Un Tango de Gardel

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   Como cada día, rutinario y apresurado por el jefe, iba camino a mi trabajo. Sí, como cualquiera, nada extraño; un simple oficinista de clase media. Pero recuerdo aquel día como ningún otro. Fue espectacular.

   Ese día estaban más congestionadas las calles que de costumbre. Iba atrasado y eso significaría un reto de mi jefe. Eso sin dudarlo. Decidí tomar una ruta distinta, donde las calles eran muy estrechas y las curvas se hacían ver en cada esquina. Veía la hora, mientras maldecía a mi jefe. Imaginaba el desesperante tic tac de un viejo reloj en mi mente.

   En una de las curvas se cruzó una pobre anciana, la cual en un abrir y cerrar de ojos se estrelló contra mi vehículo, dejando un pequeño charco de sangre el cual se expandía muy rápidamente. Quedé en shock un momento; bajé de mi auto y la radio empezó a sonar... me paré frente a la anciana que yacía muerta en el suelo. Una adrenalina invadió mi cuerpo de manera extraña, nunca había sentido algo tan placentero. Un buen tango de Gardel sonaba. Me quité la ropa y empecé a dar brincos al rededor del cuerpo. Me revolqué en aquella fosa de sangre... me sentía como un niño pataleando en una piscina. Me paré y tomé a la anciana. Me concedió el tango y comenzamos a bailar. Disfruté esa pieza como si no hubiese un mañana. Todo el estrés acumulado se había ido. Culminé tan hermosa escena con un beso a mi querida octogenaria. Sabía que quizás nunca más la vería, como cualquier amorío pasajero.

   Me subí a mi vehículo y me fui al trabajo con una sonrisa que jamás había tenido. 

Historias Cortas de: Terror, Misterio y Suspenso Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora