Capitulo Uno

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Len se despertó despacio, con los brazos de Tim a su alrededor, la calidez compartida de sus cuerpos hacía que el frío del aire acondicionado no les llegara. Le gustaba estar allí mismo, donde estaba, en el ahora. No había presión, nadie esperaba nada, ni escondía nada, solo unas pocas horas que habían robado al mundo para su propia felicidad. Comenzó a levantarse de la cama, pero los brazos de Tim le apretaron un poco.

—¿A qué viene la prisa, Lenny?

—No lo sé. —No sabía qué decir, marcharse parecía la cosa más adecuada. Siempre se comportaban así.

—Yo sí lo sé. —Tim se cambió de lado, mirándole. Len estaba sorprendido, pero no sabía cómo reaccionar—. No quieres que tenga una idea equivocada —finalizó Tim.

—¿Y qué idea es esa? —Len observaba al hombre más mayor, absorbiendo con la mirada las pequeñas arrugas alrededor de sus ojos y la línea de pelo sobre la frente que comenzaba a retroceder. Era una cara atractiva, cálida, gentil, que iba bien con el resto de su cuerpo.

—No quieres que piense que esta vez hay algo más. Nos juntamos cada pocas semanas, vemos una película, cenamos y caemos en la cama. Te gusta, me gusta. Pero cuando se acaba, tienes la necesidad de marcharte. —Tim parecía tan desilusionado que Len se inclinó para besarle hasta que aquella expresión desapareciera de su rostro, pero Tim no se lo permitió—. Sé que no soy el amor de tu vida, tú tienes veintiuno y yo cuarenta. Tienes toda la vida por delante. —Se detuvo, y Len esperó a que continuara. Tim suspiró—. No sé ni lo que intento decir, aparte de que no tienes que salir corriendo. No me voy a enamorar de ti en la próxima media hora.

—No quiero ser injusto contigo. Has sido un buen amigo— intentó explicar Len. Tim había sido un amigo fantástico. Len le había conocido un año atrás mientras echaba un vistazo a la sección de revistas gays de la única tienda de periódicos de todo el país que traía cosas así. Había estado increíblemente cachondo, y había observado cómo un hombre mayor, muy atractivo, había entrado en la tienda y había ido derecho a la misma sección donde Len ojeaba revistas, intentando mantener su turbación bajo control. Tim le había contado tiempo después, que había visto la cara asustada de Len y casi se había reído. Pero en vez de eso, Tim había hablado con él, hablado de veras. Había sido una de las primeras veces en su vida que Len se había dado cuenta de que realmente había hombres como él. Hombres a los que les gustaban otros hombres pero no se vestían como mujeres, ni actuaban como idiotas, ni usaban pintalabios. Hombres que actuaban con normalidad.

Después de hablar durante un rato, Tim le había preguntado si quería que tomaran un café. Len debió de parecerse mucho a un cervatillo asustado por los faros de un coche porque Tim continuó:

—Solo es un café, y podemos hablar.

—Vale. —Len estaba nervioso, pero había seguido al hombre fuera de la tienda de periódicos hasta el final de la calle, hacia un pequeño café donde se sentaron en una mesa en la esquina. Tim se había presentado, y habían charlado. Bueno, Tim había hablado y Len había escuchado. Cuando se terminaron el café Tim le había dado su número de teléfono a Len y le había pedido que le llamara si quería que hablaran otra vez. Len había sostenido la tarjeta con el número mientras observaba a Tim dejar el café.

Le había llamado unos días más tarde, y habían quedado para cenar, las cosas progresaron desde ahí.

Ahora, Len se movió en la cama, escurriendo los brazos bajo el cuello de Tim.

—Eres una de las mejores personas que he conocido jamás.

—No, no lo soy. —Tim sonrió—. Sólo soy un hombre viejo que pone a prueba tu energía de vez en cuando. —Len sabía por la sonrisa de Tim que había algo de verdad en lo que había dicho.

AMAR SIGNIFICA... TENER CORAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora