Capitulo Seis

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"El Departamento de Comercio anunció ayer que las deudas de las familias propietarias de granjas ha llegado a su mayor nivel desde la Gran Depresión." Len apagó la radio mientras conducía. Esa no era el tipo de noticia que necesitaba.

Todavía estaba oscuro cuando llegó a la granja a la mañana siguiente. Todo estaba en silencio y húmedo de la lluvia, pero las nubes habían desparecido, y el sol de primavera lo secaría todo enseguida. Sacó a los caballos al pasto y limpió los establos hasta que brillaron. Estaba terminando cuando oyó el teléfono sonar. Se imaginó que sonaba tanto en el granero como en la casa, y contestó.

—Granja Tomlinson. ¿Puedo ayudarle?

—Oh, gracias a Dios. —La mujer al otro lado de la línea sonaba muy cansada—. Me preguntaba si hospedabais caballos.

—Sí, lo hacemos, y actualmente tenemos espacio libre. —Len pudo oír un suspiro aliviado—. Tenemos un corral de entrenamiento exterior y también pastos muy frondosos.

—¿Cuál es la tarifa? —Len no tenía ni idea y comenzó a buscar por el almacén a ver si encontraba algo. Encontró una hoja de papel con un listado de tarifas de 1982. Se imaginó que eran bastante aproximadas, pero le añadió veinticinco dólares, por si acaso.

—Ciento veintisiete dólares al mes. —Intentó recordar los términos de la granja donde estuvo dando lecciones—. El primer y el último mes tiene que pagarlos por adelantado. Y el precio incluye el establo, heno y avena, y tiempo en el pasto si así lo quiere. —Fue señalando cada cosa con el dedo en la hoja de papel. —Las tarifas veterinarias, suplementos y cualquier tratamiento especial, supondrá un extra.

—¿Cada cuánto se limpian los establos? —La ansiedad se había ido de la voz de la mujer, y ahora estaba totalmente volcada en el negocio.

—Mínimo una vez a la semana, pero la limpieza de estiércol es diaria. Me gusta tener limpio el granero.

—Soy entrenadora. ¿Tendría alguna objeción para que yo pueda usar sus instalaciones?

—Claro que no.

—¿Puede esperar un minuto?

—Por supuesto. —Pudo oír a la mujer cubriendo el micrófono del teléfono con la mano, y esperó a que volviera a la línea—. ¿Podríais alojar cinco caballos?

—¿Cinco? —Aquello era una increíble sorpresa—. Sí, tenemos sitio. ¿Puedo saber qué ha pasado?

—El granero que estábamos usando ha sido golpeado por un rayo. Fuimos capaces de sacar a los caballos, pero no mucho más. Si no es problema, podríamos cargar los caballos y llevarlos allí en la próxima hora. —Len casi no podía creer lo que oía. Esperaba que Mark estuviera contento—. Mi nombre es Nicole Robinson, lo veré enseguida.

—Yo soy Len, el capataz del granero, la estaré esperando. — Colgó el teléfono y miró fijamente a las puertas. Jesús, esperaba haber hecho lo correcto. Después de todo, el granero estaba vacío y Mark le había contratado para manejarlo, y eso estaba haciendo. Len salió del almacén y volvió al trabajo. Los cajones que no estaban en uso estaban vacíos, así que comenzó a cargar serrín para hacer los lechos.

—Buenos días, Len.

—Buenas, Fred. —Tiró su carga y esparció el lecho, cerrando la puerta del cajón.

—Estás ocupado esta mañana. ¿Qué ocurre?

—¿Conoces a una Nicole Robinson, por casualidad?

—Claro —rio Fred—. Todo el que tiene algo que ver con caballos conoce a Nicole. Es una de los mejores instructores del condado. Entrena en la granja del viejo Padgett. ¿Por qué?

AMAR SIGNIFICA... TENER CORAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora