Capitulo 8 "Sarah"

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—Es pésima idea —digo mientras miro el reloj. Faltan veinte minutos para las cincode la tarde. Tengo el estómago revuelto. Podría entrar por la puerta en cualquier momento.
     —¿Por qué? —dice Kat con un resoplido—. Dijiste que no te reconocería, a menosde que viera tus pezones —se ríe—. Qué cabrona eres, Sarah. No puedo creer que hiciste eso.
     Pongo los ojos en blanco.
     —Ya sé. Yo tampoco lo creo. No sé qué se me metió.
     —Yo sí sé exactamente qué se te metió.
     Me sonrojo.
     —Tranquila, ¿sí? Ni siquiera se dará cuenta de que estamos aquí. Y hay muchísimagente en el bar. Tendrás mucho tiempo para observarlo y armarte de valor.
     —¿Para qué quiero armarme de valor?
     —Para saludarlo.
     —Olvídalo.
     —¿Entonces para qué diablos vinimos?
     —Sólo quiero verlo —suspiro—. No puedo resistirlo. Cuando lo veas me entenderás.
     —¿Me arrastraste al Pine Box de último minuto sólo para espiarlo? —me mira consuspicacia.
     Asiento.
     —Sólo lo he visto en fotos y, bueno, durante una fracción de segundo cuando paso a toda velocidad en su auto junto a mí. Quiero verlo en persona una vez, durante largo rato. —La verdad es que tampoco puedo resistir la tentación de saber qué tipo demujer considera El Club que es su pareja ideal.
     —Sigo sin entender, Sarah. ¿Por qué no te acuestas con él, aunque sea sólo unavez? Si es tan guapo como dices, ¿por qué no disfrutar una noche maravillosa quenunca olvidarás?
    —No sé si soy capaz de disfrutar «una noche maravillosa» con él —contesto. No sé como explicarle a Kat mis sentimientos irracionales por este tipo. Despertó una añoranza en mí que nunca antes había sentido. De algún modo sé que, en el fondo, si juego con este fuego, me carbonizaré. O al menos mi corazón quedará hecho cenizas. Soy justo el tipo de mujer que intentaba evadir al unirse a El Club. Sé que lo soy. Y niél ni yo podemos cambiar esa situación. Entonces, ¿qué caso tiene? Ninguno.
     Kat se encoge de hombros.
    —Bueno, ¿entonces a qué venimos? ¿Sólo a torturarte? Digo, ya sabes qué buscaél, y sabes que no es el amor. Es sólo un tipo más que se unió a «El Club».
     —¡Shhh! —digo—. ¡Cállate! —le he dicho mil veces a Kat que la existencia de ElClub es completamente confidencial, pero a ella le encanta la idea de que haya un clubclandestino de ricachones excéntricos y quiere que le cuente los detalles más jugosos —. Sólo quiero verlo en acción. Quizá eso me ayude a sacarlo de mi sistema —meencojo de hombros—. ¿Qué hora es?
     —Cuarto para las cinco.
     Tengo un nudo en el estómago. ¡Dios! He imaginado incontables veces a esehombre lamiéndome y asomándose entre mis piernas con una sonrisa, y hasta el sexoimaginario con él ha sido el mejor de mi vida. No puedo imaginar cómo reaccionaránmis terminaciones nerviosas al ver a ese Adonis en persona. No estoy segura si podrécontenerme de gritar su nombre como adolescente en un concierto de rock.
     —¡Cielos! ¿Es él? —susurra Kat y voltea sin discreción alguna hacia la entrada.Sigo su mirada y de inmediato me cubro la cara con el menú.
     Siento que las mejillas me arden.
     —Sí —susurro.
     Me asomo por un costado del menú para ver a Kat. Lo está mirando con la boca abierta.
     —¡Virgen santísima! —exclama—. ¡Wow! ¡Es... wow! Pensé que estabasexagerando. Pero no. Para nada. Debe haber hecho un trato con el diablo o algo así.
     —No lo mires —murmuro—. Actúa naturalmente.
     —Estoy actuando naturalmente...
     —¡Claro que no! —¡Claro que sí! Lo antinatural sería no mirarlo.
    —¿Qué está haciendo? —Hundo tanto la nariz en el menú que no alcanzo a vernada, ni siquiera las palabras que pueden leerse en este.
     —Está sentado en la barra —hace una pausa—. Está pidiendo un trago —una pausa larga—. Es una cerveza —otra pausa—. Está mirando a su alrededor —pausalarga—. Da un trago a la cerveza —otra pausa—. Mira de nuevo a su alrededor.
     Se me va a salir el corazón. Las orejas me palpitan con fuerza. Tengo el estomago revuelto.
     —¿Puedo mirar?
     —Sí. No nos está viendo.
     Me asomo por encima del menú.
     —Oh —es lo único que alcanzo a decir. Es el tipo de «oh» que significa que cometíun error al despreciarlo. Es el tipo de «oh» que significa que quizá no debí decirle queno tenía pros. Es el tipo de «oh» que significa que tal vez vale la pena dejar que me destroce el corazón con tal de disfrutarlo un rato. Es perfecto.
     Empieza a girar la cabeza en dirección hacia nosotras, así que me cubro la cara de nuevo.
     —¡Sarah! —me reprime Kat—. Nunca te ha visto y no te va a reconocer. ¿Por quéte tapas la cara?
     Las manos me tiemblan mientras sostengo el menú. Ese breve vistazo bastó para provocarme una especie de convulsión   hormonal.                       
     —Está mirando hacia acá —anuncia Kat en tono serio.
     Otra vez me asomo por el costado del menú. Kat está mirando hacia la barra y leestá sonriendo.
     —¡No lo mires! —le ordeno—. Te lo ruego. Al menos no le sonrías. Cuando le sonríes a algún hombre , se acerca a hacerte plática. Siempre. Por favor, Kat —le susurro con desesperación.
     —Recuérdame otra vez por qué no queremos que venga hacia acá —pregunta conuna gran sonrisa en el rostro.
     —Porque tendré un colapso nervioso —contesto. La voz me tiembla de losnervios. Creo que es una respuesta precisa. Seguro tendré un colapso nervioso oalguna otra crisis de salud casi fatal si Jonas Faraday se desliza hacia acá, pero sobretodo si viene a coquetear con Kat.
     —Está bien. Tranquila —dice Kat, quien al parecer ya percibió mi genuinaansiedad—. Ya puedes mirar disimuladamente, él está mirando hacia otro lado.
     Me asomo por encima del menú. Está mirando a su alrededor de nuevo.Obviamente está esperando que aparezca un desfile de mujeres de código púrpura.Toda esta situación me pone muy tensa. Pero ¿qué esperaba? ¿Que cancelara sumembresía a El Club y gritara a los cuatro vientos «¡Al diablo El Club! ¡Quiero a mibella agente de admisión!» por una mujer a la que jamás ha visto y cuya voz no haescuchado? Sí que me han lavado el cerebro los cuentos de hadas y las tarjetas de San Valentín. ¿De verdad esperaba que generáramos algún tipo de conexión emocional significativa después de tener sexo virtual por e-mail? ¡Ja! Soy de pies a cabeza el tipode mujer que lo hizo querer unirse a El Club en un principio.
     —¿Qué está haciendo ahora? —susurro, con miedo de mirar.
     —No sé. Hay un grupo de personas tapándome la vista.
     —¡Mierda! —Pasa un minuto—. ¿La vista sigue obstruida?
     —No. ¿Podrías ya bajar eso? Cualquiera que se fijara en ti creería que estás desquiciada o algo así. ¿A quién le toma tanto tiempo decidir lo que va a pedir?
     Suspiro. Estoy actuando de forma ridícula. La vida es corta. Estoy en el mismoespacio que un hombre exquisito, aunque arrogante. ¿Cuándo volveré a tener esta oportunidad? Estoy comportándome como una niñita temerosa, cosa que creí que ya había cambiado.
     —¿Sabes qué? Tienes razón. Debería acercarme y hablarle como un adulto.
     —¡Eso es todo! ¡Bienvenida al mundo adulto! —me reafirma Kat con una sonrisa.
     Pongo el menú en la mesa.
     —Digo, si todo sale mal, al menos nunca me arrepentiré de no haberlo intentado.
     —Exactamente.
     Miro en dirección hacia Jonas, decidida a ir a hablarle.
     Ahogo un grito. ¡Mierda! Está hablando con una mujer espectacular, y desde aquíalcanzo a ver que trae un brazalete púrpura en la muñeca. Levanto el menú de nuevo yasomo la mirada ligeramente por encima. Doña Púrpura le sonríe y se relame loslabios. ¡Wow! Es una mujer muy lanzada, y además es guapísima. Aunque Jonas estámirando en dirección contraria a mí, no dudo que se le están saliendo los ojos delujuria. Es una diosa, y se nota a leguas que está lista para saltarle encima.
     ¡Quiero gritar! ¡O vomitar! De hecho, quiero llorar, más que cualquier otra cosa. Y, honestamente, estoy confundida. ¿Por qué demonios se unió una mujer así dehermosa a El Club? ¿Qué esperaba encontrar? ¿Será una cazafortunas? ¿Estarábuscando marido? ¿Qué es? Porque no puedo creer bajo ninguna circunstancia queestá aquí para encontrar parejas sexuales en serie sin compromiso alguno. Una mujer como ella podría conseguir a cualquier hombre que se le antoje. ¿Por qué demonios laemparejaron con Jonas, quien no quiere más que darle un orgasmo, para luegomostrarle la salida con amabilidad?
     ¿Qué está pasando ahí? ¿Acaso Jonas no se pregunta lo mismo?     
     De la nada, mientras estoy perdida en mis pensamientos, Jonas se voltea por completo y me mira directamente. Mi mirada lo juzga. Bastardo. Jonas abre los ojoscomo platos. Yo también. Mierda.
     Desvío la vista de inmediato y levanto el menú para cubrirme la cara por completo.Siento como si me hubieran atrapado in fraganti, aunque no estoy cometiendo ningún delito. Me domina un pánico repentino. ¿Sabrá quién soy? No, qué tontería. Aun así, durante una fracción de segundo, juraría por su mirada que me reconoció. Pero es imposible. No puede reconocerme. Nunca me ha visto. No podría saber quién soy aunque me tuviera en una fila de reconocimiento (a menos que fuera una fila dereconocimiento de pezones).
     Me asomo brevemente de nuevo, pero otra vez me ha dado la espalda para comprarle un trago a su acompañante. Era de esperarse. Quiero vomitar. Claro, Sarah, como te reconoció decidió pedirle al barman de inmediato un trago para su nueva amiga púrpura. Soy una estúpida. Me inundan la ira, la vergüenza y la humillación, todo al mismo tiempo. Y también los celos. No olvidemos los celos.
     —Vámonos —exclamo y me levanto de un brinco. Sin esperar la respuesta de Kat,me apresuro hacia la puerta como si el lugar estuviera en llamas. En segundos estoy corriendo a toda prisa por la acera, alejándome del bar tan rápido como me lo permiten mis piernas, mientras escucho tras de mí el golpeteo de los tacones de Kat sobre el cemento.
     No puedo creer que estuve a punto de decirle «hola». En el mejor de los casos,habría sido un momento incómodo, y en el peor habría sido una catástrofemortificante. No puedo creer que me enredé en la estúpida fantasía de nuestro «algo» prohibido (quería decir amorío, pero eso es lo último que fue). No puedo creer que me acaricié mientras decía su nombre, que deseé tanto acostarme con él que fue una tortura para mi cuerpo y que lo investigué en internet durante siete horas, seis más delo necesario para mi reporte de admisión, cuando en realidad debía estar leyendo los siguientes tres casos para mi tarea de contratos. ¡Por Dios! ¡No puedo creer que le envié una foto de mis senos! Nunca antes había hecho algo así. ¿Qué demonios me pasa? Y, sobre todo, no puedo creer que haya permitido que la tristeza en su miradame cautivara por mi estúpida creencia de que yo podría hacerlo feliz. Quería hacerlo feliz.
     ¡Qué tonta!
     Llego al auto, sofocada. Me apoyo en él para recuperar el aliento. Un minuto después, Kat me alcanza, también jadeante.
     —¡Ay! —exclama.
     —Lo siento —digo entrecortadamente.
     —Te entiendo. —Me mira con lástima—. Au. —Estoy segura de que se refiere a loque acabamos de presenciar en el bar, no al dolor de tener que haber corrido en tacones.
     Mi respiración es rápida.
     —Au —repito.
     Pasa un minuto.
      —Sabía que era un golfo —digo—. Pero verlo en acción de esa manera... —exhalo de forma irregular—. Si ese es el tipo de mujer con el que debía competir,habría perdido de cualquier modo.
     Kat me mira con el ceño fruncido y el gesto compasivo.
     Se me caen los hombros.
     —No entiendo por qué me tiene enganchada así. —Los ojos se me llenan de lágrimas, pero las reprimo—. Intento alejarlo, decirle que me deje en paz, y cuando eso funciona quedo destrozada. _
—Estoy furiosa conmigo misma—. Soy un desastre.
     Kat me abraza con fuerza, y yo apoyo la mejilla en su hombro.
     —Si quiere seguir en la cacería por el resto de su vida en lugar de tener a la chicamás increíble del mundo entero, entonces no te merece, amiga —susurra Kat.
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