Capítulo 4: "Un camino hacia al pasado"

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-¿Le falta poco señor Hamilton?- Odio apresurar a las personas, siempre me ha parecido algo molesto pero está vez tengo la excusa de mi entrevista para la universidad.

-¡Listo! ¡Andando ya Helena!-

Salimos hacia nuestro destino y ya mi corazón lo cargaba en la mano, no podía creer que yo estaría a punto de postularme para ingresar en una universidad y mejor aún con una carrera que yo quisiera, todo está saliendo demasiado bien, casi parece irreal. Realmente no estoy acostumbrada a que las cosas me salgan como yo las quiero y por esa precisa razón me siento tan extraña. El señor Hamilton y yo nos encontrábamos en la vía hacia la universidad y ya que las distancias eran bastante largas, nos daba un poco de tiempo para tener interesantes charlas y anécdotas sobre nuestras vidas. El señor Hamilton se interesó por mi pasado, el cual yo realmente no tenía muchas ganas de platicar así que decidí en ser estratégica y preguntar primero por el de él.

Tenía fascinantes historias sobre su adolescencia, pues recuerdo como me contaba las grandes travesuras que ejecutó en sus años estudiantiles en la universidad central de Londres. Era un hombre bastante culto y con un sentido del humor bastante práctico, su nivel de intelecto era notable, pues no cualquiera entendía sus característicos comentarios acerca de un tema en particular, es decir literalmente pasamos más de treinta minutos en el tráfico teniendo una dinámica charla acerca de los cambios políticos que han ocurrido en el ámbito del continente Europeo. También me comentó un poco sobre lo muy feliz lo que lo hacía su esposa Tiffany y sobre el hijo que estaba esperando con ella. Era placentero oírlo hablar de su señora pues la conoció en sus días de universidad, ya que ambos estudiaban la misma carrera. Era positivo ver como un amor colegial terminó en la máxima satisfacción de esperar un hijo de esa persona que tanto amas.

-Me alegra que decidas estudiar algo que quieres hacer con tu vida en lugar de cometer el error de complacer a tu padre con sus ambiciones y no luchar por las tuyas.-

Sus palabras tocaron mi corazón.

-Gracias a usted, es genial poder tener a un amigo.- Era muy satisfactorio poder conversar con alguien a quien le importa lo que hagas y pueda comprender un poco sobre lo que necesitas. Por un minuto el señor Hamilton bajo su cabeza y quedamos en un breve silencio, se notaba pensativo y sentí curiosidad por sus pensamientos.

-Te entiendo más de lo que piensas Helena.-

Quedé extrañada por su comentario.

-¿A qué se refiere?-

-Mi padre quería que fuese un doctor al igual que él y que llevará el consultorio de mi familia como había sido por generaciones. Pero realmente me enloquece la biología y la peculiar anatomía humana nunca ha sido mi fuerte.-

El señor Hamilton estaba graduado en el área de leyes y a pesar que nunca he podido comprender la pasión que poseen algunos ante la carrera del derecho, era admirable el cariño que tenía este hombre ante su profesión, literalmente era por vocación más que por otra cosa. Una vez que logró avanzar el tan infernal tráfico pasamos al frente del casino clandestino en el cual conocí a Paul.

-Mira nada más quien está justo allí tocando- Dijo el señor Hamilton sonriendo al ver a Paul tan activo como siempre con su guitarra, le pedí amablemente que bajará los vidrios del auto, tenía ganas de escucharlo.

Paul se encontraba tocando una hermosa canción que realmente no estaba segura de que vocalista o grupo era, pero debía admitir que era realmente talentoso, su voz tan grave, su pasión, lo hacía con el alma y era todo lo que importaba, cada nota que entonaba con la vibración de su voz retumbaba en mi cada vez que sentía como erizaba mi piel con su música. Su guitarra marchaba al compás que sus dedos dictaban como si estuviesen sincronizados de una misma manera, era hermoso. Su música como la mayor definición de un arte.

Paul y Helena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora