—Pero ¿por qué? —pregunta Kat—. Digo, el tipo se tomó muchas molestias para encontrarte, ¿y tú ni siquiera aceptas salir a cenar con él?
Estamos sentadas en la pequeña mesa de la cocina comiendo pasta de microondas y ensalada César después de haber regresado de la clase de yoga.
Suspiro.
—Es más complicado que eso —digo.
—Aunque resulte ser un patán asqueroso, lo peor que puede pasar es que termines pasando un rato espectacular disfrutando la vista. Ah, y una cena gratis.
—Fundamentalmente somos incompatibles —digo con firmeza.
—Pero ¿cómo puedes saberlo si ni siquiera lo conoces?
—Porque lo sé —afirmo.
—Eso dices. Ojalá me contaras qué fue eso que puso en su solicitud que te alteró tanto —voltea y me mira de lado—. ¿Es una especie de depredador sexual? —me guiña un ojo.
Pongo los ojos en blanco.
—Sabes que esas cosas son confidenciales —bajo la voz—. Pero no.
—¿Le gusta el sado? ¿Es eso?
—No debo hablar de ello... pero no. Simplemente no somos compatibles en lo más básico, en cuestiones de personalidad, en cuestión de metas. Así que no tiene cas someterme a una desilusión y quizá incluso a que me rompan el corazón.
—Pero ¿y si tú eres la única mujer en el mundo capaz de cambiarlo? —esboza una sonrisa irónica.
Sé que es broma y que es una burla del impulso trillado que atrae a todas las chicas buenas hacia los indomables chicos malos al menos una vez en su vida. Sin embargo, l dio al clavo. Eso es justo lo que espero, ser la única mujer en el mundo capaz de cambiarlo. Es ridículo.
—Claro, si descubre que soy el amor de su vida, se transformará en un hombre nuevo —digo, intentando mantener el tono jovial y burlón. Pero no me siento jovial ni burlona. Me siento miserable.
Kat se ríe.
—Es obvio que estás obsesionada con él, y que él no te habría rastreado como un cazador profesional si no estuviera aunque sea tantito obsesionado contigo. Entonces, ¿por qué no pedir una prueba de manejo y al menos ver si son un poco más compatibles de lo que crees?
—No es tan fácil como eso.
—Claro que sí. Es tan fácil como una prueba de manejo. Te lo digo con todo el corazón, amiga, pero tiendes a complicar las cosas más de lo necesario. No me lo tomes a mal.
—No te preocupes. —Tiene toda la razón. Es una parte de mí que detesto. Suspiro —. Quizá tienes razón. Quizá debería...
Alguien toca a la puerta con fuerza.
Kat abre los ojos como platos.
—¡Por Dios! —susurra—. ¡Sabía que te volvería a buscar!
Se me hace un nudo en la garganta. Traigo ropa deportiva, una playera y cero maquillaje. Por Dios, no, que no sea él. No es el tipo de persona que se aparecería sin avisar, ¿cierto? Claro que lo haría. Sé que es capaz. Jonas Faraday es justo el tipo de persona que se aparecería sin avisar.
—Supongo que no te va dejar escapar tan fácil, Doña Razonable —dice Kat mientras se dirige hacia la puerta con entusiasmo.
Corro a la habitación como una desquiciada que intenta escapar del ala psiquiátrica de un hospital, mientras trato de recordar con desesperación qué ropa limpia tengo en el ajón que no me hará parecer que estoy saliendo del gimnasio. Mi corazón está a punto de explotar, y las pulsaciones en los oídos son muy intensas. Escucho a Kat abrir la puerta y saludar a quien sea que está del otro lado. Contengo la respiración y presto atención.
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EL CLUB
Teen FictionSarah es una chica joven que trabaja como agente de admision en un club de citas por internet para poder costearse la carrera de Derecho. Jonas Faraday, un hombre adinerado y exitoso profesionalmente, entra en contacto con El Club despues que se lo...