Capítulo 34 - Roberto Cucalón

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Todo empezó tras la muerte de mi amada esposa Rosalina, lucho tres años contra el cáncer de mama, sometiéndose a quimioterapias y tratamientos experimentales. Ella falleció dejando una niña de tres años junto a su padre.

Ella era muy pequeña para entender que su madre se había ido de este mundo, al principio pensé que lo había aceptado, pero con el pasar de los años me di cuenta de la falta que le hacia su madre. Que le enseñara a ser mujer, amar y llorar.

Hice lo que pude para darle una buena educación y mucho amor al tiempo que trabajaba de piloto para aerolíneas comerciales.

Resulto ser una niña muy inteligente, para cuando tenia ocho años ya era toda una atleta nacional y la primera de su clase. Siempre con la mirada en alto, enorgulleciéndome de ser su padre.

Siempre me preguntaba de su madre, la cual fue una gran enfermera de combate en los pequeños conflictos de oriente y occidente. Desde pequeña siempre se dedicó ayudar a los menos desfavorecidos y los que necesitaban ayuda, lo cual llevo a conocernos cuando ella tenía veinticinco años.

Yo era piloto de un avión de guerra Cessna 208 de la armada colombiana, el cual se encargaría de rescatar un pelotón herido en medio de las amazonas. Se perdió el control de la misión y yo hubiese muerto de no ser por Rosalina que me trato en mitad de la noche amazónica.

Tuvimos a Bianca cuando Rosalina tenía 29 años y yo apenas cumplía los 34 años, vivíamos en Medellín y todo iba de lujo hasta que el trágico día llego. A Rosalina le diagnosticaron cáncer y todo Cambio.

Tras siente años de su muerte la epidemia mutante impacto el mundo, mi hija y yo sobrevivimos como pudimos, saboteando tiendas y casas abandonadas, hasta el día que nos topamos con Cruzó y compañía, son nuestra última esperanza de tener una vida lejos de este infierno.

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