Epílogo (primera parte):

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Había transcurrido mucho tiempo, pronto se cumpliría el año, cuando los sucesos acaecidos en el pequeño pueblo se tornaron en catástrofe con la desaparición de la sobrina de los Parker. Nadie había podido olvidar todavía los eventos que rodearon a su desaparición. Ni de su consecuencias. Los rumores despertados aquel fatídico día ya no se oían como antes, se habían perdido en algún recoveco del tiempo. Sin embargo, no había sido olvidada. Paula vivía en la mente y el corazón de cuantos la querían. Y aunque su búsqueda se había abandonado hacía tiempo, sus seres queridos aún no habían perdido la esperanza de hallarla.

Daiana:

El recuerdo había emergido de lo profundo de su mente, ¡era tan claro! Paula había sido su mejor amiga y la extrañaba. Aunque ya había transcurrido un año no podía olvidarla. Su memoria se negaba a dejarla en paz. Daiana recordaba el día de su desaparición con increíble claridad, hasta los detalles más mínimos. En ese momento le había parecido muy importante... recordar. Cualquier detalle que hubiera pasado por alto podría ser la clave para encontrarla. Sin embargo no había podido dar con ella... No había podido entender qué le había ocurrido. Y una pregunta perturbadora habitaba con frecuencia en su cabeza... ¿Paula estaba muerta o vivían aún?

¿Quién lo sabía? Nadie.

La policía había investigado con absoluta competencia, y si ellos no habían podido sacar nada en claro, ¿cómo lo haría ella? No obstante, Daiana tenía una ventaja muy clara, lo sabía muy bien, ella conocía a Paula con intimidad. La policía había concluido al fin, luego de darle largas a la cuestión, que simplemente Paula había escapado una noche de la casa de sus familiares y de sus razones sólo ella sabía. Sin embargo, sus familiares no lo creían, no podía ser que un día simplemente le hubieran dado ganas de partir, sin decirle una palabra a nadie. Paula no era de las que escapan de casa, su amiga lo sabía.

Sin embargo, había algo que la sorprendió bastante, Daiana se enteró al fin del pasado de Paula, y eso la dejó tan perpleja que no supo qué pensar. Ni cómo actuar. ¿Había conocido realmente a su amiga? En ese entonces, cuando el caso estaba aún hirviendo, ella había concluido lo mismo que los demás. Paula había tenido algún tipo de brote psicótico y había huido para alejarse de sus queridos familiares. Eso había dicho ese médico pomposo en el interrogatorio. Paula había entendido su enfermedad y había creído que era un peligro para los que más amaba, huyendo al fin.

Pero Daiana no quedó muy convencida con el pasar de tiempo. ¿Por qué había elegido justamente ese momento para huir? En plena madrugada y sólo con lo puesto. Era demasiado extraño como para mantener la creencia de algún tipo de escape. Podría haberlo planeado, haberse llevado sus ahorros, tenía la libertad de tomarse el autobús que pasaba por el pueblo todos los días. Pero no... Paula había elegido escapar de ese modo. ¡Tan extraño! En su conciencia almacenó una idea que el tiempo no logró quitar, a Paula podría haberle pasado algo malo. Alguien podría haberle hecho algo. La teoría era más creíble que una huida. A pesar de que la policía ya la había desechado.

El tiempo transcurrió sin ningún cambio y el recuerdo de su amiga fue dejado a un lado, en la oscuridad de su memoria, hasta ese día, un año después, donde volvió a emerger. Daiana había comenzado a ver las cosas de manera algo diferente. ¿Fue ese día? No... había sido siempre, sólo que comenzó a verlo más claro desde entonces. Todo por culpa del incidente de la noche anterior...

Se había despertado de golpe en la oscuridad de su habitación, con una sensación muy extraña. Era como si hubiera alguien observándola desde la oscuridad. Podía sentir una respiración muy leve. Incómoda, quiso prender la luz de la lámpara que estaba en la mesita, al lado de la cama, pero de repente detuvo su brazo extendido... En ese momento lo vio... En un rincón de su cuarto la oscuridad misma se hacía más espesa formando una pequeña figura. Luego... se movió. Parecía un pequeño niño jugando. Aterrada, se incorporó de golpe y prendió la luz de la lámpara... No había nadie.

PasitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora