Sensaciones inconclusas

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El sentimiento de impotencia se volvió cada vez más fuerte. El no poder hacer nada por ella, el no poder ayudarla, el no poder calmar este dolor, el no poder haberla agarrado, el no haberla protegido, el no poder volver el tiempo atrás. No termino de comprender cómo en un instante pierdes todo lo que has amado, en un momento está y al otro no. La vida un laberinto. Tal vez jamás encuentre la salida, pero vale la pena seguir luchando e intentandolo. Pero a la vez, la vida es un regalo. El haberla conocido, el haberla amado, el haber cambiado con su llegada. ¿Entonces que hago? ¿Esperar? ¿Pasar tiempo con ella y ver si me recuerda? ¿Buscar apoyo?

En ese momento, mis pensamientos se blanquearon y pude escuchar su voz en mi cabeza.

" Busco una salida
Y no entiendo lo que pasa
Y aunque se que soy valiente
Tiembla mi voz"

Desde mi conciencia, desde su recuerdo ella me ayudaba, aunque no estuviera aquí. Literalmente lo está, pero no lo siento así. Esa noche no dormí.

Punto de vista de Luna.

Varias personas iban y venían a mi habitación. Solo podía sentir sus miradas en mí y el pesar en sus rostros. Lamentaba no saber quienes eran desde lo más profundo de mi ser. Pero el chico que me visitó primero, en paricular, fué él que más me hizo sentir como una miserable por no recordarlo. Yo desperté y él ya estaba ahí. Había algo en el, lo presentía pero era atormentable el no tener idea. Es que cuando desperté y lo ví, mi corazón latió. Tal vez él me correspondía, y era una señal de mi corazón de que ese chico era su dueño, tal vez era alguien muy importante para mí. No había forma alguna de saberlo. Algo era evidente: el me amaba. Sus ojos me irradiaban preocupación, ternura, amor, nostalgia. Sentí que lo conocía. Cerré mis ojos pensando en esto del sol y la luna. ¿Quién era yo? Me dijo que debía averiguarlo, así que pienso hacerlo. Mis sueños invadieron mi mente.

Una luz, unos rayos aparecían y me iluminaban. Una mujer aparecía y yo sabía perfectamente quien era, lo recordaba aunque tuviera amnesia. Y no parecía sorprenderme, no podía olvidarla.

- Hola Sol.

- mamá, ¿así me llamo?

- tu tendras que elejir hija mía, si eres Sol o Luna. - a ambos lados aparecieron un hermoso soy y de su otro costado, una luna.

- ¿cómo sabré si ni siquiera me conozco?

- ten paciencia, luego de la Luna, siempre sale el Sol.

Mi sueño se esfumó y mis ojos se abrieron lentamente. Miré a mi alrededor, se encontraba ese chico, del cual ni siquiera sabía el nombre, pero deseaba tanto saberlo.

- Despertaste dormilona. - me sonrió aunque podía notar que seguía dolido.

- Hola, si al parecer. ¿Qué haces aquí?

- Vine a verte, aunque no me recuerdes, eres alguien que me importa mucho. Te darán de alta en unos minutos, te llevaré a patinar.

- ¿a patinar?

- si, tal vez te guste tanto como a mí. - fue algo raro, porque actuó como si no me conociera, aunque sabía que si lo hacía.

- está bien, pero creo que nunca patiné. - accedí. Tocó su nuca y claramente me ocultaba algo pero no me atreví a preguntarle que era.

No habrá distancia que Cambie lo que siento por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora