CAPÍTULO V

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<Sev>

Empecé a dar vueltas por la habitación intentando encontrar algún indicio de lo que fuese que nos pudiese sacar de ese lugar, y quedé un tanto en shock al darme cuenta de que no parecía en nada una prisión, sino más bien un lugar para los invitados, lo que hizo que se me erizaran los pelos de la nuca considerando los seguros que se sentían los Strigoi, al parecer no tenía ninguna posibilidad de escapar, ni siquiera ocupando muebles de arma. Suspiré rendida luego de darme cuenta de eso, los dolores de mi cuerpo me impedían hacer otra cosa más que respirar, por lo que me quedé quieta mirando a mi alrededor, me percaté de la gigantesca cama tamaño king con dosel que estaba en medio de la habitación, también había una cajonera para la ropa, un sofá en la esquina al lado de un librero, y una puerta que suponía daba al baño, como era de esperarse en un sótano, en la habitación no había ventanas, tan solo una pequeña rendija de ventilación a la altura del piso en medio de una de las paredes.

Mi cuerpo gritaba por tirarme en la cama y dormir, pero no iba a relajarme en la presencia de los Strigoi, menos aún con su perturbadora seguridad de que no intentaría atacarlos, y menos estando la casa llena de ellos; aunque el dormir era una posibilidad para comunicarme con Adrian, si... El hilo de mis pensamientos se cortó al pensar en él, me dejé caer en una esquina del sofá.

- Adrian...

Susurré su nombre al tiempo que las imágenes de la pelea se agolpaban en mi mente, el verlo caer luego del golpe... Sacudí la cabeza ante la idea de que algo le hubiese pasado, él estaría bien, Danila se encargaría de eso... El recuerdo de Danila me golpeó con más fuerza que el de Adrian, el haberle mentido... Al menos lo había salvado de estar en la pelea, él no hubiese dejado que nos llevaran, lo que le habría llevado a la muerte...

El sonido de la puerta abriéndose me hizo saltar, pero no hice ningún empeño en ponerme de pie, tan solo limpié la solitaria lágrima que se había derramado por mi mejilla. Entró a la habitación una mujer humana con una pila de ropa que dejó con cuidado sobre la cama, detrás de ella venía ese Strigoi llamado Brian.

- Matt te ha mandado esta ropa - apuntó el montón de cosas sobre la cama - quiere que te cambies y que estés lista para cenar con él - me hizo saber

- No tengo intenciones de seguir sus indicaciones - refuté colocándome de pie - pues más le vale cenar solo

- Volveré en veinte minutos

Sin considerar siquiera lo que había dicho salió de la habitación seguido por la mujer humana. No tenía intenciones de jugar a la casita con este extraño espécimen Strigoi, por lo que me senté otra vez. La idea de escapar me rondaba la mente una vez más, y esa actitud de dejar todo a mi mano, ellos sabían que podría romper un mueble y ocuparlo para hacer algún tipo de estaca, pero ellos no se estaban cuidando de eso, sino tan sólo de mantenernos a Izz y a mi separadas... y sabían que mientras ella estuviese aquí, no haría nada estúpido que la pusiera en peligro, ni alguna locura para conmigo misma, ellos tenían algo entre manos, pero aun no lograba dilucidar el qué.

Tal como había anunciado Brian volvió a la habitación pasados los veinte minutos, un musculo tenso en la mandíbula me dio un indicio de que su humor no era el de los mejores.

- No te has cambiado - dijo sin más

- No voy a hacerlo - me crucé de brazos - no voy a cumplir con lo que él quiere

- Pues vas a tener que hacerlo, por las buenas o por las malas – amenazó

- Estoy ansiosa de que lo intentes – contraataque

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