Capítulo 5

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—Será un gusto señora Warren —respondía con una sonrisa al otro lado del tubo, Nicky—, claro que si, no se preocupe por eso, me comunicaré con ella en veinte minutos. Hasta luego.

La señora colgó y fue inmediatamente a comunicarle a su esposo.

—¡Aceptó llamarla, Jason! —, exclamó la señora Warren con una amplia sonrisa a su esposo, —Nicky llamará a Lorraine, esperemos que nuestra hija acepte... —agregó Sophie, con preocupación.

—¡Claro que lo hará, mujer! —afirmó el caballero, abrazando a su esposa, —Lorraine no podrá resistir la tentación de ir a comprar ropita para su bebé, esta chica es la indicada para acompañarla, no tiene conexión con su pasado.

—¿Qué te parece si nos sentamos a tomar algo? —preguntó Nicky cruzándose en el camino de Lorraine, —te llevas comprada media tienda para el bebé.

—Bien, tomemos algo, me ha dado mucha sed.

Definitivamente la idea del señor Warren había sido todo un éxito. Su hija no pudo con la tentación de salir a comprar cosas para su bebé, haber llamado a Nicky fué lo mejor, la conexión con su pasado le hacía daño a Lorraine, la ausencia de Frank era insoportable para ella en esos momentos, sus amigos comprendieron la situación, ninguno insistió en visitarla, respetaron su tiempo de duelo.

—Y tú ¿cómo te has sentido? —interrogó Lorraine, mientras disfrutaban un jugo de naranja bien frío.

—Muy bien, cada día me siento con más fuerza, los médicos están muy conformes con mi evolución. Mi organismo tuvo una excelente respuesta ante el trasplante, fue totalmente compatible.

—Me alegro mucho por tí Nicky, sabes..., quiero agradecerte que me hayas acompañado hoy, no se me había ocurrido salir de compras...—bajó la mirada. —Lamento no haber ido a cenar con ustedes, es que... —intentó aguantar las lágrimas—,no... no puedo superarlo sabes —. No pudo continuar, Nicky miraba su vaso de jugo.

—Ya te dije Lory, se por lo que estás pasando, si bien es cierto que no existe un medidor de sufrimiento, puedo decirte que no es necesario. Perder a un ser amado nos rompe, nos debilita, nos hace sentir incompletos... cariño, mírame, —musitó mientras tomaba sus manos—, no eres tú sola ahora, nena, tienes a tu bebé —dijo mientras señalaba con la mirada el vientre de la chica—. Y él necesita que estés bien para desarrollarse sano, prométeme que de aquí en más, vas a comenzar a cuidarte, salir a tomar sol y aire fresco, reír, tu niño siente todo lo que sientes, su papá hubiese querido lo mejor para él y para tí... prométemelo Lory.

La chica asintió con la cabeza, sonrió levemente entre lágrimas, no entendía por qué Nicky lograba tocar su alma. Ambas quedaron un instante viéndose a los ojos,una electricidad recorrió las manos de Nicky ante el contacto, de repente, palideció, su corazón comenzó a acelerarse y sin darle tiempo a nada, cayó al piso sin sentido.

—¡Nicky, Nicky! ¡Por favor, que alguien me ayude! —gritó Lorraine tratando de sostener la cabeza de la joven que había quedado tumbada al lado de la mesa. Todo parecía suceder en cámara lenta, los segundos se hacían eternos, hasta que por fin llegaron dos paramédicos asistiendo rápidamente a la muchacha.

—Mamá, soy yo, estoy en el hospital con Nicky..., no, no te asustes, mamá... permíteme hablar por favor —decía Lorraine al teléfono, intentando en vano tranquilizar a su madre—, mamá, por favor, dame con papá... ¿¡hola... hola, mamá!? —Sophie había cortado, la chica sabía que en breves minutos, su madre aparecería en el hospital. Con cara de resignación, se sentó en la salita de espera del centro de salud.

—No hay de qué preocuparse, Nicole sufrió un descenso de su presión arterial debido al calor. Ya logramos estabilizarla, su corazón se encuentra perfectamente, solo fué un susto, en unos minutos puede regresar a su casa.

Ese era el informe del médico de guardia que había atendido a la joven.

El matrimonio Warren se ocupó de llevar a Nicky a su casa. Lorraine se ofreció a quedarse con ella, al enterarse que el esposo llegaba de su trabajo entrada la noche y que la chica quedaba sola.

—Buen susto me has dado, Nicky —dijo en tono de reproche Lorraine—. ¿Cómo te sientes ahora?

—Bien, solo un poco mareada, ya pasará, gracias por quedarte conmigo hasta que Joshua regrese, bueno, gracias por todo —expresó con una sonrisa tierna.

—Por favor, no des las gracias, tú hubieses hecho igual. ¿Cuánto hace que estás casada?

—No nos hemos casado, convivimos hace 3 años —respondió de inmediato la chica—. Suspendí la boda al fallecer mi hermano, luego al enfermar, no quise retomar los planes... veremos, quizá el año entrante.

Lorraine notó un dejo de tristeza en la mirada de Nicky, apenas la pudo percibir, la chica tenía mucha facilidad para ocultar lo que verdaderamente sentía, no valía la pena entristecer a otro, esa era su convicción.

Joshua era un joven moreno, agradable y muy bien educado, sin embargo, no le agradó a Lorraine, sentía una extraña sensación que no podía explicar, no obstante se mostró simpática con él cuando este llegó del trabajo. Luego de una breve charla la invitaron a cenar, no pudo negarse. Era sorprendente la fuerza de voluntad que tenía Nicky, era casi contagiosa, su energía era sorprendente, irradiaba vitalidad, era una persona muy agradable, ese tipo de ser que enriquece a quienes rodea tan solo con su presencia.

Luego de acabada la cena, se despidió de ambos luego de pasar un rato ameno conversando. Regresó a su casa en un taxi, no quiso molestar a su padre.

Al llegar, su madre estaba todavía despierta, le dió un beso y estuvo con ella un rato. Ambas disfrutaron viendo la ropita del bebé. Por primera vez en casi cinco meses, podía sonreír, acariciaba las prendas con amor infinito, las llenaría de besos para que, cuando su bebé las usara, llevara en ellas parte de tanto amor.

Su madre se despidió para retirarse a descansar, ella se dispuso a darse un baño tibio antes de acostarse. Esa tarde había estado cargada de adrenalina, no podía quitarse de la mente lo sucedido con Nicky. Poco a poco esa chica se estaba ganando su corazón, sentía que iban a ser grandes amigas, y otra vez esa sensación de desagrado hacia Joshua, el sentimiento la obligó a fruncir el ceño. ¿Que tenía ese muchacho que le producía ese tipo de sentimiento? No lo sabía. Salió de la tina y se colocó la bata para luego cepillar su cabello, como solía hacer cuando su Frank seguía con vida. él amaba verla mientras lo hacía. Esbozó una sonrisa serena, depositó un beso tierno en el retrato de su amado y se dispuso a descansar.

El sueño llegó a ella después de tantos meses de haber dormido mal. En cuestión de pocos minutos, se quedó profundamente dormida.

Sin alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora