Capítulo 7

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En memoria de mi perrita Niza, quién me observa desde el cielo.



Su aroma la embriagaba, sus besos le hacían perder el control, solo podía desearla como jamás había deseado a nadie... ¡¿desearla!?

Nuevamente despertó sobresaltada y con esa sensación de anhelo ya doloroso. Pasó sus manos por el rostro.

"¿Qué me está ocurriendo? Necesito calmarme, solo son sueños, debo calmarme, debo calmarme"

Con nerviosismo, tomó el celular de la mesita. Tenía cinco llamadas de Lorraine. Miró su reloj pulsera, ya eran las cuatro y media de la tarde, hacía una hora que había estado llamando. Con los dedos temblorosos oprimió el botón de llamar.

-Amm... hola Lory, estaba dormida, disculpa, te llamé porque, bueno yo me preguntaba... emm...

¿¡Por qué le costaba tanto hablar!?

-Nicky... ¿estás bien?

-Oh... si, si, solo un poco dormida, pero sabes, no quisiera perder la oportunidad de ir por ese cachorro, me preguntaba si querías aún acompañarme.

-¡Por supuesto que sí! Por esa razón estuve llamándote, paso por ti, ¿qué dices?

-Si, sería magnífico, te espero. Gracias, Lory.

Soltó el móvil y se fue a su habitación a cambiarse de ropa, se sentía extrañamente entusiasmada.

-¡Mira lo que es eso! -exclamó la chica observando un cachorrito blanco y negro que jugueteaba con un dedo que había metido en la jaula -. Es hermoso, Nicky.

-Ellos son tan inocentes -dijo casi con voz inaudible, observando las jaulas con animalitos que la miraban con ojos llenos de pureza-. Mira aquel de allá, acompáñame.

Las dos chicas fueron a ver una bolita de pelos, que, con ojitos asustados, las miraba acercarse. Nicky acercó su mano a la jaula, el animalito lloró casi sin emitir sonido, se podía percibir el miedo horrible que sentía, tenía comida en un platito, aparentemente no había querido comer.

-Quiero este -dijo decidida y sin quitar la vista del perrito -. Sí, quiero este -repitió levantando la mirada en busca del cuidador, llamándolo con una mano al ver que el joven la estaba mirando

-No te recomendaría esta perrita -aconsejó, mirándola seriamente-. Su dueña se mudó abandonándola a su suerte, ella se niega a comer, está muy asustada, le costará adaptarse, algunos nunca llegan a hacerlo, no es cachorra y me habías dicho que querías una cachorra.

-Bien, olvida lo que te dije al llegar.-Puso su mano en el hombro del chico palmeándolo -. Me la llevo -agregó, y salió caminando a paso decidido hacia la jaula.

El muchacho dio una rápida mirada a Lorraine quién hizo un gesto indicando que así se haría.

Ambas mujeres iban sonrientes de camino a la casa de la feliz adoptante. La perrita tendría unos tres años, pelito largo y rizado de color dorado y pecho blanco, sus ojitos reflejaban una profunda tristeza, aunque aparentemente su miedo no era tanto en los brazos de Nicky. Quizá salir de esa jaula le había dado un poco de calma. Le habían comprado varias cosas, shampoo, un par de capitas, cepillo, recipientes para agua y alimento, una hermosa camita gentileza de su "madrina" y una coqueta correa de paseo, al no saber como se llamaba, decidieron bautizarla con el nombre de Niza.

-Esperemos que comas pequeña Niza, amor no va a faltarte y jamás te abandonaré, amiguita.

-Oye Nicky, ¿Joshua sabe que ibas a adoptar una mascota?

-No, para ser sincera contigo, lo decidí esta mañana al salir a caminar -confesó dándole un beso tierno al animalito, que entrecerrando los ojitos, se dejaba mimar.

-Bien... esperemos que la quiera en la casa -dijo la joven sin quitar la vista del camino y recordando lo mal que le caía el chico.

-Por supuesto, Joshua es muy bueno conmigo y si yo la quiero, él también lo hará.

-Se ha quedado dormida, es una pena que no haya querido alimentarse -expresó con pena la jóven.

-El baño la cansó, estoy segura que cuando despierte le dará hambre, todo ese amor que tu le das, sanará su corazoncito inocente, ya verás.

Otra vez esa electricidad en la boca del estómago. Sus miradas se detuvieron un instante, quedaron frente a frente un par de segundos que parecieron eternos para Nicky, sin poder evitarlo el recuerdo del sueño volvió a su mente haciéndola estremecer.

-Bien...tengo que irme -anunció Lorraine bajando la mirada hacia sus manos.

-Lory... Quédate a cenar conmigo, Joshua no viene esta noche y ya sabes - hizo una pausa también bajando la mirada-. Odio comer sola.

La chica sonrió asintiendo con la cabeza. Le hacía mucho bien la compañía de Nicky, su carácter desenfadado le agradaba, aunque la notó un poco extraña durante todo ese día. Sin embargo sintió deseos de quedarse.

-Déjame avisar a mis padres, ellos seguramente me esperarán para la cena -dijo tomando el móvil -. Hola, si, mamá, estoy con Nicky, cenaré con ella, no me esperen... sí, mamá, le ha puesto de nombre Niza, por supuesto, la felicitare de tu parte, buenas noches, mamá, te amo.

Entre ambas prepararon una deliciosa cena, Nicky encendió el equipo de música, reproduciendo hermosas melodías, el dolor de la joven viuda no la abandonaba, extrañaba horrores a Frank, pero la compañía de su alegre amiga lograba adormecerlo un poco.

Cenaron en un ambiente de franca camaradería, elogiándose mutuamente la sabrosa cena. De pronto Nicky con una sonrisa de oreja a oreja, abrió sus ojos como bochones, una cosa peludita y calentita fue a acurrucarse en sus pies.

-¡Mira a quién tenemos aquí reclamando mimos! -exclamó levantando en brazos a la pequeña Niza.

La otra chica acarició la peluda cabecita con ternura, era de seguro esa noche, la noche de los corazones rotos, únicamente el amor podría ayudar a sanar heridas, no solo de humanos, sino también de esa pobre perrita que había sido abandonada. Lorraine no pudo contener las lágrimas al ver que no solo había pedido mimos, que sino también aceptó el alimento que Nicky le ofrecía de su mano, ambas sonrieron entre lágrimas, no cabía la menor duda, no hay nada más poderoso que el amor para sanar, para reconfortar almas rotas, así sea de quién sea, humanos o animales, todos sentimos dolor, a todos se nos arruga el alma cuando nos abandonan sea por la razón que sea.

-Nicky...-susurró-, gracias, nos has salvado a ambas -dijo recostando su frente en el hombro de su amiga, recordando cuando la chica la había hecho reaccionar sacándola de su idea de abandonarse a morir.

La joven rescatista de almas sonrió con dulzura depositándole un beso en la mejilla.

-De nada... fué un gusto salvarte -expresó aún sonriendo -. ¡Y a tí también peludita mía! -Continuó diciendo mientras abrazaba a la pequeña perrita.

Esa noche Lorraine regresó a su casa con el alma reconfortada. Se acomodó en el ventanal y quedó un buen rato contemplando las estrellas, de dónde ella estaba segura, la cuidaba su amado Frank. Llevó dos dedos a sus labios y lanzó un beso al cielo, hacia la estrella que más brillaba esa noche, ella sabía que era la sonrisa de su amor, se despidió de él con ternura, muy quedito le dijo : "te amo", bajó la cortina de voile blanco y se retiró a dormir.

Sin alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora