Los ojos de Lorraine eran un sueño, su aroma tan suave y fresco, la noche acompañaba el momento, los dedos de Nicole, acariciaron sutilmente la mejilla de la otra chica, ella en respuesta, ladeo su rostro y los besó, habían cenado y hecho dormir a Sara. Ambas sabían bien lo que deseaban, ninguna se atrevía a dar el paso, hasta ese momento.
Lentamente, Nicky se acercó a los labios de su amada, comenzaron un juego de seducción que enloquecería al más cuerdo, la joven mujer, iba dejando un sendero de fuego en el cuello de su amante, suspiros apenas audibles se escaparon de los labios de Lory, con suavidad, comenzó a quitar el cinturon del pantalon de Nicky, esta se aparto unos centímetros para facilitar la tarea, de a una, iban cayendo al piso las prendas que ya resultaban molestas entre ambas.
—Te amo —susurro —no sabes cuanto te amo, Lory.
Sus labios comenzaron una batalla de besos despiadados, destrozando toda timidez, entregándose de cuerpo y alma una a la otra, sin prejuicios, sin medida, como lobas hambrientas, explorando cada rincón de piel, disfrutando cada caricia, beso, palabra, suspiro, sus expresiones de amor sonaban como melodía dedicada al oído de su amada embriagada de pasión, su lengua traviesa y ardiente iba haciendo estragos en la intimidad de su amante hasta calmar su anhelo y hacerla llegar al clímax de manera formidable.
Ninguna de las dos había experimentado antes lo que ahora, sus cuerpos desnudos, sudorosos y entrelazados eran una obra de arte iluminada por la sublime luz de la luna, que con tímida indiscreción, se asomaba por la ventana.
Siguiendo sus instintos, se amaron hasta altas horas de la madrugada, el tiempo dejó de existir, tan solo buscaban calmar esa necesidad imperiosa que sentía una por la otra.
La chica disfrutaba deliciosamente recorriendo con sus labios la piel tersa de Nicky, un camino de besos iba dibujando desde su cuello hasta sus pechos pequeños y hermosos, se detuvo a juguetear con los pezones erectos, deseosos de sus caricias, anhelantes, instintivamente, arqueo su cuerpo esbelto, para brindarse entera a los labios de Lorraine, la chica entreabrió los ojos y allí estaba, en medio de su pecho, la cicatriz, el recuerdo de que Frank en cierto modo seguía allí, esa sensación de estar amándolo también, la enloquecía, cerró sus ojos nuevamente, mas no pudo retener en ellos esas lágrimas traicioneras que brotaban sin que pudiera evitarlo, besó con inmensa ternura, como si fuese una marca sagrada, la zona donde se encontraba, Nicky no lo advirtió, de ninguna manera iba a permitir que la chica sospechara su gran secreto, pero, ¿cómo podría soportar esa sensación tan confusa que sentía?
...
La luz de un caprichoso rayo de sol, despertó a Nicky, aun con sus piernas entrelazadas en las de su amante, y sus brazos, rodeándola, las sábanas apenas cubriendo sus cuerpos, un desastre de prendas de ropa desparramadas en el piso delataba lo sucedido la noche anterior, la cabellera de Lory, cubría parte de su cuerpo, ella la acarició.
—Buen dia , mi cielo —musitó —déjame levantar.
—Buen día —respondió entre despierta y dormida, —¿qué hora es?. —Sus ojos verdes apenas se entreabrieron a la luz del amanecer.
—Son las seis treinta, dejame ir a darme una ducha y prepararé un delicioso desayuno para comenzar el día con buena energía. —dijo abrazando a su ahora adormecida mujer, a pesar de las pocas horas de sueño, se sentía como nueva.
—¡anda, déjame levantar perezosa! —repitió, con un mohín de disgusto, la soltó, permitiendo que Nicky se levantara, dejando caer su brazo desde la cama, hasta el suelo, en señal de rendición.
...
—Mmm...¡pero que bien huele! —la joven mujer se apareció en la cocina, secando su cabello con una toalla blanca, se acercó y tomando a la experta cocinera por la cintura, intentó acercarse para ver lo que estaba preparando.
—Oye, vas a dejar pelo en el desayuno, ve a secarte a la habitación, mira Sara las cosas que hace, mami. —dijo divertida la chica, mientras que, posando ambas manos en la cintura, miraba de reojo a la pequeña, quien al ver a su madre, le obsequió una bellísima sonrisa.
—En esta casa me restan autoridad, —se quejó Lory, mientras se retiraba de la cocina, para terminar de secar su abundante cabellera en la habitación.
Luego del desayuno, Lorraine fue a dejar a Sara en el Jardín de infantes, Nicky con Niza a su acostumbrada caminata, y luego almorzarían ambas en un restaurante vegetariano cercano a la casa. Lory no podía quitarse de la mente el momento en el cual se encontró con la cicatriz, nunca había imaginado cuánto podría llegar a afectarle.
Daba vueltas en su mente, recordó que había sentido emociones que no había podido descifrar por Nicole, no imaginaba que iba a sentirse tan abrumada, sabía que la amaba, no había dudas de eso.
Forzaba su mente para lograr entender, para ser capaz de comprender, que Frank ya no estaba, y que en cierto modo, él le había entregado un mensaje en sus sueños. Ella sentía que desde algún sitio, el alma de su esposo, deseaba que reconstruyera su vida, necesitaba creer eso, pero, ¿sería un designio que fuera justamente con la persona receptora de su corazón?
No lo sabía, estaba experimentando sentimientos encontrados, tal vez miedo, no sabía a qué, ni porqué, o en su fuero interno, si lo sabía, no obstante, ya era tarde para echar atrás, se había enamorado de Nicole, ¿sería correcto? y si la muchacha en algún momento quisiera saber quien había sido el donante, ¿seguiría adelante con la relación, o creería lo que Lorraine temía y la abandonaría?
Quizá había sido un error, haber investigado acerca del trasplante, ahora se encontraba en una situación muy difícil de resolver en su mente, y no sabia como hacer para que aquello, no arruinara el momento que estaba viviendo, por primera vez desde que faltó Frank, ella se sentía viva realmente, estaba segura de lo que sentía, y no tenía ninguna intención de renunciar a ello, sin embargo, ese sentimiento extraño, oprimía su corazón sin que ella pudiera hacer nada.
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Sin aliento
Roman d'amourMuchas veces podemos perder a nuestros seres amados y sentirnos rotos, tal vez experimentamos la sensación de no poder seguir con nuestras vidas, nos tiramos en una cama con la única idea de abandonarnos; pero no es ahí dónde debe acabar nuestra his...