Tomo mis libros y los meto a la mochila en medio del ajetreo de estudiantes que salen del auditorio. Acabo de tomar una clase muy interesante de derecho constitucional sobre los derechos fundamentales que dicta la constitución nacional, en contraste con lo establecido en las constituciones estatales. Los casos de la Suprema Corte que discutimos en clase resultaron controversiales y nos pusieron a pensar. Disfruté cada segundo de la discusión, pero al final de la clase, al mirar mi cuaderno, me di cuenta de que había escrito «Jonas» adentro de un corazón una y otra vez en el margen. No recuerdo haberlo hecho. ¿Estaré teniendo una regresión a la adolescencia?
—¿Vendrás al grupo de estudio esta noche? —me pregunta un compañero mientras guarda su laptop.
Hago una pausa. No sé si para entonces habrá terminado la importantísima junta de Jonas, pues no parecía estar seguro de cuánto duraría. Sin embargo, aunque la junta termine temprano, debería dedicarme a estudiar esta noche. Perderé varias clases y mucho tiempo de estudio durante nuestra escapada, además de que no logré llegar a la primera clase de hoy.
—Sí, claro —digo, aunque me duele hacerlo. Preferiría rodar desnuda en la cama (o el baño, o la limusina, o la regadera) con Jonas, que analizar precedentes de casos con mi grupo de estudio. Pero debo concentrarme. Si termino el año entre los primeros diez lugares de la generación, tendré beca completa durante los siguientes dos años. No es cualquier cosa. Ahora que lo pienso, definitivamente necesito estudiar como loca y aprovechar cada minuto antes del viaje, sólo para estar segura de que no me atrasaré demasiado en mi ausencia.
Me echo la pesada mochila al hombro y salgo del auditorio. Si vuelvo a mi departamento, seguramente cederé y terminaré invitando a Jonas. O, si él sigue ocupado, me tiraré en mi cama a escuchar una y otra vez esa canción de Modern English en lugar de estudiar. Suspiro y me dirijo decididamente hacia la biblioteca.
Jonas quiere una relación de exclusividad conmigo durante un mes entero. ¡Un mes! Quizá debería preocuparme por lo que pueda pasar al día siguiente que termine ese mes, pero me tiene sin cuidado. Me da igual. Lo quiero a él, y tomaré lo que se pueda. Cuando la limusina me recogió anoche para ir a cenar, pensé que no pasaría de una noche de sexo informal, pero nunca me imaginé que habría una segunda noche, ni mucho menos una tercera o una cuarta. Él, en cambio, me llevó a su hermoso hogar y me propuso una relación exclusiva durante todo un mes tras haber pasado una sola noche conmigo. ¡Wow! Y quería que me quedara hoy en su casa. ¡Y usó la palabra novia! Reconozco que casi se desmaya o vomita cuando se le salió decirlo —todo esto es demasiado ajeno para él—, pero lo dijo y no se retractó. Ni salió corriendo. Ni se aisló. Más bien, todo lo contrario.
Además de la membresía con duración de un mes entero, ¡casi tuve un orgasmo! ¡Casi! Estuve así de cerca. Si tan sólo hubiera permanecido un poco más dentro de mí, si hubiera podido embestirme con la misma fuerza durante más tiempo y hubiera seguido tocándome como lo hizo, lo habría logrado. Me muerdo el labio al recordarlo. Tiene una habilidad magnífica para tocarme; de hecho, lo hace incluso mucho mejor que yo. ¿Cómo sabe exactamente en dónde tocarme, cuándo, con cuánta intensidad? Ese hombre tiene dedos mágicos. Estuve a nada de alcanzar el arrebato absoluto junto a él. Me sentí como una bestia salvaje.
Quiero volverme a sentir así, cuanto antes.
Mi corazón se acelera de sólo pensar en él. ¡Cielos! Necesito tranquilizarme y concentrarme en estudiar.
Llego a la entrada de la biblioteca. Antes de entrar, saco el celular.
—¡Kat! —exclamo tan pronto contesta mi llamada.
ESTÁS LEYENDO
EL CLUB
Roman pour AdolescentsSarah es una chica joven que trabaja como agente de admision en un club de citas por internet para poder costearse la carrera de Derecho. Jonas Faraday, un hombre adinerado y exitoso profesionalmente, entra en contacto con El Club despues que se lo...