Capítulo 16: "Clase por clase para que no exista venganza"

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¿La venganza es buena o es mala? A veces no sé sí es justa y necesaria para comprender lecciones, o si es una vil e inmadura trampa que empeora las situaciones, sea lo que sea, es bueno no arriesgarse... Al menos eso pienso yo Helena. Al conocerlo a él me entregué a los riesgos, los inconvenientes y los desastres.

Ambos aceptarnos en entrenarnos para nuestros acabar con nuestros temores y evitar el peligro, el rencor, más dolor e incluso a elaborar una cruel revancha o venganza ante ellos, las fuerzas opuestas se juntaron a nuestra contra para unirnos a favor. Una combinación poco convencional ha sido creada, planeada y muy pronto ejecutada.

Evitarnos más penas y malos ratos era el objetivo principal, mientras nos utilizábamos a nosotros mismos como metodología y a ellos como nuestros propios problemas a resolver. Quizás si recolectáramos cada trozo de información y experiencia del otro, este desastre lo convertiríamos en salvación. No me cabe duda que el trabajo es agotador, pues la meta esta a lo largo de un camino emprendedor. Las trampas fueron bien elaboradas y nuestras almas ya están más que anticipadas a cualquier golpe que nos lance el destino.

-¿A dónde me llevas?- Cada vez nos acercábamos más y a más a lo que parecía una colina.

-A un lugar donde me gusta venir a pensar.- Dijo Paul tan simple como es, tan ángel, tan puro, tan lleno de vida, verlo tan motivado era lo único me movía toda mi alegría.

-Sí te voy a enseñar a ser un poco más como yo, tengo que traerte a los lugares que me hacen ser quien soy y como soy.- Dio un muy punto al cual yo aun así rebusqué.

-En ese caso también me gustaría ver más allá del "Porque" eres quien eres.- Astucia que salía de mí, a veces sólo me brotaba sola.

-Paso por paso Helena... Paso por paso.- Aquel lugar era hermoso, estaba lleno de un césped colorido y un cielo despejado, una hermosa vista a lo lejos y más sí ando de su mano. Sus ojos hacían contraste con el clima y los míos con el suelo. Verde es el césped mezclado con el azul grisáceo de los míos, más azul el tono del cielo más su verde vivo, todo activo que brillaba en su mirada, el cielo se había abierto por sí solo, como sí lo hubiera echó únicamente para nosotros dos.

-¡Que hermoso lugar!- Como no iba a alabar tanta belleza.

-Y que hermosa acompañante.- Como no ganarme de esa forma. Mis ojos rodaron a él y su sonrisa se marcó otra vez. "No me apartes la vista" imploró sonrojado. "Y tú no te alejes le mí" Le pedí a cambio.

Tomó asiento para comenzar la lección. –¿Sabes por qué hacemos esto verdad?- Preguntó como todo maestro al iniciar su tema a tratar. Sí esto va al examen final, mejor intentar de una vez. –Porque no quiero más problemas con él.- Contesté inclusive insegura. –Y para no recurrir a una cruel venganza.- Interesado a mi respuesta Paul rió, ni enterada estaba yo en que momento metí la pata.

-¿Venganza?- Preguntó riendo, que no era obvio para él, o yo tenía que explicárselo todo.

-Sí metemos hacemos un solo movimiento en falso, nos van a odiar mucho más, algún tipo de guerra se podría desatar.- Tan dramática como siempre.

-Helena no exageres.- El ya estaba echo todo un mar de lágrimas de burla. –Hacemos esto, porque quiero enseñarte a valerte por ti misma.- Tan simples resultados buscaba él y yo como siempre me fui directo a lo más trágico. –Además quiero que me enseñes a tener más sensibilidad con las personas, ser más racional, en lugar de arruinarlo todo.- Concluyó.

-Es imposible que yo me valga por mi misma.- Pesimismo Helena, vamos de nuevo con tu inaudito y nada útil pesimismo, era todo lo que podía pensar, no hacía nada más que juzgarme en lugar de actuar. – A penas y me puedo concentrar, de hecho ya hasta algunas de mis calificaciones han bajado.- Paul todavía con un poco de fe bajo sus mangas me ofreció un trato arriesgado.

-¿Te parece si un día antes de que venga tu padre, me acompañas a visitar a mi madre?- Definitivamente ya había terminado de enloquecer, tremenda situación tan incómoda en la que quería someterme. –Helena sólo así me sentiré apoyado moralmente.- Siguió insistiendo.

-Sólo así comenzarás a ser como yo... Un poco más arriesgada...- Estaba comenzando a convencerme, mientras lentamente perdíamos distancia a causa de él. –Y así también conocerás más de cerca el "Porque" que tanto buscas.- Literalmente me había comprado con esa.

-Acepto, pero deberás controlarte con tu madre.- Pedí cual condición.

-Lo sé y para eso me ayudarás tú.- Me recordó él de como inició el trato.

Le sugerí que su madre podría poseer un gran dolor, pues si su padre a estos los había abandonado cuando Paul tenía menos edad, quien quita la posibilidad de que dicha mujer haya quedado completamente afectada.

-¿Afectada?- Quedó realmente confundido.

-Paul sólo piénsalo, su marido la dejó y también su hijo. Más que molesta está dolida.- Alguien tenía que decírselo, él también comprender ambas versiones de la historia, su dolor contra el de su madre.

-¡Pero ella nunca me apoyó en lo que yo quería!- Continuó replicando como un pequeño mal agradecido.

-¡Y no por eso huyes de casa!- Tenía que hacer todo lo posible para hacerlo entrar en razón. –Tuve mis razones Helena.- Serio, no buscaba continuar más con la idea de apoyarla.

-Mi padre nunca me apoyó tampoco en lo que yo quería y no por eso huí de casa. De hecho hasta el sol de nuestros días aun no lo hace.- Él no era el único que experimentaba ese sentimiento de negación.

-¡Y precisamente porque tú lo dejas Helena, si quieres algo, deja de temerle tanto, enfréntate y no seas necia, en fin y al cabo ese viejo no es para siempre!-

-¡PAUL!- Le regañé –Claramente esto no está funcionando.- Asumí consiente en voz alta.

-Lo siento Helena es que yo... Simplemente no puedo controlarme.- Cubrió sus rostro con sus manos mientras yo lo analizaba. ¿A qué se debía tanta indiferencia? Estaba segura de que algo me estaba ocultando. Me acerqué a él y lo tomé en mis brazos, él siempre me consolaba a mí, pero ¿Quién lo consolaba a él? –Escucha... Empecemos de nuevo si.- Le rogué con paciencia, aun teníamos oportunidad.

-Ella lo engañó.- Confesó sin más rodeos, ya era el momento en el que lo dijera. – ¿Por qué crees que mi padre, la abandonó? Fácil porque lo engañó, no era más que una bastarda ramera que se embarazó de mi padre y cuando este se despistará, ella le engañó.- No quería decirle ningún comentario hiriente pero, si se trataba de una mujer un poco disfuncional. –Encima el muy imbécil se fue y... No le importó dejarme con ella.- Más allá de su madre y de las atrocidades que había echó, estaba su padre y el hecho de que jamás respondió por él.

La venganza la había creado él y no su madre.

-Mi amor...- Tan sincera abrí para él mi corazón. –Te juro que no conozco bien la respuesta o la solución, pero negándola y odiándola tampoco la encontrarás.- Quería protegerlo como nunca antes alguien lo habría echó.

-Es una...-

-No te atrevas a insultarla...- Le rogué. –No te hagas más daño odiándola.- Le pedí después.

Mi temor se debe a que siempre me dejé vencer por alguien y por más cansada que haya estado, jamás me hice valer. Su agresividad se debía a que también se dejó herir, pero él si se cansó lo suficiente como para dejarse.

-Ella era adicta al juego, viciosa, prostituta... Ella era un asco y mi padre no me salvó.- Cada vez sus confesiones se hacían más y más fuertes, casi podían quebrarte.

-Paul tú y yo la vamos a ver... Y te prometo que algo lograremos hacer.-

En esa entonces sólo pudieron responder sus labios, los cuales desesperados buscaron los míos en cuales desahogarse, refugiarse e inclusive restaurarse. Ni April, su vieja amiga, o si quiera el señor Hamilton conocían la pena más grande que esté cargaba consigo durante todos estos años.

 

Paul y Helena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora