Gris: Su nuevo color favorito.

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Keana se encontraba saliendo de su última clase; que para su desgracia, no le había tocado con Luna, ya que al saber que tenían la misma carrera chequearon el horario de ambas y se pusieron felices al saber que tenían todas las clases juntas; exceptuando la de inglés.

Después de saber que las tres eran dominicanas encontraron ese lazo que a veces se necesita para saber que vendrá una amistad con apoyo, fuerza, y sobre todo confianza.

Zóe les había dicho a ambas antes de  salir de la cafetería que tras su última clase fueran a recepción para ir en su auto a almorzar a un McDonald's cerca de la universidad; y así lo hicieron.


Ya estaba anocheciendo cuando Keana se encontraba saliendo de la biblioteca y iba rumbo a la cafetería a digerir algo para ir a su habitación, darse una ducha, y estudiar un poco más para irse a dormir. Eligió un sándwich junto a una batida de fresa y se fue a sentar en una de las mesas. Terminaba su comida y chequeaba la hora de su celular cuando alguien se sentó frente a ella en la misma mesa, y al levantar la mirada se encontró con aquellas hermosas mareas grises que ya había empezado a extrañar.

—Hola Matthew —Le dijo la latina tímidamente.

—Hola, Keana —Le respondió con esa lentitud que Keana empezó a sospechar que lo hacía apropósito por el efecto que causaba en ella —¿Cómo estás? —Preguntó mirándola fijamente.

—Bien —Le respondió —¿Tú cómo estás? —Le preguntó de vuelta.

—Bien... ¿Aún sigues siendo golpeada por puertas? —Le preguntó con burla haciendo que Keana adquiriera ese color rojo en las mejillas. Se aclaró la garganta antes de decir:

—No no, tranquilo —Le dijo con una sonrisa nerviosa —Gracias... Ya sabes, por atraparme ese día.

—Y lo haría de nuevo si fuera necesario —Respondió sin rodeos mirándola directamente a los ojos, haciendo que Keana se quedará por un momento sin respiración y agachara la cabeza queriendo cubrir ese lindo color en sus mejillas que a Matthew comenzaba a gustarle.

—¿Cuántos años tienes Matthew? —Preguntó tratando de cambiar de tema, y al mismo tiempo levantando la cabeza, tratando de poder observar todo el tiempo necesario aquellas mareas grises que tanto le gustaban. Obviamente ya sabía la respuesta por la conversación que había tenido con Zóe, pero quería saber cosas sobre él, por él mismo.

—21... ¿tú cuántos tienes?

—18 —Le respondió mientras ambos seguían mirándose a los ojos sin perder el contacto; con la diferencia de que Keana parecía una presa, mientras Matthew se mostraba como su depredador.

—Ya veo....

Matthew comenzó a pensar que Keana podría ser un pasatiempo divertido. Fue tan gracioso ver como la chica casi cae de cara por haber sido despistada y a causa de eso haber sido golpeada por una puerta. No pudo esconder aquella molestia cuando se quedó aferrada a su cuerpo más tiempo de lo necesario; más tiempo de lo que alguna vez le había o le hubiera permitido a una chica (al menos que sean para cosas más íntimas), pero aún así no había podido sacarse de su cabeza la forma en como sus lindos ojos marrones lo habían mirado. Y después de confirmar el día anterior en la cafetería que ella lo haría de nuevo aún sin darse cuenta, no se quedaría con las ganas de poder ver eso otra vez.

Keana decidió romper el contacto para mirar su celular y se lamentó mentalmente ya que debía ir a su habitación.

—Te acompañaré a tu edifico —Le dijo Matthew al darse cuenta de sus acciones, poniéndose de pié a lo que Keana lo imitó diciendo:

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