Capitulo Diecinueve

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—Mark. —Se giró hacia el sonido de la voz de Mari—. ¿Estás bien? — Asintió, sin verla realmente, aunque tampoco es que pudiera ver nada en ese instante—. ¿Hay alguien en casa? —Ella movió la mano frente a sus ojos—. Tierra a Mark.

—Lo siento. Estaba pensando. —Louis corrió por el patio, agarrando la pierna de Mark, señalando la piscina.

—Nadar, papi. —Su cara miraba hacia arriba, y los ojos rogaban miserablemente.

—Tengo trabajo que terminar —dijo Len, uniéndose al grupo. Estaba a punto de marcharse, pero Mark le miró y se detuvo.

—Vamos, te llevaré arriba y te prepararé para que te bañes. Papá y Len tienen cosas que hacer.

—Nadar, ¡bien! —gritó el niño mientras ella se lo llevaba dentro.

—¿Qué tienes que hacer? —Len empezó a recitar la lista de tareas, pero Mark le detuvo.

—Steve empieza mañana, y va a necesitar cosas que hacer. Además, creo que nosotros deberíamos salir a pasear.

—Ensillaré los caballos.

—No necesitamos los caballos. —Los ojos de Len se abrieron como platos cuando se dio cuenta de la clase de paseo que Mark tenía en mente—. Vamos. —Mark le guió a través del granero y alrededor del corral de entrenamiento hacia un camino que cortaba uno de los pastos. Mark tomó la mano de Len y se dirigió hacia los árboles. El camino llevaba directamente al riachuelo y giraron en dirección al claro, el agua burbujeaba mientras caminaban—. Sé que no suelo decir en alto mis sentimientos muy a menudo. —Llegaron al pequeño claro y Mark se detuvo, tirando la manta que había tomado mientas atravesaban el granero, al suelo—. Pero tengo que decirlo. Has sido el hombre más paciente que jamás he conocido. Esperaste cinco años para que te diera un segundo beso, y has esperado semanas para que yo entrara en razón y me diera cuenta de lo importante que eres para mí. —Mark extendió la manta en la hierba, arrodillándose y tirando de Len para que se sentara junto a él—. Así que, para que lo sepas, sin más preámbulos dramáticos, te quiero Len Parker, con todo mi ser. —Len se inclinó hacia delante, pero Mark le detuvo con una mano y una sonrisa—. Quiero pedirte que vengas a vivir conmigo, con nosotros. La cama, la casa, mi vida, están demasiado vacíos sin ti.

Len tragó saliva y asintió, incapaz de hablar en ese momento.

—¿Eso es un sí?

—Sí. —Len miró hacia la manta—. Casi no puedo creerlo. — Miró a Mark los ojos, brillando con la luz del sol—. Siempre he estado colado por ti, ¿sabes? Incluso antes de que me besaras. —Len se acercó, sus rodillas se tocaban mientras Mark unía sus pectorales—. Me ofrecí voluntario para aquella obra porque tú estabas en ella, y de ese modo podía mirarte.

—Algunas veces me pregunto qué hubiera ocurrido si Sheila no hubiera interrumpido aquel primer beso.

Len sonrió, e insinuó sus labios sobre el cuello de Mark.

—Yo se lo agradezco. —Mark se echó hacia atrás, mirando a Len a los ojos—. Si no lo hubiera hecho, quién sabe lo que habría pasado. En vez de eso, te casaste con Johannah, la amaste, y tienes a Louis. Todo ocurre por una razón. Y si tuvieras que hacerlo todo de nuevo, sabiendo cómo terminarán las cosas, ¿cambiarías algo?

—No. —Mark negó también con la cabeza suavemente—. Tengo todo lo que he podido desear. Bueno, casi todo.

Len esperó durante un segundo, sospechoso, y entonces su labios fueron tomados con un beso que detuvo la tierra mientras Mark le guiaba para apoyar su espalda en la manta.

—Te quiero, Len Parker. No soy muy elocuente en lo que se refiere a estas cosas, y no tengo palabras bonitas para describirte cómo me siento. —Los dedos de Mark abrieron los botones de la camisa de Len, separando la tela y desnudando la piel suave del pecho de Len a su vista ardiente, y en vez de hablar, dejó que sus labios lo contaran de otro modo.

AMAR SIGNIFICA... TENER CORAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora