Keyla
Cuando entramos en casa, un ciego temor se adueñó de mi corazón. Algo había pasado. Y por supuesto que no me lo iban a contar, no por las buenas.
- ¡Keyla!
Mi madre se abalanzó sobre mí, abrazándome, sin importarle la ropa mojada. Estaba llorando, y sentí un pinchazo de culpa.
- ¿Dónde estabas? -me preguntó, angustiada, con los ojos enrojecidos.
- En el sótano -musité.
Ella suspiró, tratando de calmarse.
- Vale. Por favor, cariño, la próxima vez avísame.
Sabía que había algo más allá de esas palabras, y estaba dispuesta a descubrirlo, pero Harry interrumpió mis pensamientos.
- Lauren, deberíamos irnos. Lo mejor será que os quedéis en nuestra casa.
Ella asintió. Su mirada translucía preocupación, e inmediatamente fue hacia Louis. Lo cogió en brazos, como acostumbraba, y no lo soltó en toda la noche.
Nina conducía, y mi madre estuvo de acuerdo en que yo y Louis fuéramos en su coche. Personalmente, a mí me daba igual, puesto que estaría con Alice, y además nos habían dejado llevarnos los disfraces. Me preocupaba mamá, sola en el coche, pero cuando llegamos a la casa de Alice y vi que ya nos esperaba en la puerta, me relajé.
- Mamá, ¿nos vamos a quedar en casa de Alice?
Ella asintió, sonriendo, aunque vi en su mirada un temor, un temor profundo e intenso, que me hizo estremecer.
Acordamos que yo dormiría en el cuarto de Ali, y que mamá y Lou dormirían en la habitación de invitados. Tras un rato de juegos, Nina nos arropó y apagó la luz, y nos dormimos.
Fue hacia medianoche. La lluvia seguía cayendo con fuerza, y me desperté de improviso, sudorosa y pálida. En un principio, todo estaba tranquilo, pero entonces volví a escuchar esos golpes que me habían despertado. Alice abrió los ojos, asustada, y le indiqué silencio.
Unos gritos resonaron en la noche, y salí de la cama corriendo. Los mayores ya se habían despertado, y en la habitación de invitados, Nina trataba de tranquilizar a mi madre.
- Viene a por mí... ya está aquí...
- ¿Quién?
Mi madre me miró, aterrorizada, y pude entrever, tras el miedo, un odio profundo. Nina se dirigió a mí, con una incierta sonrisa, y me agarró el brazo.
- Cariño, vuelve a la cama.
- ¡No! -me deshice del agarre de la mujer, y ella frunció el ceño- ¿Qué es lo que pasa?
Ella cerró los ojos, cansada, pero me dejó libre. Sin embargo, no respondió a mi pregunta.
- Harry -musitó- ¿qué hacemos?
- Lo más sensato sería llamar a la policía.
- Eso serviría ahora, pero, en un tiempo, volvería.
Se encogió de hombros.
- Nina, si te soy sincero, ese tío está loco. No puede forzar a Lauren, y mucho menos amenazarla en su propia casa. Debería echarlo, pero sí, ya lo sé: si lo hace, James se llevará a Louis. Y sé que Lauren se dejaría morir antes que eso.
Ella medita sus palabras.
- Entonces, si ella no lo hace, yo le plantaré cara.
- ¿Estás loca?
- Harry, escúchame: no hay otra forma de hacerlo.
Los golpes seguían escuchándose, y casi estaba segura de que era el señor James aporreando la puerta. De vez en cuando, soltaba alguna que otra palabra desagradable.
- ¡Lauren! ¡Zorra! ¡Baja de una vez!
Nina respiró hondo, y, tras ponerse una bata y las zapatillas, se encaminó a la puerta principal. Cuando la abrió, desée no haber visto nada.
El señor James estaba ahí, con una mirada furiosa, y parecía a punto de explotar. Esa imagen poblaría durante mucho tiempo mis pesadillas.
- Tú -masculló- dile a Lauren que venga. Ya.
Pese a la ira del señor James, Nina permanecía imperturbable, y entonces me di cuenta: era un ejemplo a seguir.
- James, Lauren no quiere volver a saber de ti. Vete por donde has venido, y olvídate de ella.
Los ojos del hombre relucían en la oscuridad, y pensé que parecía un lobo a punto de devorar a su presa. Se me encogió el corazón. Estaba a punto de golpear a Nina. Lo presentía.
Cuando James ya alzaba la mano, Harry apareció de repente. Por lo que parece, no se había conformado con dejar a su esposa sola con ese loco, y en cuando vio que la situación se recrudecía, acudió.
Nunca había visto a papá pegar a alguien. El señor James se tambaleó, privado de equilibrio, y lo último que pude ver antes de que cerraran la puerta fue que caía al suelo, inconsciente.
Nina comenzó a sollozar entre los brazos de Harry.
- Lo has hecho muy bien, cariño.
- Si tú no hubieras aparecido... él...
- Shhh -dijo, acariciando su cabello- no te preocupes por eso ahora.
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Memorias de una lesbiana (Pausada)
RomancePara Alice, Keyla siempre estuvo ahí. Para Keyla, Alice siempre estuvo ahí. Desde el principio, ambas fueron grandes amigas. De las de siempre. Y cuando digo de siempre, digo de siempre. Se conocen desde el mismo nacimiento. ¿Y si, tras quince añ...