Capitulo Cuatro

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Len entró en el camino que llevaba a la granja familiar de los Tomlinson sobre las nueve de la mañana, pensando que eso no era temprano para los estándares de un granjero, y aparcó cerca del granero donde había unos cuantos vehículos más. No parecía haber nadie por allí, pero oyó un tractor a cierta distancia y se imaginó que algunos de los hombres ya estarían trabajando. Caminó a través del patio, y se dio cuenta de cuántas cosas había distintas desde que Johannah había muerto.

—Jesús, ¿qué demonios ha pasado aquí? —Incluso para sus ojos no entrenados a cómo era una granja, algo no iba bien.

El patio alrededor de la casa no había sido segado probablemente en semanas, de lo alta que estaba la hierba. Los edificios estaban en condiciones, pero el resto del lugar parecía bastante abandonado. Caminó por el camino terroso, llamó a la puerta de la cocina y esperó. Después de unos minutos, volvió a llamar. Finalmente, oyó unos pasos y la puerta se abrió.

—¿Si?

—Mark, soy Len Parker. Janelle me dijo que debía pasarme por aquí. Dijo que necesitabas ayuda. —Mark estaba horrible: tenía círculos oscuros bajo los ojos, su cuerpo estaba tenso, y la piel la tenía cenicienta. No se parecía en nada al hombre que Len recordaba.

—Oh, sí. —Mark se pasó los dedos por su largo y desgreñado pelo—. Entra. —Se apartó y abrió la puerta un poco más, pero se detuvo y Len vio un par de ojos y una cabeza de pelo castaño que se asomó entre sus piernas.

—Yo soy Len, y tú debes ser Louis. —El pequeño se sacó el pulgar de la boca y asintió antes de volver a esconderse. Mark levantó al pequeño, que todavía estaba en pijama, y abrió la puerta lo suficiente como para que Len entrara.

La cocina era un caos: platos sucios en el fregadero y cosas por toda la mesa. No es que estuviera particularmente sucio, solo era un desastre, como si Mark no supiera qué hacer con todo. ¿Qué demonios le pasa a este hombre? Guió a Len hasta el salón, que no estaba mucho mejor que la cocina, excepto que el salón estaba lleno de juguetes de todas las clases, encima de cualquier superficie disponible.

—Siento el desastre. —Quitó algunos juguetes de una de las sillas y se sentó. Len hizo lo mismo—. Así que, Len, ¿qué tal te ha ido todo?

—Así... así. Estuve trabajando para la distribuidora de Ford hasta ayer. —Le entregó a Mark su carta de recomendación—. Janelle dijo que necesitabas ayuda.

—Así es. El hombre que llevaba el granero se marchó hace unas semanas y no he sido capaz de encontrar a nadie.

Más bien no has tenido el sentido común de buscar. Len se guardó el pensamiento para sí mismo, aunque estaba desesperado por decirlo en alto.

—He trabajado con caballos y sé cabalgar. No tuve mucho dinero para lecciones cuando era pequeño, así que trabajé para ganármelas. Y trabajé mucho, de hecho.

Esperó a ver si Mark tenía algo que decir, pero el hombre solo se echó para atrás en la silla con Louis tumbado sobre su cuerpo, abrazándole con fuerza. Aquel hombre estaba perdido, completamente perdido. Len podía verlo, pero no podía decir nada porque aquel no era su sitio, así que esperó.

—¿Podrías empezar hoy? Te pagaré doscientos a la semana. — Más o menos lo que estaba ganando en la distribuidora.

—Claro. —Len sonrió y observó al jovencito levantar la cabeza de los hombros de su padre y mirar a Len antes de retorcerse para bajarse. Se quedó a los pies de su padre antes de acercarse a Len—. Se parece mucho a su madre. —Las palabras habían salido de su boca antes de poder detenerlas, y después quiso darse de patadas.

—Sí, es verdad —dijo Mark simplemente, y después cerró como una almeja. Este hombre era tan diferente del tipo resuelto que se comía el mundo, que había conocido antes de que Johannah muriera.

AMAR SIGNIFICA... TENER CORAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora