gustan los animales?
Alice asiente, con su dulce sonrisa. Yo sigo hablando.
-Toma, coge tú el mono que a mí me gusta el delfín.
La niña frunce el ceño, pero sonríe inmediatamente de nuevo.
-¿Puedo coger el pingüino?
Le acerco el que ella dice.
Cuando ya llevamos un buen rato jugando, me intereso por la conversación de las madres.
-Pero es que no puedo soportarlo. Es demasiada presión... ya tenía aceptado que estaba embarazada, a ver, sé que Keyla es pequeña aún y que no sé si podré, pero es que encima...
-¿Encima, qué?
Lauren le dirige una cobarde mirada a Nina.
-En el fondo, tenía aceptado que me acosté con James, él me prometió que sería secreto, sólo fue un arrebato, pero es que el otro día fui a la consulta para hacerme unas pruebas, y lo hicimos otra vez. ¡Dos veces, Nina! Dios, soy una mujer horrible. Encima, con las prisas de que nos pìllaran, no usamos protección... ¡y es médico, por dios! Oh, tenía fe en que no me quedara embarazada. Luego, como es normal, el otro dísa me dejé llevar y me acosté con Brad, así que tenía confianza en que el hijo fuera suyo. Fui a la ginécologa para hablar con ella... ¿y a que no adivinas quién estaba allí?
-James.
- ¡Sí! Oh, Nina, no sabes lo mal que lo pasé cuando me hice la prueba. Se me quedó mirando con una cara... y me obligó a que me hiciera una prueba para ver si el hijo era suyo. Me habría gustado negarme, pero no pude. Y... -.la voz de Lauren se vio ahogada por sollozos. Nina la abrazó.
- Y el niño es de James.
- ¡Sí! Y ahora... ahora Brad quiere divorciarse de mí, y no sé cómo voy a hacerlo, yo sola, con dos niños...
- ¿De cuánto estás?
- Dos meses casi. Qué extraño que no me diera cuenta.
- Lauren, nena, tranquila. Todo se arreglará, estoy segura.
- Sí... pero, ¿sabes? En el fondo, yo tenía la esperanza de que Brad me perdonara.
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Memorias de una lesbiana (Pausada)
RomancePara Alice, Keyla siempre estuvo ahí. Para Keyla, Alice siempre estuvo ahí. Desde el principio, ambas fueron grandes amigas. De las de siempre. Y cuando digo de siempre, digo de siempre. Se conocen desde el mismo nacimiento. ¿Y si, tras quince añ...