Paul y Helena

Capítulo 14: "El amor y el juego"

El amor atrae, apasiona, ilusiona y enamora, pues es natural en el, puesto a que pertenece a su esencia propia. Ocasionalmente este obliga a las personas a cometer las mayores estupideces que alguien podría llegar a cometer, como por ejemplo entregarle tu vida cuerpo y alma a una persona que ni siquiera vale la pena, o inclusive este conlleva a dejarlo todo por una que si lo valga. Dicen que con el amor no se juega debido a que este debe ser puro, verdadero y profundo, aunque no todo el mundo lo utiliza de dicha forma. El amor atrapa a quien sea, como sea y cuando sea porque es sabio, siempre y cuando este sea real. El amor a veces miente, engaña y lastima. No es muy difícil comprenderlo pero si aceptarlo, puesto a quien una vez se ciegue fuertemente con el, no le será muy sencillo lidiar con los contras que esté posee. El amor es frágil pero intenso, es aceptable pero a su vez denso. Hay personas que gustan verlo como el sentimiento más hermoso del mundo, mientras también se presentan otras que no gustan caer en sus trampas, puesto a que este puede llegar a ser tan placentero como violento.

El juego es sucio, tramposo, estafador y embustero, pues a veces gana quien tira más hacia a la suerte y otras veces el que tiene más habilidad. El juego no siempre miente, pues la mayoría del tiempo es capaz de reflejar la fortaleza o debilidad de la persona, pues este decide que oponente será el más seguro de sí mismo y quien otro se ahorcará en sus propias inseguridades. El juego conoce bien sus maleficios, sus vicios y hasta sus ventajas, es adictivo, constante y arriesgado, al igual que el amor carece de límites, tanto en su comportamiento como en su desenvolvimiento. ¿En qué se parece el juego con respecto al amor? Será porque ambos la mayoría del tiempo dependen de la suerte o por la gran variedad de trampas que estos pueden llegar a poseer. ¿O es que a caso nunca se han percatado que a los jóvenes niños nunca se les ha permitido desarrollar esta actividad tan engañosa? No es por los engaños o por los maleficios, o mucho menos por la suerte que famosamente estos se encuentran envueltos, sino que ambos son una cuestión de azar en la cual se necesita mucha cantidad tanto de destreza como de estrategia. El amor no es suerte y mucho menos el juego.

-¡Mónica el casino queda aquí!- Indicaba a mi desorientada amiga por las grandes calles de aquella Cosmopolitan ciudad.

-¿Qué es lo que hay tan interesante en ese casino? Desde que entramos a la facultad no paras de pensar en ese lugar.- Era muy obvio que Mónica desconocía mis sentimientos por Paul. No obstante todavía yo en mi penosa e introvertida personalidad, no me dignaba a decirle, tenía la fe de que con mis notorias facciones, expresiones o incluso acciones al estar cerca de él hablarán por sí solas.

-Es que no pareces una chica de este mundo Helena.-

Nunca fui una gran amiga del juego, a diferencia de mi padre, aquel hombre pisaba los suelos de tan pecaminoso lugar y era como si todos los juegos se apuntarán a él. Él sabía a la perfección que la casa nunca pierde y mucho menos que el ganaba pero era la adrenalina de la apuesta, la tentación o incluso el azar de la suerte, lo que no lo detenía.  Era un experto en casi toda clase de juegos, ruleta, póker, maquinas… Pero sin duda su favorito siempre fue el veintiuno.

-A ver, sólo piensa en las maravillosas fotografías que podrás tomar en aquel lugar.- Dije desviando un poco el tema, moviendo las agujas del reloj un poco ante su pasión, Mónica nunca soltaba u cámara, era como si ya formará una parte de su cuerpo.

-Bueno en eso te apoyo, es un lugar muy tentativo, con muchas luces y color, será interesante tomarle un par de fotos para un proyecto temático.- Me pareció interesante, con rápidamente puso a andar sus ideas.

-¿Qué clase de temática te gustaría utilizar?- Quise saber intrigada, sabía que Mónica era una persona con ideas realmente interesantes.

-Una comparación entre el amor y el juego.-