El llanto del niño:

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Paula estaba aterrorizada. El miedo había paralizado sus sentidos y el sonido de los latidos de su corazón era casi perceptible. Sus ojos, fijos en la puerta del cuarto oscuro, poco veían... Entonces reaccionó, gracias al puro pánico. Con una temblorosa mano prendió la luz, que titiló antes de encenderse. La débil luz invadió la habitación y la chica parpadeó un poco hasta que sus ojos se acostumbraron a la claridad. Allí en la habitación no había nadie más que ella, no obstante, como había advertido antes, la puerta estaba entreabierta.

Se concentró en escuchar... El llanto del niño había sido muy claro hacía tan sólo unos segundos. De todos modos, sus intentos fueron en vano, nada oyó. Entonces su mente comenzó a trabajar para darle una explicación razonable a todo aquel asunto, impulsado por el puro terror, se negaba a aceptar la realidad. Pronto acudieron a su mente unas cuantas ideas salvadoras, que llenaron su alma de tranquilidad... Seguramente había sido el sonido del viento, que se había levantado durante aquella madrugada. O quizás lo hubiera soñado... había estado pensando en su niño, quizás eso gatilló en su mente el sonido. Como un recuerdo que se manifiesta de golpe. El llanto sólo había estado en su mente.

La joven suspiró de alivio y llevó una mano a su frente, en donde brillaba el sudor, para sacarse los cabellos que se le pegaban a la cara. Sin embargo titubeó un poco al recordar la puerta entreabierta, entonces se levantó y, poniendo los pies en movimiento, caminó hasta la puerta del cuarto.

Agarró el pestillo e iba a cerrarla, pero se detuvo. Tomando valor de donde sólo Dios sabe, dio un paso hacia delante y salió al corredor. Allí sólo reinaba la oscuridad. Todo parecía en orden.

Estaba por volver a la cama cuando vio una débil luz que iluminaba el hueco de las escaleras. Entonces lo oyó de nuevo... un niño lloraba a lo lejos. Paula pegó un respingo del susto.

Sin pensarlo mucho, avanzó por el corredor y se detuvo al pie de la escalera, inclinándose luego por la barandilla. La luz parecía provenir de un costado pero no pudo precisar de dónde. Miró hacia donde estaba la habitación de los señores Parker... La puerta estaba cerrada y los ronquidos de su tía se oían hasta allí. Todo parecía estar en orden, entonces ¿de dónde era esa luz? ¿Y ese extraño llanto?

Aunque aterrada por lo que pudiera descubrir en el piso inferior, Paula decidió bajar. Al pisar el segundo escalón, este crujió asustándola. Miró hacia arriba por si sus tíos la habían oído pero no advirtió ningún cambio. No quería que la descubrieran merodeando de noche. Su tía se lo había prohibido, y no quería ni pensar qué pasaría si el señor Parker la encontraba fuera de la cama a esas horas. Entonces siguió bajando.

Cuando llegó al vestíbulo notó que la luz provenía de debajo de la escalera. Se dirigió hacia allí, caminando despacio, casi sin hacer ruido; mientras que afuera el viento danzaba en la noche.

Al acercarse más pudo saber exactamente de dónde provenía la débil luz, la puerta del sótano estaba entreabierta. A Paula aquello le pareció extraño. Su tío siempre la cerraba con llave. Nunca había sabido por qué, pero tampoco nunca se había molestado en averiguar las razones, fuera de lo que le había comunicado su tía.

Cuando el extraño sonido (¿llanto?) se hizo oír... la chica saltó asustada otra vez. ¿Qué fue eso? Pensó algo alterada... Parecía provenir de allí abajo. Algo andaba muy mal... Algo le habían estado ocultando sus tíos.

Luego nunca supo por qué ni cómo lo hizo, pero temblando entera abrió la puerta del sótano y se paró frente a la escalera, que descendía a la oscuridad hasta un piso sucio, iluminado en parte por la débil luz, que se asemejaba a la que podía emitir una vela.

Tenía que averiguar quién lloraba... era un llanto de pena, lo sabía. ¿Y si el niño de los rumores no hubiera muerto y... y todavía existiera? ¿Y si sus tíos lo tuvieran oculto y... encerrado en el sótano?

PasitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora