Capitulo 1

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Desde chica había soñado con tener una familia, su esposo, sus pequeños, su casa propia. Un lindo jardín donde sus hijos jugarían cada tarde, mientras el amor de su vida la abrazaba y todo encajaba perfectamente. Pero a veces se preguntaba si era un sueño propio o de su madre. Y el sueño se volvía confuso. 

Cada mañana al despertar Regina pensaba lo mismo: ¿Era realmente feliz?  Y sus dudas desaparecían cuando su pequeño, Henry, corría hacia ella. "Buen día mi principito", era su forma de empezar con él cada día. Él hacía que dudara. Pues no podía decir que era infeliz, pero sentía que algo le faltaba. O que algo no andaba bien. "Buen día hermosa". A su lado en la cama se encontraba Robin, su marido. Como cada mañana desde hacía ya 3 años. "Buen día amor". Y ese era su pie para levantarse y empezar.

Su rutina desde que el pequeño Henry tenia un año era la misma. Levantarse, prepararle el desayuno, el café a su marido y mientras lo hacia, comía algo. Para cuando Robin se sentaba en la mesa, ya preparado para ir a trabajar, ella los dejaba un momento solos y se tomaba unos minutos para cambiarse, peinar su cabello castaño, maquillar sus hermosos rasgos y resaltar sus perfectas pestañas para mostrar sus ojos café. Así se encontraba lista para empezar su día.

"No te olvides, esta noche viene Neal a cenar con su mujer". La voz de su marido se escuchaba desde la cocina. Suspiró. No le caía bien esa pareja, pero era un sacrificio del matrimonio, como decía su madre. "Si, lo recuerdo, tengo todo pensado" contestó. Se despidieron con un rápido beso y el día siguió su curso.

Entre compras y juegos con su principito, la tarde llegó. Aprovechó la siesta del pequeño para cocinar, cuando despertó lo bañó junto a ella y se encontraban preparados para la cena cuando su marido llegó con las visitas.

La cena fue larga y aburrida. La mayoría de los chistes eran sobre Robin y Neal en el trabajo o la Universidad y ya que Regina no sabía de que hablaban, el único momento en que habló fue cuando Tamara,la mujer de Neal, le preguntó cómo había conocido a Robin. Un extraño sentimiento de angustia la invadió ante el recuerdo, aclaró su garganta para alejar el nudo que se le había formado y comenzó a relatar cada imagen que venía a su mente...

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