Él hace esos sueños reales.

5K 346 77
                                    

Punto de vista de Ambar

- Chicas, ya casi terminamos.

- Que suerte que tu madrina nos dejó hacer la fiesta. - dijo jasmín apilándo las bebidas al lado de la mesa.

- Si, parece estar de buen humor. Un milagro de navidad.

- Según el pronóstico va a llover. - Delfi chequeaba su teléfono y se vió preocupada ante la afirmación.

- Nadie ni nada va a arruinar esta navidad perfecta. - Estaba tan decidida, mis ganas de pasar la navidad con mis amigos no la paraba ni el mismísimo Dios. Fuí arriba a cambiarme, pues faltaba poco para que empiece la fiesta. Bajé las escaleras, mis ojos no podían creer lo que veían. Simón llevaba puesto un gorrito de navidad y traía consigo un ramo de flores. No pude evitar morir de la ternura, llevaba esa sonrisa que tanto me gustaba consigo. En los ultimos escalones extendió su mano para tomar la mía.

- Feliz Navidad. - me entregó las flores, las olí y le regalé un suave beso en la mejilla.

- Gracias, yo también tengo un regalo para vos. - agarré de la mesa una pequeña cajita envuelta en cintas rojas y verdes. Se la entregué y como un nene ancioso la abrió para encontrar una púa de guitarra. - Yo sé cuanto la querías, me costó conseguirla pero valió la pena.

Sin decir una palabra, comenzó a reirse (supongo que de felicidad) y me abrazó.

- Me leiste la mente, Gracias Ambar. - me acarició la mejilla y no podía estar más feliz de verlo así. Poco después, comenzaron a entrar los invitados y sin más preámbulos, inició la fiesta.

Punto de vista de Luna

Las luces del jardín eran hermosas, la noche fresca tenía a la luna de protagonista. Se escuchaba la música dentro de la casa mientras que yo esperaba afuera apoyada en un pilar. Ví a Matteo acercarse con las manos en los bolsillos.

- Aquí estás, estaba esperándote.

- Te tengo una noticia.

- Cuéntame.

- Lo voy a pensar. - ¿con que haciendose el misterioso?

- Vamos, cuéntame. - me reí por lo bajo, paciencia para estas cosas no tenía.

- Paulina se va. - Una sonrisa automáticamente se ilustró en mi rostro y lancé una leve carcajada.

- ¿Es enserio?

- Muy enserio. - corrí a abrazarlo sin esperar un solo segundo alejada de él.

- Es gracioso, porque mi deseo de navidad fuiste tú Chico Fresa.

- ¿Es enserio?

- Muy enserio. - dije imitándolo y ambos reímos. Le dí un beso lento para saciar esta sed de él acumulada en estas horas. Rodié su cuello con mis brazos e hice una seña con mi cabeza hacia la casa. - ¿Vamos?

- Vamos.

La Roller Band cantaban a tope y todo el mundo estaba divertido. Hasta en un momento nos pusimos a bailar. Hicimos equipos de mujeres vs hombres en los dardos, pero terminaron ganando ellos. Creo que no soy nada buena en los dardos que digamos, me cuesta concentrarme. Fuí a servirme ponche y casi derramé fuera de mi brazo gracias a Matteo. Me susurró al oído "Ven Conmigo". Luego sin decir nada más, se puso en marcha y yo lo seguí por detrás esquivando a toda la gente en el camino.

Lo ví salir por la puerta principal preguntándome ¿Que hacía si estaba lloviendo?. Me quedé de brazos cruzados sin cruzar la linea que separaba el techo del cielo mientras él se mojaba entero.

- Matteo, nos vamos a mojar.

- ¿Que hay mejor que la lluvia fresca? - me gritó dejándo caer las gotas sobre el sin ninguna queja. Me arriesgué, dejándolas recorrer mi cuerpo también. Mis zapatos se mojaban y ensuciaban con el lodo que había en el cesped, pero no parecía importarme. Giré, salté sobre los charchos y reimos con Matteo. Tengo que reconocer que tenía razón en algo: la lluvia era maravillosa.

En un momento calló, ensuciandose todo y comencé a reirme de él. Tampoco pudo contenerse. Me agarró la mano desprevista para tirarme a mi también y lamentablemente para mí lo logró. Aún así, no parabamos de reirnos. Se paró y con la mano me ayudó a pararme también. Coloqué mi mano en su cuello, lo puse cerca. Necesitaba calor de alguna manera, la lluvia era helada y además era una perfecta razón para acercarme a él. Miró mi boca húmeda, mientras respirábamos exhalando ese "humo" que sale de la boca cuando estamos en los días más fríos. Hice una pequeña mueca, él la imitó.

- Te besaría, pero tengo que irme, ya es tarde.

- Quedate un rato más ¿si? - puse carita de perrito mientras sostenía su campera para evitar que se alejara.

- Solo uno. - alzó un dedo de su mano.

- Uno es todo lo que necesito. - y tan solo lo hizo. Tomó mi boca inclinando un poco la cabeza. La lluvia hacía que nuestros labios se deslicen con mayor facilidad. Tomó el control sin necesidad de permiso, su lengúa invadió mi boca, la mía en su más sano juicio la dejó pasar y se rozaron. Una nunca pensaría experimentar uno de esos besos apasionados bajo la lluvia en las películas, pero él hace esos sueños reales.

No habrá distancia que Cambie lo que siento por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora