Capítulo 16

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Un remolino de luz encandiló sus ojos, se cubrió con el revés de su mano mientras intentaba visualizar la silueta que al parecer iba acercándose a ella, sentía el cuerpo liviano, sin embargo, no lograba dar un paso, intentó ver hacia sus costados, su mente no podía discernir lo que sus ojos veían... todo era blanco resplandeciente.

—Lorraine... —susurró suavemente una voz. —Lorraine, acércate a mí... —insistió —acércate.

La voz era serena, absolutamente reconocible para la chica, lentamente fue avanzando, a medida que lo hacía, la luz que le impedía ver, iba tornándose más suave, la figura de la persona que la llamaba provenía de esa luminiscencia, poco a poco, la joven mujer comenzó a bajar la mano con la que cubría sus ojos.

—¿Frank?... Frank. —susurró casi para sus adentros, intentó correr para abrazarse a él, pero le fue imposible, extendió sus manos para encontrarse con el rostro del hombre que más había amado en su vida.

—¡Mi amor, mi amor...! Pero, ¿Cómo puede ser posible? —Los ojos de la chica buscaron los de él suplicando una respuesta. —¿Acaso he muerto?

Una sonrisa llena de paz fue la única respuesta que recibió a cambio, una sensación de suave energía envolvió su mano, más allá de ser molesta, era cálida, tranquilizante, la dirigió por un camino que parecía no tener fin, la luz había quedado detrás como una cortina, ella se dio la vuelta para mirarla.

—No tengas miedo... necesito mostrarte algunas cosas. —Indicó el muchacho, ella trataba de ver cómo iba vestido pero era imposible, la sensación que sentía era inexplicable, sabía que era él, lo podía ver, oía su voz, más no lograba distinguir su vestimenta... por más que se esforzara no podía, no era posible expresarlo con palabras, tan solo podía sentir, no servía el razonamiento, al parecer en ese lugar, todo se regía por la percepción de lo que suponía que era.

Caminaron por un sendero, uno que ella sabía que conocía, los aromas, los sonidos comenzaron a inundar su mente, de pronto se vio a sí misma con él, en el preciso momento en el cual se besaron por primera vez, sus ojos se inundaron de lágrimas, bajó la mirada, al levantarla ya no estaba lo que había visto, miró hacia los costados pero al igual que con la vestimenta, no podía descifrarlo, no lo comprendía, sólo percibía sin poder explicar nada de lo que veía, la sensación más extraña y fuerte que había tenido jamás, únicamente podía ver el sendero... únicamente hacia adelante, porque al echar la vista atrás, tan solo veía la cortina de luz, tal cual como si nunca se hubiesen alejado de ella, como si al avanzar, se fuera borrando todo el camino andado no obstante, el resplandor de luz, no se alejaba.

—Sigamos caminando. — insistió el hombre.

—¿Por qué no veo hacia atrás?, tampoco tu ropa o los lados del camino... únicamente puedo percibirlos...

—Vamos dejando huellas que seguir, Lorraine... nuestro cometido siempre está delante, siempre está en cada paso que damos, no obstante, ahora, podemos visualizar nuestro pasado, pero no detenernos en él. Yo soy tu pasado, tu vivencia conmigo lo fue, es necesaria una visión precisa y justa únicamente de lo que necesitas ver para poder continuar sin regresar sobre tus pasos, el pasado no se puede cambiar, únicamente nos ayuda a caminar mejor... ven, no tenemos demasiado tiempo.

La misma suave energía que la había tomado de la mano, la dirigió nuevamente por el sendero.

En un abrir y cerrar de ojos, visualizó a sus padres, se encontraban preparándose para una celebración... era su propia boda, el joven se dio la vuelta para observarla, ella notaba que en ningún momento intentó abrazarla, ni se había dirigido a ella como usualmente lo hacía, no le decía "mi amor" ni "cielo", su trato no era frío, pero le transmitía una sensación diferente, pudo notar que no sentía ese amor desesperado por él, aunque lo amaba, era todo muy confuso, los sentimientos eran fuertes, no obstante, habían cambiado.

Sin alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora