-¡Es hoy, es hoy!- Helena no lo arruines, Helena no lo estropees con tus miedos.
-Que nervios que ya es hoy- Helena respira, Helena para esto te preparaste.
-¡Ay que nerviosa estoy!-
-Cálmate Helenita, te he visto estas últimas semanas y sé que todo lo has dejado en esos libros. Aquellas fueron palabras de aliento del señor Hamilton, quien seguro y lleno de confianza, depositó todos sus buenos deseos en mí.
-Creo que no hay nadie en el mundo que quiera que apruebes ese examen, más que yo.- Dijo cual padre orgulloso.
-¡Claro que sí, pues yo!- Se escuchó la voz de Paul a lo lejos marcando su llegada para desearme suerte. Me dio tanta alegría que haya venido a verme. Se podía notar claramente como el tiempo se tornaba rápido y pasajero. Poco a poco me fui arreglando y me iba relajando, tenía la certeza que iba a ser un día para recordar, el viento retumbando violentamente contra las ventanas, el sol brillando iba marcando el pasar de las horas cambiando así su posición, del este al oeste y del viento al corriente.
-Helena quiero acompañarlos.- Pidió Paul.
Me dejo dudando pues si iba él significaba más apoyo, pero a su vez más presión en caso de que falle así que...
-Quita esa cara de inseguridad- Regañó Paul -Helena para esto te preparaste y lo vas a lograr.-
Amo su espíritu a la hora de darme aliento, es capaz de levantar la tierra con sus ganas cada vez que me pone esa mirada tan encantadora. Esté se acercó a mí y tomando mis manos me entregó su mirada diciendo -
-Recuerda todo lo que te dije la última vez.-
Madre mía, de tantas cosas que me dice más o menos que querías que recordará.
-Me refiero a lo de las mejores personas y de sus experiencias.- Dijo refrescando mi memoria. -Helena, todo pasa por una razón y la tuya pasó para que te convirtieras en lo que desees.- De repente sus manos mágicamente se entrelazaron con las mías y por un momento se perdió mi mirada en la profundidad de su cara, su entusiasmo, su buena vibra. Como era posible que un ser con tantas desgracias luche tanto por la de los demás.
Sus manos hechizadas llegaron a mi cintura, su boca tan colorada se tornó pálida debido a su temor y podía sentir aquel leve temblor que provenía de sus manos. Mis ojos se encontraron con su boca y mis manos con su cabello para así crear una caricia.
-Helena... Tú llegaste a mi vida también por algo.- Sus palabras quebraron mis miedos creando una barrera protectora.
-Paul- Dije entre su mirada y labios. -Gracias por todo.- Ofrecí perdida en su boca, dichosa sea la hora en la que lo conseguí.
La otra vez pensé que las malas situaciones o noticias no llegan porque estén predestinadas a hacerlo, sólo se presentan y ya. Sin embargo Paul me mostró el trastorno de esto. No se tantea el éxito ni mucho menos la buena suerte. Sólo se crean las desgracias para renacer de ellas.
Contra mi propia voluntad me zafe de los brazos de Paul para dirigirme ahora sí a lo que sería la presentación del examen de admisión, debía obtener una buena calificación pues el señor decano fue bastante condescendiente conmigo. Estábamos todos los estudiantes formados en un gran pasillo, antes de ingresar al aula en la cual se nos haría entrega de la prueba.
-Que nervios.- Llena de ansiedad repetí para mí.
-Oye respira.- Una voz femenina aconsejó para mí de manera asertiva. Al darme vuelta noté a aquella linda muchacha de la otra vez.
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Paul y Helena
RomanceEl desastre también se puede enamorar, ya que si el desastre encuentra al orden posiblemente estos mutuamente se podrían llegar a gustar. Helena era el orden disfrazado de desastre, mientras que Paul no era más que un mísero desastre enmascarado en...